A la izquierda, 'La inspiracion de san Mateo' (1602). A la derecha, arriba, 'La vocación de san Mateo' (1601), y abajo, 'El martirio de san Mateo' (1600) HA!
Iconografía matea

San Mateo según Caravaggio

Vida y muerte del apóstol a través de tres obras del maestro del tenebrismo conservadas en Roma (y una cuarta ya desaparecida)

J. Sainz

Logroño

Domingo, 22 de septiembre 2024, 09:55

Vestido con una humilde camisa, el santo más parece un hombre vulgar. Está sentado con las piernas cruzadas y desnudas, enseñando los pies sucios y algunas varices. Se le ve pobre e inculto, incómodo ante la tarea de tener que escribir, y un ángel intenta ... enseñarle con paciencia y cariño. Sin duda el autor pretendía desmitificar el personaje destacando su humanidad.

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Es una primera versión de 'La inspiración de san Mateo' o 'San Mateo y el ángel', un cuadro de Caravaggio pintado en 1602, gafado desde el principio, que se vio forzado a repetir y que terminó destruido en la Segunda Guerra Mundial. El gran maestro italiano del tenebrismo fue uno de los artistas que mejor retrató al apóstol evangelista y el lugar para admirarlo es la iglesia de San Luis de los Franceses, en Roma.

Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) ya era un pintor consagrado, aunque siempre rodeado de polémica e incluso perseguido por cierto malditismo, cuando en 1599 recibió el encargo de decorar en ese templo la capilla Contarelli, dedicada a san Mateo. Con su talento dramático, pensó ocupar sus paredes con tres momentos de la vida del personaje: cuando, siendo recaudador de impuestos, es llamado por Jesús de Nazaret para seguirle; cuando inicia la tarea de escribir su evangelio inspirado por un ángel; y el momento de su muerte a espada.

'La vocación de san Mateo', de Juan de Pareja (1661). Museo del Prado
'Mateo evangelista y el ángel', de Guido Reni (1635). Museo del Vaticano

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Empezó por el final, por 'El martirio' (1600), primera obra de su etapa romana. En ella Caravaggio se atreve, como nunca antes, con una composición mucho más compleja, con el santo cayendo sangrante a los pies de su verdugo y rodeado de una decena de personajes. El pintor no escatima en matices de crueldad en una escena que evoca lienzos inmediatamente anteriores, 'El sacrificio de Isaac' o 'Judith y Holofernes'.

Siguió por 'La vocación' (1601). En esta tela, Jesús y Pedro irrumpen en la oficina del recaudador de Cafarnaúm. La luz penetra en la estancia oscura a través de la puerta iluminando las espaldas de los recién llegados y los rostros del grupo. La cabeza de Jesús, retratado casi como un vagabundo desarrapado, parece flotar en las tinieblas y su mano se alza en un gesto inconfundible tomado de la Creación de Adán, de Miguel Ángel. Señala a Mateo, que, sorprendido, mira al maestro como diciendo: ¿Es a mí a quién llamas?

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Un cuadro maldito

Y, por último, acometió 'La inspiración' (1602). Pero el cuadro, que tendría que haber sido el más sencillo de los tres –solo el santo escribiendo su evangelio y el ángel con el que se le identifica en la tradición cristiana–, terminó resultando el más conflictivo. Caravaggio acostumbraba a tomar como modelos a gente de la calle, pordioseros, maleantes y prostitutas, y aquí retrató a los dos personajes en una escena humilde e íntima, compartiendo una cercanía excesiva y con un Mateo visiblemente pobre e ignorante.

La obra causó indignación y fue rechazada. Caravaggio tuvo que pintar otra nueva en la que mostrar una visión del santo más digna y solemne, con el ángel apareciendo desde las alturas para iluminar su tarea. Era el modo convencional de diferenciar lo humano de lo divino, algo que en la anterior aparecía estrechamente unido. Pese a su calidad y la violencia de luces y sombras, carece de la delicadeza y la fuerza expresiva de la primera versión, una verdadera obra maestra en la que la pintura cruda y descarnada de Caravaggio alcanzó el sumun en sentimiento y emoción. Se cree que la compró un noble de la época y fue destruida en 1945, durante el bombardeo de Berlín.

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Primera versión de 'La inspiración de san Mateo', de Caravaggio (1602). HA!

Un personaje barroco

San Mateo inspira una rica iconografía a lo largo de la historia del arte, especialmente en el Barroco del XVII. En el Prado, Rubens (1610) lo personifica como un joven imberbe, El Greco, en cambio (1614), lo muestra ya anciano, libro y pluma en mano. Otros muchos lo pintaron, como Ribera y Guido Reni. En Logroño, sin embargo, donde aparte de algunas representaciones de los cuatro evangelistas, una talla en el Museo de La Rioja procedente del monasterio de La Estrella y un pequeño relieve en el retablo de La Redonda, no es fácil encontrar al santo que da nombre a sus fiestas de la vendimia.

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