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Un día amaneció y Nicolás no pudo volver al colegio ni pisar la calle. Sus padres y él empezaron a convivir en un espacio de 20 metros cuadrados, el salón de un piso de tamaño mediano en el centro de Madrid. El pequeño de cinco ... años se vio en esa situación «tan extraña» durante 45 días, sin salir ni una sola vez, como sí hacían sus padres a cumplir con las compras elementales, y quienes intentaron, al menos los primeros días, seguir con la compostura habitual dentro de casa. Por ejemplo, no saltar en los muebles.
«Con su rutina completamente trastocada el niño necesitaba correr, saltar, desfogar, y vimos que era absurdo pedirle que estuviera tranquilo y calmado», recuerda el fotógrafo Jonás Bel, padre de Nicolás. «Todo cambia de la noche a la mañana y empezamos un juego. Él se inventaba saltos nuevos y yo los retrataba. Luego las descargábamos y las veíamos en el ordenador. Él le ponía nombre a los saltos y pasábamos el tiempo riéndonos». De esos juegos salió la serie fotográfica 'Nico', con el hijo como protagonista, que ahora forma parte de la exposición 'Tiempo detenido. Memoria fotográfica del confinamiento' de PhotoEspaña.
Se trata de una exposición 'online' donde participan 42 fotógrafos, con el comisariado de Eduardo Nave, que también contribuye con una serie. Cada participante aporta una visión del estado de alarma, con una decena de fotos por autor. Autores de primer nivel como Isabel Muñoz, Carlos Spottorno, Castro Prieto, Jorquera, Clemente Bernad, Fernando Maquieira, Carme Casulá, Gianfranco Tripodo, Juan Millás, Rafael Trapiello, Lurdes R. Basolí, entre otros, conforman una mirada holística al estado de alarma Algunos desde la primera línea, con los sanitarios y los enfermos, y otros desde el extremo opuesto, la introspección, muestran sus obras en un espacio digital dividido en cuatro apartados: 'Ausencia', 'Urgencia', 'Espera y 'Ensoñación'. Dentro de un conjunto dominado por la emergencia, el vacío, el desconcierto o la pesadumbre, las imágenes logradas por Bel resultan un buen contrapunto y una mirada positiva al futuro.
«Todo cambió de la noche a la mañana», reflexiona Bel. «Pasas de una vida normal, con encargos y proyectos a encerrarte. Al principio me preguntaba qué hacer. Hice muchas fotografías desde mi balcón... vi que otra gente salía a documentar la calle. Mi necesidad era todo lo contrario. Quise mirar hacia dentro de casa y establecer una relación muy bonita con mi hijo, una comunicación a través de esas fotografías divertidas e intensas». La serie completa consta de 24 imágenes. Dos decenas de saltos inventados y bautizados por Nicolás.
Los fotógrafos han sido testigos de lo que el resto de la población confinada leía en los periódicos o veía por televisión, alejados de lo que pasaba en la esquina de su casa. Estos momentos congelados en el tiempo retratan los dramas de todos los tamaños que vivían el personal esencial y los afectados directos, pero también la reflexión. «Creo que hay una sensación de extrañeza, como si estuviéramos aún incapacitados para comprender lo que ha sucedido», dice Bel, que ha perdido a un amigo por la covid. «Esta exposición virtual contiene todas las vertientes y engloba las formas en que la gente ha vivido esta crisis o ha podido vivirla». Un retrato de lo que todavía no ha terminado.
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