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Anocheció ayer en Alfaro a merced de la belleza que Pablo Sáinz-Villegas iba arrancando a las seis cuerdas. Y todo ello a medida que atrapaba las miradas y latidos de los 700 alfareños y muchos seguidores de distintos puntos que se citaron en la plaza de toros de la localidad para vivir el lujo de compartir música con uno de los guitarristas más reconocidos y halagados del mundo.
«Es mi primera vez en una plaza de toros. Y me gusta», sonrió Sáinz-Villegas en el reencuentro con el público alfareño y riojano. Después de su actuación el 19 de diciembre en la sala Florida, el alcalde alfareño, Julián Jiménez Velilla, le comprometió a volver. Inicialmente iba a ser ante la imponente fachada de la colegiata de San Miguel, idea a la que ganó el coso por su mejor acústica.
Junto al lujo de contar con una primera figura de la música mundial, otro fue la entrada gratuita gracias al patrocinio del Ayuntamiento –un regalo que alguno desagradeció al no ocupar sus asientos reservados–. El concierto comenzó con algo más de quince minutos de retraso por no llegar parte del público con la antelación que requieren los protocolos COVID. Aún así, Sáinz-Villegas subió al escenario sonriente. «Vamos a celebrar la guitarra, un instrumento universal por su versatilidad y que vincula directamente nuestra cultura española –invitó ante la primera ovación–. Vamos a viajar por el repertorio que la hizo internacional».
La apertura fue con 'Danza nº 5' y 'Danza nº 10' de Enrique Granados, seguido del 'Romance anónimo'. El logroñés cerraba los ojos al interpretar, sumiendo al público en la atmósfera que acunó la brisa del atardecer.
Sáinz-Villegas pidió al público que guardara aplausos y paladeara el silencio al sumergirse en Francisco Tárrega con 'El capricho árabe', 'Lágrima', 'Marieta', 'Recuerdos de la Alhambra' y su versión de 'El concierto de Aranjuez'. Consiguió que un espacio tan amplio como una plaza se recogiera en algo íntimo. La ovación al culminarlas, inmensa.
Los homenajes de Albéniz a 'Torre bermeja', 'Mallorca' y 'Asturias' embrujaron al público. En pie, pidió otra. «Venir a La Rioja es una caricia al corazón», confesó antes de hacer vibrar con 'La gran jota' de Tárrega. Al finalizarla, como un resorte, el público le ovacionó largo y en pie.
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Lucas Irigoyen y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Carlos G. Fernández y Leticia Aróstegui
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