Joe Sacco (Malta, 1960) hace con sus dibujos y álbumes lo mismo que otros periodistas con sus reportajes escritos o fotográficos. Pionero de un género raro e innovador, explorador en primera línea de conflictos como los de Gaza o Bosnia, el periodista gráfico viajó al noroeste de Canadá para calibrar 'in situ' los efectos del cambio climático y de un colonialismo, «que no ha muerto» y que padecen los pobladores de aquellas latitudes. «Son víctimas de un genocidio cultural», denuncia sin ambages. También como se esquilman sus vastos recursos minerales con inversiones no menos fabulosas que alteran su paisaje y matan sus tradiciones.
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Con estos mimbres ha construido Sacco 'Un tributo a la tierra' (Reservoir Books), ambiciosa obra con la que rompe diez años de silencio editorial. Una ausencia que justifica en lo minucioso de su labor: casi cinco años de trabajo dibujando en el tablero tras otro lustro entre viajes, entrevistas, investigaciones y la redacción del guion.
«Iban a ser 60 paginas para una revista francesa, pero tras pasar varias semanas al norte del río Mackenzie, en Canadá, en las tierras de los denes, descubrí que había más cosas y que merecían este libro que llega casi a las 300», explica Sacco desde su casa de Portland (Estados Unidos) a un grupo de periodistas españoles. «Quería abordar el cambio climático, un proceso que se agrava cuando se extraen los recursos naturales, y que se agudiza en las periferias donde viven pueblos indígenas», explica. Pensó en viajar a Sudamérica, pero le alertaron desde Canadá de los estragos climáticos, mineros y petrolíferos en las heladas tierras subárticas de los denes.
Constató sobre el terreno, hablando con una treintena de líderes y muchos jóvenes de la nación dene, que el colonialismo que creía cosa del pasado «está muy vivo». Que es «un concepto que aún respira y no ha muerto». Un colonialismo cultural y económico «muy activo» del que son víctimas «jóvenes que trataban de recuperar su cultura y su lengua» después de que obligaran a sus padres y abuelos «a sacar al indio del niño y renunciar a su identidad».
El Gobierno canadiense ha reconocido el «genocidio cultural» que denuncia Sacco y que describe relatando las vivencias de muchos niños dene «recluidos en internados donde les daban palizas si hablaban su lengua autóctona». «Quebraron los cimientos de su cultura. Les impidieron perpetuarla a través de lo que aprendes de quienes te preceden. Si quiebras eso, rompes la comunicación, la tradición y la herencia cultural», lamenta. «Ahí radican muchos problemas psicológicos que derivan en el alcoholismo rampante en las comunidades indígenas», dice Sacco de unas adicciones alentadas por las compensaciones por el 'fracking', las talas masivas y la aniquilación de su cultura. «Es un dinero que les está matando», dice.
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«Aún así, Canadá ha ido más allá que EE UU, donde el genocidio fue físico y no quieren saber qué pasó con la colonización ni el exterminio de los nativos», afirma. «Ver la humildad con la que los denes tratan a la naturaleza fue novedoso para mí. Ellos dicen que son propiedad de la tierra, mientras que nosotros consideramos que la tierra es de nuestra propiedad. Es lo que aprendí en Canadá y trato de transmitir con este libro», dice el también autor de 'Palestina', 'Gorazde, zona protegida', 'La Gran Guerra' o 'Bumf'. «Tenemos que cuidar la tierra, porque cuando desaparezca nosotros no seremos nada», asegura Sacco, para quien la pandemia sería «en parte, una consecuencia de nuestro maltrato y falta de respeto por la naturaleza».
«El cambio climático es una amenaza para el planeta y para quienes lo habitamos y el libro quiere evidenciarlo. Era difícil para mí verlo de una manera tan directa, y busqué una forma más transversal a través de los indígenas afectados por el expolio de sus recursos naturales», insiste.
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Sacco se reconoce «pesimista» ante la crisis climática. «Lo más probable es que los Gobiernos comiencen a actuar cuando les afecte directamente y la crisis sea total, como ha ocurrido con la covid», dice el periodista. Lamenta actitudes negacionistas como la de Donald Trump. «Supone una catástrofe y un drama para mi país y para el cambio climático, pero no más que otros», admite. «No me atrevo a decir que otros políticos fueran a hacer algo, porque supondría un cambio de paradigma, pero me pregunto si hay políticos valientes para hablar con una perspectiva a 30 años vista, cuando se ve como algo abstracto y lejano una amenaza climática que es muy real», plantea.
«El periodismo está relacionado con el activismo, pero no es activismo», precisa Sacco que sí se sintió alguna vez «un lobo solitario» en un género «profundo y lento» en el que piensa persistir. «Seguiré haciendo periodismo, que es el mayor privilegio que me ha dado la vida. Se trata de estar abierto a lo que ves y ser capaz de escuchar», resume. A diferencia del fotoperiodismo, en el que una imagen debe resumir una situación, «en el periodismo gráfico sumas muchas imágenes para dar al lector una impresión y crear una atmósfera», argumenta.
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