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Tras más de dos años sin actividad como consecuencia de la pandemia, la Asociación de Ingenieros Técnicos Industriales de La Rioja (AITIR) acaba de reabrir su sala de exposiciones con obra de Pedro Antonio Martínez Pavía 'Toño', concretamente con una serie de 44 retratos que nos trasladan a África, a las gentes y poblados de Etiopía, Nueva Guinea, Congo, Sudán, Namibia... «Me encanta el África negra, esa viveza, esa luz... La gente tiene diferentes colores en la cara según les da el sol y eso me apasiona», reconoce el autor ante su amplia galería de rostros de ébano, de magnéticas miradas y variopintos atuendos.
El colorido de los ropajes, tocados y abalorios refuerza su vistosidad sobre la piel oscura y fondos neutros de sus retratados, la mayoría mujeres y niños. La colección se completa con alguna escena costumbrista en el ámbito familiar o ganadero, o la impactante imagen de un padre con su hijo moribundo en brazos.
'África, sol y sombras' da título a esta exposición de Martínez Pavía, que puede visitarse hasta el 14 de octubre en la sede de la AITIR (Segundo Santo Tomás, 5), en el barrio de El Cubo.
Natural de Sorzano, Toño pinta desde muy joven de forma autodidacta, siempre en clave realista y, sobre todo, retratos. Sus tres exposiciones hasta el momento las ha dedicado a África, continente que conoce y admira. Allí, la luz, el sol y los colores contrastan con las condiciones de vida de sus habitantes, y muy especialmente de las mujeres. «Me llamaba mucho la atención lo trabajadas que estaban, siempre a cargo de las labores más duras», explica.
Sus personajes hablan a través de los ojos y la boca. «En el retrato la mirada dice muchísimo, de hecho en mis cuadros las miradas siguen al espectador». E insiste en que la suya es «una obra para recrearse en el detalle de los rostros, en las arrugas, las ropas, los reflejos...». Un detallismo que trabaja, literalmente, con lupa. Además, en la mayoría de sus lienzos prescinde del fondo para no restar protagonismo a la figura.
Pedro Antonio Martínez Pavía se desenvuelve entre retratos que realiza a partir de fotografías, tanto tomadas por él mismo como por otros autores. Sebastião Salgado es uno de ellos. Habla también de la técnica, en la que utiliza el pastel barra, pastel lápiz y algún rotulador, pero le resulta difícil explicar su proceso creativo: «No sé explicar cómo pinto, pero cada vez utilizo algo nuevo que me pide el cuadro».
A los 18 años, Toño renunció a una beca para estudiar pintura en París. Tenía claro que quería montar un supermercado grande y lo hizo en San Sebastián, ciudad donde reside. «He hecho en mi vida lo que he querido: alimentación y pintura», dice. Cada verano y muchos fines de semana regresa a la casa familiar de Sorzano donde tiene reservado un pequeño espacio como taller de pintura.
Allí dialoga a través del lienzo con sus retratados. También ha practicado el autorretrato, aunque reconoce que enfrentarse ante uno mismo o sus familiares es más complicado «porque los conoces tanto que nunca acabas de dar con todos los rasgos». A su galería de personajes suma láminas de la Guerra Civil española y estampas de San Sebastián.
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