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La tribu etíope de los Arbore desaparece lentamente. La cultura pastoril de algo más de 6.000 habitantes repartidos en cuatro aldeas se ve amenazada. A uno de sus poblados llegó el fotógrafo Harry Fisch, «casi por accidente» en 2015 y notó que, ante el ... avance de la «modernidad» en los territorios que habitan, «intentan preservar su identidad a la vez que interactúan con nuevas influencias. Una adaptación que no está exenta de tensiones y conflictos».
Fisch comenzó a documentar a los arbore para responder a una pregunta: «¿Cómo pueden estas comunidades mantener sus rasgos distintivos y al mismo tiempo integrarse en un mundo que constantemente les exige cambio?». En su trabajo 'El arte de desaparecer', que expone en la galería Tamara Kreisler (Madrid) en mayo, retrata a los indígenas tal como son en su cotidianidad, pero también modifica al sujeto con un juego de espejos y luego interviene la fotografía con frases y poemas escritos por ellos, como el de una joven de esa comunidad que habla del exilio y la partida.
«En lugar de limitarme a documentar lo que veo, me permito manipular y alterar las imágenes para reflejar mi percepción del mundo», afirma Fisch. «Esto puede involucrar técnicas como la superposición de texturas, la alteración de colores o incluso la incorporación de elementos visuales. Estas intervenciones son mi manera de dialogar con la imagen y, por extensión, con el espectador».
Con una visión fotográfica propia, y un lenguaje basado en exteriores que muestran el vasto paisaje africano colonizado, con los individuos en el centro de la mirada, Fisch sostiene que «cada fotografía, cada historia compartida, es una ventana abierta a la vida de estos individuos». Esas personas convertidas en elemento artístico miran a cámara, como interrogando al observador, a ese público invisible incapaz de percibir que hay fuera del marco, qué hay después del instante del disparo. Pero también se desvanecen.
¿Este trabajo documental y artístico a la vez esconde cierta impostura de quienes posan para el lente de un visitante que no convive con ellos? «Para que haya impostura se necesita una voluntad de generar una apariencia determinada», responde Fisch. «Mis 'modelos' posan pero yo no solicito de ellos un posado especial. Este enfoque subraya mi deseo de capturar la autenticidad sobre la artificiosidad».
Fisch, un fotógrafo de «edad madura» que en 2010 fue seleccionado por Photoespaña para 'Descubrimientos' y que ha expuesto en plazas de Francia, Japón, Estados Unidos o Rusia, defiende que «el poder de una fotografía reside precisamente en su capacidad para generar preguntas. Las imágenes abren un diálogo, que invitan al debate. Una fotografía verdaderamente poderosa es aquella que nos mueve a reconsiderar nuestras certezas y que nos impulsa a indagar más allá de la superficie». En aquello oculto en la historia de los arbore.
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