«Un historiador no puede relatar nada que no haya comprobado, un escritor puede aventurar desde la ficción una historia. Este relato es tan real ... como imaginado». María Antonia San Felipe (Calahorra, 1957), historiadora de larga experiencia, debuta ahora como novelista con 'Desnuda de mi ser' (Editorial Los aciertos). Y no lo hace con la típica novela histórica de lectura fácil con pocas más pretensiones que entretener, sino con una obra arriesgada, exigente y profunda: la historia desconocida de la poeta mística sor Ana de la Trinidad contada desde el punto de vista de unas mujeres que eligieron una vida de silencio y austeridad que era, al menos, su propia vida.
«Hay en el libro una reivindicación clara de las mujeres olvidadas a lo largo de la historia y en concreto de aquellas mujeres que quisieron ejercer la libertad desde el silencio de un convento», afirma la escritora. Con mucho trabajo de investigación y no poca intuición, San Felipe ha recreado la vida casi totalmente oculta de la religiosa riojana que al cabo de cuatro siglos ha sido descubierta como sorprendente autora de un puñado de poemas dignos de Teresa de Jesús. Era el Siglo de Oro y ya entonces había mujeres dispuestas a huir de lo impuesto. Eso inspiró a María Antonia.
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'Desnuda de mi ser' (Editorial Los aciertos), de María Antonia San Felipe
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Presentación
mañana, en el Teatro Ideal de Calahorra, a las 20 horas.
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Participan
María Antonia San Felipe, Esther Pascual (lectura de poemas) y Álex López Tejedor (cante) y Rafael Gutiérrez (guitarra)
Ella conoció en 1992 la brevísima obra que se conserva de Ana de la Trinidad: son solo diecinueve sonetos que hasta entonces habían sido atribuidos a Cecilia del Nacimiento, quien fuera su abadesa y escritora de cierto prestigio en la corriente teresiana. Recientemente los ha reeditado Pepitas de Calabaza junto a un ensayo de Jesús Cáseda que destaca la calidad poética de su verdadera autora. Pero San Felipe los había leído antes en una modesta publicación de la editorial Monte Carmelo que le regalaron las carmelitas descalzas del convento de San José de Calahorra. Y ya entonces quedó atrapada.
UNA FRASEREALIDAD Y FICCIÓN«Estoy convencida de que hay cosas que la literatura puede contar pero la historia no»
«Habitar en el olvido»
«Lo que leí –cuenta– era una poesía hermosa y compleja, casi críptica en algunos momentos e indudablemente influida por la lírica de Juan de la Cruz, Teresa de Jesús y el Cantar de los cantares. Quedé atrapada entre sus versos».
También quedó atrapada por un personaje misterioso del que apenas existía una nota de su superiora. Y así nacieron «la curiosidad por conocer y la inquietud por comprender la vida de alguien que eligió intencionadamente habitar en el olvido». «Pensé que era una historia que había que contar. Empecé a meterme en el mundo de los conventos del Siglo de Oro, de la reforma teresiana, que los convirtió en lugares de pobreza, y con una peste en 1600 que agravó la situación».
La historiadora llegó hasta donde llegan los documentos y, justo ahí, surgió la novelista. Anteriormente María Antonia San Felipe ya había publicado ensayo histórico ('Una voz disidente del nacionalcatolicismo'), poesía ('Las sombras hablan') y artículos varios, como los que escribe semanalmente en este diario desde 2009 ('Entre visillos'). Pero ahora se ha atrevido con la literatura de la mano de una mística y del misterio que la envuelve.
«Alguien me aconsejó que dejase a un lado a la historiadora y me dedicase a novelar. Lo que más me ha costado ha sido dejar volar la imaginación dentro del rigor. Como historiadora me gusta comprobarlo todo y que todo esté sostenido por documentos. El primer borrador era mucho más histórico que la novela final. Estoy convencida de que hay cosas que la literatura puede contar pero la historia no y que incluso puede aproximarse más a la realidad».
Fue con ese descubrimiento, con base histórica y alas literarias, como empezó a comprender –más allá de conocer– «cómo era aquella mujer que había puesto todo su talento en escribir unos sonetos que revelaban tanto la rotundidad de sus querencias como la dimensión de su cultura». «Confieso que me interesaban sus datos biográficos, pues los pocos que se conocían me parecían apasionantes, pero aún más me atraían los recovecos del mundo que vibraba en su interior y que ella escribió con una hondura imposible de describir si no se siente».
De ese modo, Ana a través de María Antonia o María Antonia a través de Ana, ambas comparten ahora en 'Desnuda de mi ser' un bello ejercicio literario de empatía. «Ponernos en el lugar del otro es algo que deberíamos practicar más. Yo he intentado comprender a Ana y al resto de mujeres que la rodean. En su soledad y silencio eran mujeres fuera de los cánones de la ortodoxia. Si, como dice Paul Auster, la soledad es un pasadizo hacia el yo, en el libro hay una exploración del silencio y de la soledad como viaje interior. La novela quiere ser un viaje al interior de todos esos personajes».
Y lo es también al interior de su autora y de los lectores.
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