![Reinas, prostitutas y convidadas de piedra en el misógino mundo del arte](https://s1.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/202010/05/media/cortadas/Invitadas2-RLMktcfGk1CvpU1ucQtYa5J-1248x770@RC.jpg)
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«Es un viaje crítico al epicentro de la misoginia del siglo XIX en el arte». Así se refiere su comisario, Carlos G. Navarro, a 'Invitadas'. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931)', la muestra con la que el Museo de Prado retoma su actividad expositiva. Es un repaso «necesario y audaz», según el director de la pinacoteca, Miguel Falomir, a la representación de la mujer en el arte del siglo XIX, y a su papel como artista, plagado de limitaciones en un mundo en que ellas no dejarán de ser unas silentes convidadas de piedra hasta la eclosión de las vanguardias en el siglo XX. «No formaron parte de sistema, solo fueron invitadas de forma paternalista», resume Falomir.
La ambiciosa muestra analiza, hasta el 14 de marzo, cómo el arte burgués ha visto a la mujer y cómo ellas lucharon para reivindicarse como creadoras, pasando de agentes pasivos a sujetos activos. Lo hace a través de 130 obras, rescatadas casi todas de los fondos del Prado y raramente expuestas. Cuarenta de ellas se han restaurado para la ocasión y algunas se incorporarán a la colección permanente del museo. Se debió inaugurar el 31 de marzo y es la primera exposición temporal del Prado tras su reapertura el 6 de junio.
«No es una muestra sobre mujeres artistas, por más que haya muchas y muy valiosas», insisten el comisario y el director del museo sobre «una reflexión en torno al papel de la mujer y los roles que desempeñó en el sistema artístico español, desde el reinado de Isabel II hasta el de su nieto Alfonso XIII».
No hay obras de mujeres en la primera de sus dos partes, una exploración sobre como el arte oficial del XIX, atento al sentir de la época y sus arraigados valores misóginos, reflejó a la mujer en unos modelos y estereotipos que alababa o condenaba: de la madre esforzada, piadosa y modélica a la hija rebelde y descarriada. De la reina o la santa a la prostituta y la pecadora. Así se pintaba a la mujer en los narrativos y enormes cuadros que recibían premios oficiales a lo largo del siglo XIX y de los que el Prado ha sido depositario. «Vemos en ellos cómo el Estado burgués utiliza el arte como instrumento para propagar modelos femeninos que ensalza o penaliza», apunta Falomir.
En su segunda parte 'Invitadas' explora cómo del romanticismo a las vanguardias, las mujeres dejan de ser modelos pasivos y enjuiciables bajo prismas machistas, y se empeñan en afirmarse como artistas. En reclamar su espacio en un mundo que las trata como «invitadas de segunda clase», ilustra el comisario justificando el título.
A ellas no se les permite ejercer el mismo rol que se reservan los artistas varones. Se limita su libertad creativa restringiéndola a géneros menores y secundarios: bodegones, temas decorativos y florales o las labores de copista. Hay casos sangrantes, como el de Aurelia Navarro, criticada con fiereza por pintar un premiado y sensual desnudo, semejante a la 'Venus del espejo' de Velázquez, y que tras el chaparrón, la condena popular y la vergüenza familiar optó por hacerse monja adoratriz.
«A la mujer no se le niega el acceso al arte, pero se le hace comprender que está de paso, que no pertenece a la élite masculina», explica Falomir. Reconoce que el machismo imperaba en esa época, mucho después y hasta hace nada en el mundo arte, «como ocurría en la música, la medicina, la justicia y tantos otros ámbitos». «El Prado no ha sido una excepción, pero la muestra no llega tarde», opina Falomir de una exposición «necesaria, rigurosa y compleja» y que «evidencia que se puede ser mujer en el mundo del arte de muchas formas».
La exposición aflora a unas notables artistas. Nombres como Rosario Weiss, Elena Brockmann, Joaquina Serrano, María Luisa de la Riva, Julia Alcayde, Rosa Bonherur o Concepción de Figuera -que firmaba Luis Lármig- o la fotógrafa Jane Clifford. Nombres que no dirán nada al gran público pero que son cruciales en la evolución del arte en España. «No se trata de una bienal sobre pintoras españolas del siglo XIX, pero explica el molde al que tuvieron que someterse en ese periodo, desde las obedientes hasta las más luchadoras», concluye el comisario.
También pone la lupa sobre esos grandes relatos pictóricos, -«verdaderos culebrones a veces», dice Falomir-, que son las obras que participaron en exposiciones internacionales o fueron ganadoras del premio de Exposiciones Nacionales, creado en 1853 «para fomentar el progreso del arte español y construir la imagen ideológica de la Nación. «Es posible que alguna de estas obras sorprendan a una sensibilidad contemporánea, pero no lo hará por su excentricidad y malditismo sino por ser expresión de un tiempo y una sociedad ya periclitados»
Patrocinada por AXA, 'Invitadas' se estructura en 17 secciones en las que se despliegan las 130 obras que, además de los fondos del Prado, proceden de Patrimonio Nacional y de algunas importantes colecciones privadas.
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