Vista de una de las 17 salas de la sección 'Nos ven: de la modernidad al desarrollismo'. Rodrigo Jmenez / EFE

El Reina Sofía inicia su radical metamorfosis

El museo tematiza su discurso y renovará el 70% de su colección, en la que solo el 'Guernica' se mantiene inmutable / Casi dos mil obras forman la nueva colección, frente a las 1.200 actuales, y ocupan doce mil metros cuadros en seis espacios

Martes, 11 de mayo 2021, 18:47

El Museo Reina Sofía inicia su metamorfosis. Y será radical. El cambio más sustancial en sus tres décadas de historia, según su director, Manuel Borja-Villel, responsable de esta 'revolución'. Tras trece años en el cargo, da la vuelta «como un guante» a la colección ... para articularla en torno a «temas, episodios y series». Tendrá unas 2.000 obras distribuidas en seis espacios y ayer se presentó uno de los más innovadores. El proceso continuará hasta noviembre y para entonces el alma del museo será otra.

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'Nos ven. De la modernidad al desarrollismo', el capítulo inaugural de esta metamorfosis, cubre de la posguerra al final de los años sesenta y anticipa un futuro muy diferente para el museo. Miró, Calder o Motherwell se mezclan con la geopolítica, el diseño y la propaganda. El mobiliario, la arquitectura y los electrodomésticos del 'American Way of life', con Bacon, Duchamp o Bourgeois. Un bote de Cola-Cao con una foto del gorila albino Copito de Nieve o las historietas del 'Capitán Trueno'.

La nueva sección aborda temas que conectan y globalizan el arte, como la hegemonía cultural americana; la exposición como arma de poder del franquismo: 25 años de paz y 'Spain is different'; la respuesta utópica latinoamericana; el colonialismo español en los 50 y 60; la reivindicación feminista o la pervivencia de la cultura popular y Val del Omar.

El segundo capítulo será 'Latinoamérica'. El tercero, 'Exilio y autarquía'. El cuarto, 'Las vanguardias históricas', -con muchos cambios pero con un inmutable 'Guernica', tótem del museo que mantiene su ubicación y su contexto-, y el quinto, 'Los 80'.

«Todo cambia menos el 'Guernica'», reconoce Borja-Villel, que señala que el 70% de lo que se exhibirá cuando culmine el proceso «será nuevo».

El museo se tematiza y reorganiza sus salas en innovadoras series, con lecturas inéditas articuladas sobre nuevas obras y postulados teóricos. «Serie es una palabra clave en la nueva forma de relatar, de pensar el museo y de establecer conexiones», ilustra el responsable de una propuesta que otorga mayor protagonismo a la arquitectura y el diseño, al feminismo, la ecología, el exilio, el colonialismo, las crisis y las guerras culturales, la era de Trump o el coronavirus.

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«No cambiamos de piel, porque la estructura de los edificios no se toca, pero el museo cambia de alma», resume Borja-Villel. «Es uno de los giros más relevantes en su historia y el más radical desde 2010», dice de la «relectura integral» de una colección que va de finales del XIX hasta hoy, ampliando un «relato» que hasta ahora acababa en los años ochenta del siglo XX.

Se renuncia al orden cronológico en favor de epígrafes temáticos, con atención especial al arte actual, dando cabida a todos los soportes y «entrecruzando narraciones diferentes sin obedecer a un planteamiento lineal».

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«El espectador familiarizado con el discurso anterior y más lineal no se sentirá desconcertado. Hay una lógica pedagógica muy visual, atractiva, creo, y sin paternalismos», defiende Borja-Villel su osada propuesta. Habla de un «cambio de canon» y destaca «sorpresas», como el retorno de Miquel Barceló, ausente de la colección hasta ahora y que entra en el último capítulo, o el rescate de una gran araña de Louise Bourgeois de 1994 que llevaba años desmontada en los almacenes.

Cuando se abra al público en su totalidad, la nueva colección estará formada por casi dos mil obras, frente a las 1.200 actuales, agrupadas en seis espacios diferentes que suman más de doce mil metros cuadrados. El cambio es «fruto de muchos años de investigación, del trabajo de todos los departamentos y de la incorporación de cientos de obras a través de donaciones, depósitos y compras», explica Borja-Villel.

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Herramientas

«Buscamos otra forma de contar una historia y de entenderla, de explicar cómo se relacionan las obras con su tiempo, cómo se recibieron en su día y cómo las percibe ahora el espectador, al que dotamos de herramientas para que maneje los contextos, históricos, ideológicos y plásticos, que es una obligación moral porque un museo no es un repositorio ni un almacén», concluye.

Esta reordenación será el legado de Borja-Villel, que está en su último mandato de cinco años. «La colección respira el aroma de las muestras temporales que hemos ofrecido durante estos años. Es la prueba de que la maquinaria del museo funcionó y funciona, que ha sido una de mis aspiraciones», dice el director del Reina Sofía. «Es también un anticipo del museo del futuro, que tendrá bastante que ver con un campus, un centro de investigación y de estudio, y de actividad múltiple, con un archivo que deberá trabajar en red como se ha demostrado con la pandemia».

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