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Raquel Meller está considerada una de las figuras más importantes del cuplé en la primera mitad del siglo XX, con gran éxito incluso internacional. Sorolla la retrató en 1918, la revista Time le dedicó su portada el 26 de abril de 1926 y Charles Chaplin intentó, sin éxito, que participase en uno de sus proyectos cinematográficos en el momento de enorme popularidad de la artista. Hasta el monarca Alfonso XIII se rindió a sus pies.
Nacida en 1888 en Tarazona (provincia de Zaragoza), José Ángel Lalinde explicaba en Diario LA RIOJA, en un artículo publicado en 2012, su origen riojano, de Inestrillas (pedanía de Aguilar del Río Alhama).
Fue bautizada con el nombre de Francisca Marqués López. Su madre era inestrillera y su padre de Añón (Zaragoza). La familia vivía en Inestrillas y la niña vino al mundo en Tarazona porque allí se trasladó la parturienta, a la casa de una tía, para tener una mejor asistencia durante el nacimiento de su hija. Después regresaron a su casa a La Rioja.
«En Inestrillas Paquita creció y compartió experiencias de infancia con amigos como Valeriano Lalinde o Fidela Vallejo», comentaba en la noticia de 2012, José Ángel Lalinde.
Por diferentes circunstancias terminaron residiendo en Barcelona y la joven Paquita quedó al cuidado de una tía monja en el convento de Santa Clara en Montepellier (Francia), pero no duró mucho allí y comenzó a trabajar en un taller de costura barcelonés donde las clientas (cupletistas, entre otras) despertaron en ella su faceta como cantante.
Debutó en 1908 con el nombre de La Bella Raquel y después lo cambió por Raquel Meller, en recuerdo de un amor alemán que se apellidaba así, parece ser.
El 16 de septiembre de 1911 se estrenó en el Teatro Arnau de Barcelona, un paso adelante de camino al estrellato.
Otro salto supuso su matrimonio con el escritor y diplomático de Guatemala Enrique Gómez Carrillo en 1919 (duró hasta 1922). Le abrió puertas que ya no cerró. Triunfó como cupletista en el Olympia de París, Argentina, Chile, Uruguay y llevó a cabo una gira por los Estados Unidos.
Como cantante grabó más de 200 temas entre los que destacaron 'La violetera' y 'El relicario' de José Padilla Sánchez. Uno de sus primeros éxitos 'La gitanilla', data de 1919. Siguieron otros como 'Acuérdate de mí', 'Violetas imperiales', 'Doña Mariquita', 'Maldito tango', por citar algunos. 'Duérmete, mi clavel', uno de sus últimas canciones, data de 1944.
Además, participó como actriz en películas de cine mudo como 'Los arlequines de seda y oro' (1919), 'Rosa de Flandes' (1922), 'Violetas imperiales' (1923), 'La tierra prometida' (1924) y 'Carmen' (1926), entre otras. De 'Violetas imperiales' hizo otra versión con sonido en 1932.
Algún proyecto quedó interrumpido por la Guerra Civil y se marchó a Francia convertida en una estrella que impresionaba por sus interpretaciones, su personalidad y belleza.
Llegó la segunda Guerra Mundial y de nuevo cambió su vida al trasladarse a Argentina. Cuando terminó el conflicto en España, regresó a Barcelona.
Raquel Meller falleció en el Hospital de la Cruz Roja de Barcelona el 26 de julio de 1962. Tenía 74 años. Aunque hacía tiempo que estaba alejada de los escenarios, su nombre todavía se recordaba como una gran figura y el entierro fue multitudinario.
Desde entonces se han realizado homenajes, exposiciones (una de ellas permanente, en Tarazona), una obra de teatro y se está preparando en Aragón un documental y una película. En 2004 Inestrillas estrenó un paseo dedicado a Raquel Meller.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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