En La Redonda ya se vive el Santo Entierro sevillano

Estas seis imágenes recrean a San Juan Evangelista, Nicodemo, María Magdalena, José de Arimatea y a las santas mujeres María Salomé y María de Cleofás, las personas más allegadas a Cristo en el momento de su muerte. Dispuestas en torno a la urna del Santo Sepulcro y su Cristo yacente, esta escena de duelo se completa con la figura protagonista de la Virgen de la Soledad de Logroño. El conjunto escultórico ocupa el centro de la capilla de los Ángeles y resulta sobrecogedor para el visitante, y más aún lo fue este sábado durante su inauguración, envuelta en el denso humo y el intenso olor del incienso. En el acto participaron el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán; el alcalde de la ciudad, Conrado Escobar; el vicario general de la Diócesis, Vicente Robredo, y numerosas autoridades y cofrades.

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Fermín Labarga, comisario de la exposición, destaca la autoría de las imágenes, obra de Juan de Astorga, «uno de los principales imagineros del siglo XIX andaluz». Se trata de figuras de candelero, es decir, únicamente disponen de cabeza, manos y, en algún caso, de los pies tallados en madera. El resto del cuerpo es un soporte cubierto con vestiduras «de un valor incalculable y con bordados en oro que figuran entre los más antiguos de la Semana Santa sevillana», apunta.

En la importancia de los bordados insiste también Fermín Vázquez, hermano mayor de la Real Hermandad del Santo Entierro de Sevilla, quien señala la singularidad de sus dibujos geométricos frente a la decoración vegetal o de otro tipo que predomina en la imaginería de Sevilla.

«Estas figuras jamás (hasta ahora) han salido de Sevilla capital», asegura Vázquez. Son las imágenes del duelo que cada Semana Santa acompañan al Santo Entierro el Sábado Santo en la capital andaluza. Allí no lo hacen junto a la Virgen de la Soledad, sino de Villaviciosa; ni ante su urna del Santo Sepulcro original (robada por los franceses), cuya traza se empleó en el taller de Pedro Roldán para crear la magnífica urna de carey, ébano y plata de la que hoy presume la Semana Santa logroñesa, donación del logroñés Gabriel de Unsain.