La periodista calceatense Ángeles Espinosa ha sido galardonada con el XIV Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, que le será entregado hoy en Córdoba. Otorgado por el Sindicato de Periodistas de Andalucía, el jurado resaltó «su interés por informar sobre la realidad, sin convertirse ... nunca en protagonista de la noticia», y califica su trayectoria de «ejemplo de periodismo de gran calidad, realizado por una profesional muy rigurosa y analítica».
–Dijo en una ocasión que los premios «son un chute para el ego». Aquí tiene otro y además viene del gremio...
–Un regalo y una responsabilidad. Regalo porque es una sorpresa total que proviene de nuestros compañeros. Por un lado, el Sindicato de Periodistas de La Rioja que presentó mi candidatura, y por otro de los miembros del jurado, que incluye tanto a periodistas 'freelance', como de medios y de la Universidad. Y responsabilidad, porque no quiero defraudar a quienes han valorado mi trabajo de esta forma.
«La clave del buen periodismo es observar, escuchar a cuantas más fuentes mejor y ser honesto»
«No hay censura previa, pero todo el mundo conoce las líneas rojas y se autocensura»
–He leído que a veces se pregunta: «¿Para qué sirve este trabajo?». ¿Tiene ya respuesta?
–Es una reflexión de momentos bajos. Cuando vives una situación difícil sobre el terreno o cuando sientes que el esfuerzo de una cobertura en Afganistán o en Yemen no logra la visibilidad que tú consideras que merece porque compite con una cumbre europea, un exabrupto de Donald Trump o la última crisis de la familia real británica. Por muy importante que en su contexto sean esos asuntos, desde esta parte del mundo parecen menores ante la situación de vida y muerte que viven las poblaciones de muchos países. Pero luego también hay momentos gloriosos, cuando una crónica o un reportaje ayuda a dar visibilidad a un problema o hacer presión para que se libere a una activista encarcelada. O, simplemente, cuando un lector te envía un mensaje apreciando, o completando, la información que le has facilitado.
–¿Cuál es, a su juicio, la clave del buen periodismo?
–Observar, escuchar a cuantas más fuentes mejor y ser honesto. Esto último implica algo más que buscar la tan manida objetividad: ofrecer los datos de que se disponga sin prejuicios y sabiendo que el paso de las horas puede cambiar lo que uno ha logrado saber en el momento de sentarse a escribir.
–Usted no realiza un 'periodismo fácil': ha cubierto varias guerras, trabajado en zonas muy inestables, ha tenido muchos problemas... ¿Alguna vez ha tenido ganas de tirar la toalla?
–Cuando de vez en cuando me peleo con mis jefes, ahora jefas... ¿Y quién no? Pero la realidad es que los enfados se me pasan rápido y que no sabría qué otra cosa hacer.
–Si no fuera periodista, ¿qué le hubiera gustado ser?
–Tal vez diplomático. O haber trabajado en algún organismo multinacional. Cualquier cosa relacionada con las relaciones internacionales.
–En España, los medios de comunicación son, para muchos, corresponsables de casi todo lo malo. ¿También ocurre eso en Dubai, donde reside?
–Tenemos tendencia a culpar de las malas noticias al mensajero. Ahora, además, con las redes sociales, se ha borrado la frontera entre información, basada en los hechos y comprobable, y opinión. Incluso la opinión tiene que ser informada y, sin embargo, a menudo es sólo la expresión de sentimientos. Tengo la impresión de que ahí está la raíz del malestar con los medios. En Dubái, como en el resto de la península Arábiga, no se hace Periodismo sino Relaciones Públicas. No hay censura previa, pero todo el mundo conoce las líneas rojas y se autocensura. Salvo los sucesos, hasta las malas noticias se presentan con un enfoque positivo. Así que no hay comparación posible.
–¿Cómo ve a España desde Emiratos Árabes?
–Con nostalgia y con preocupación. Lo primero, porque desde lejos se tiende a idealizar nuestro lugar de origen, sus olores, sus sabores... Y con preocupación porque en este año de pandemia me ha dado la impresión de que no hemos sabido aparcar las diferencias políticas para abordar los problemas sanitarios, económicos y sociales más inmediatos.
–¿Algún proyecto literario que se traiga entre manos?
–El periodismo se lleva todo mi esfuerzo. Por ahora.
–¿Y algo que la anime a volver a Santo Domingo de la Calzada, algún día?
–No hace falta nada especial. Tengo pendiente una escapada para reunirme con mis amigas del instituto y en cuanto se pase la emergencia sanitaria por el COVID, confío en Divina, la más organizada de aquel grupo, para que nos congregue a todas en alguna terraza frente a los jardines o en el Espolón.