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Sen Senra, cabeza de cartel en la segunda noche de conciertos de Actual. Justo Rodríguez
La rebelión de las máquinas

La rebelión de las máquinas

Actual presenta dos propuestas casi antagónicas, la intimista y minoritaria de Álex Serra & Totidub y la mayoritaria y comercial de Sen Senra

Diego Marín A.

Logroño

Martes, 4 de enero 2022, 01:00

Riojafórum, como epicentro de la programación musical del festival Actual 2021, que viene a ser siempre la carta de presentación y con más relevancia, ha ofrecido este lunes dos propuestas casi antagónicas. Primero, en la sala de cámara, Álex Serra & Totidub, y después, en el auditorio, Sen Senra. Con estos artistas, dejando atrás a Juan Perro, Ariel Rot, Rozalén y Kiko Veneno, se da un paso de gigante entre la 'vieja guardia' de la música nacional y la nueva.

La música de Álex Serra & Totidub es orgánica, a medio camino entre el 'reggae' y el 'dub', suave, casi 'house'. Recordó a aquellas propuestas desconocidas con las que arriesgaban los antiguos programadores Fran del Castillo y Jordi Gayoso en el Palacio de los Deportes de La Rioja, en unas sesiones que se alargaban hasta la madrugada. En cambio, esta nueva fue algo más vespertino, íntimo, recogido y, cabe decirlo, con apenas medio centenar de espectadores como público.

Lo cierto es que la propuesta ha sido diferente, original, pero de calidad. Una música elaborada en gran parte en el disco duro, aunque sin prisa, preciosista, creando atmósferas y muy simbolista. Álex Serra apareció descalzo a la guitarra junto a dos mesas con ordenadores y sintetizadores, una con el productor Toti Arimany y otra con la artista audiovisual Na Lua Visuals. Los tres, de la mano, crearon un directo delicado, que relajó, bajó las pulsaciones como un baño caliente, casi haciendo sentir una sanación espiritual. Y fue, pese a que pueda parecer increíble, un sonido muy bailable, y se bailó en el escenario y entre el público.

Animación previa al concierto de Sen Senra en Riojafórum, que acogió una cita doble con demasiadas sillas vacías en ambos espectáculos.

Entre los espectadores, pocos pero entregados, ha habido quien ha dibujado con plasticidad la música de Álex Serra & Totidub sin moverse del espacio de su asiento. Sobre el escenario, primero salió Ignasi Poveda (quien se presenta muy original y acertadamente en sus redes sociales como «hiperactivo cultural y 'bibliokarateca' de lo efímero y trascendental») para recitar y bailar; y, después, Gonzalo para ofrecer el 'Baile del alma' con un derroche de expresión corporal. En el bis, con la canción 'In the real world', ambos colaboradores han vuelto a aparecer juntos para representar, si no, quizá, improvisar, lo que sentían con la música, bailando en unos momentos mitad oníricos, mitad enervantes.

«Esto es lo real, esto que compartimos, el resto cae por su propio peso», se ha despedido Álex Serra en lo que ha sido algo más que un concierto, casi una experiencia mística, como si la Familia Arcoíris se hubiera despojado de las majaderías y hubiese centrado la creatividad y sensibilidad en este proyecto tan ambicioso, tan global, con ritmos 'reggae', 'dub', africanos y 'techno' que ha encantado a una minoría que ha agradecido el espectáculo aplaudiendo de pie al final. Ha sido algo marciano.

La expresión corporal de Gonzalo e Ignasi Póveda secundó la propuesta de Álex Serra. Miguel Herreros

Sen Senra, en cambio, es un músico más actual, nacido a la sombra de Soundtrack y que devuelve a un artista para el público joven al escenario grande del festival. Si bien antes había colaborado con Novedades Carminha y Julieta Venegas, el paso de gigante se lo ha propiciado cantar junto a C. Tangana, derivando del rap al 'trap'. Parecía natural que Actual acogiera en su programa a sonidos urbanos y modernos como el 'trap', de lo contrario sería seguir viviendo con los ojos cerrados, por muy fácil que sea.

Álex Serra, en un momento de su actuación. Miguel Herreros

La verdadera curiosidad de estos artistas es extraerlos de 'Spotify' y plataformas semejantes, separarlos de la inmediatez y otorgarles la pausa necesaria para disfrutarlos en directo, a ver si superan la prueba de enfrentarse al público, defendiendo las canciones sin la ayuda de la grabación y el diferido. Y es que las máquinas siempre parecen preparadas, para bien o para mal, para su propia rebelión.

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