IN MEMÓRIAM | JOSÉ ANTONIO AGUADO

Ese 'tío' del que uno quiere ser amigo

TAQUIO UZQUEDA

Viernes, 2 de septiembre 2022, 02:00

Nunca pensé que escribiría esto. Siempre pensé que mi amigo José Antonio Aguado me sobreviviría. Era cuatro años más joven que yo, hacía deporte desde su juventud, cuidaba mucho la alimentación... Es decir, tenía todos los números para una vida longeva. Pero el destino, en ... forma de una traidora enfermedad, ha truncado todas las lógicas.

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Nos conocíamos «de toda la vida». Una expresión muy riojana para decir «desde hace mucho tiempo», que en nuestro caso era verdad, porque él tenía dos años y yo seis cuando nos conocimos. Yo era amigo y compañero de pupitre de su hermano mayor, Juan Manuel.

Así que después de salir del colegio cogíamos la merienda y en invierno nos íbamos a su casa o a la mía a merendar y jugar antes de ponernos a hacer los deberes. La vida, después, nos llevó a cada uno por un lado, como suele ocurrir. Pero en el año 1978 Toño volvió a la Escuela de Arte de Logroño. Había estado becado en la Blume de Madrid a la vez que estudiaba Decoración.

Pero ese año le mandaban con la beca a Barcelona y decidió que, como no iba a vivir del atletismo, se venía a Logroño a acabar la carrera. Nos volvimos a encontrar por los pasillos de 'La Industrial'. Yo estaba preparando una exposición de plumillas.

Él ya pintaba al óleo y había protagonizado alguna exposición. Cuando terminó de estudiar montó un estudio de decoración y me invitó a colaborar con él en algún proyecto. En lo técnico, no en el plano artístico, que en eso era bastante mejor que yo.

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Hicimos infinidad de proyectos de decoración y artísticos juntos. El último, 'La Rioja Inabarcable'. Bueno, ese fue el penúltimo, que el último se nos ha quedado en el tintero.

Toño fue un gran artista, pero sobre todo fue una buena persona, uno de esos hombres al que cuando conoces dices: «Coño, yo quiero ser amigo de este tío».

Después del pequeño estudio de decoración montó una tienda de muebles y regalos que años después convirtió en la galería 'Aguado, Centro de Arte y Diseño' y que fue hasta su cierre un referente en Logroño. También dio clases de pintura, con una paciencia infinita, me consta, enseñando a sus alumnos todos sus conocimientos, sin guardarse nada.

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Además, siguió pintando y exponiendo con asiduidad, siempre con notable éxito. Y sin olvidar la fotografía, otra de sus pasiones.

Para mí, más que un amigo fue un hermano. Era al único al que hacía un poco de caso cuando me recriminaba alguna cosa. Bien pensé que pronto le darían la Medalla a las Bellas Artes de La Rioja porque se la merecía de sobra, por su trayectoria artística y humana. No sé si puede darse a título póstumo...

Desde donde estés, seguro que me estás viendo y pensando eso que me solías decir: «Pero no seas muy canso». Esta vez, Toño, no te voy a hacer caso.

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