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Querido Tom

Querido Tom

Wolfe se convirtió en reliquia, peroreliquia divertida. Con sus trajes de tres piezas, el borsalino, el zapato de la piel de la mejor ternera italiana: ya sólo Talese se viste igual

Jorge Alacid

Logroño

Miércoles, 16 de mayo 2018, 12:48

La muerte pone a Tom Wolfe en su sitio: el panteón de las leyendas. Menores, más o menos. También nos pone a sus seguidores en una coyuntura opuesta: la vida. Volvemos a ser niños, adolescentes con la testosterona a flor de piel que buscan en ... las estanterías de casa lo que no encuentran. La vida, precisamente. El testimonio de que otros mundos son posibles. Y de que existen otras maneras de contar eso, la vida. Precisamente. Que no es el universo limitado y gris marengo de nuestros padres, porque los padres siempre habitan (habitamos) esos territorios donde nunca pasa nada. Y por el contrario en el país de Wolfe ocurría siempre algo, algo emocionante, relatado con una fluidez verbal que parecía a ratos escritura mecánica, filtrada a través de una experiencia a menudo lisérgica. Leer a Wolfe cuando uno ni siquiera aspiraba a ser periodista sí que te ponía en tu auténtico sitio. Una cura de humildad que al fondo, mientras imitabas sin éxito sus voces y sus ritmos, encerraba en realidad un punto de soberbia. La vanidad era eso.

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