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Nació Santo Domingo de Silos en torno al año mil en la villa riojana de Cañas. Estuvo durante su mocedad cuidando del rebaño familiar hasta que la fe lo llamó con brío. Asistido por el párroco de su pueblo y por otros frailes de la comarca, profundizo Domingo en la Biblia y en otros textos sagrados para, finalmente, convertirse en sacerdote. Año y medio permaneció en la parroquia de Cañas, pero se decantó por la vida eremítica, según la tradición, en una cueva cercana a Laguna de Cameros.
'Vida y milagros de el thaumaturgo español, Moyses segundo, redemptor de cautivos, abogado de los felices partos, S.to Domingo Manso, abad benedictino, reparador de el Real Monasterio de Silos', disponible en http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000086259
'Santo Domingo de Silos', por Minguet e Yrol, Pablo (s.XVIII), disponible en: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000152561
Ingresó más tarde en el monasterio de San Millán de la Cogolla y bajo la Regla de San Benito permaneció en la Cogolla, siendo muy pronto elegido prior de Santa María de Cañas, que dependía de San Millán. Con apenas medios materiales se las arregló Domingo para restaurar y consagrar el templo.
Tras la gran labor emprendida en su localidad natal, fue requerido otra vez Domingo por los monjes emilianenses, que lo nombraron prior. Todo iba miel sobre hojuelas en el valle del Cárdenas hasta que el rey García Sánchez III de Navarra, Don García de Nájera, exigió al monasterio la entrega de bienes para su propio beneficio, a lo que Domingo, hombre de gran temperamento, se negó en rotundo. El contencioso fue a más y, pese a la mediación del abad, no le quedó otra alternativa al de Cañas que exiliarse en el reino de Castilla, donde fue acogido por el rey Fernando y designado abad del monasterio de San Sebastián de Silos, en Burgos. No distaban el uno del otro demasiadas leguas, pero había una frontera de por medio.
Desde ese instante, en los albores de 1041, se dedicó el riojano a la reparación material y espiritual de Silos, que tenía sus orígenes en la época visigótica.
Por desgracia, apenas quedan vestigios de la restauración material llevada a cabo por Domingo, quien amplió el pequeño templo de una sola nave en una pequeña basílica de tres naves. Es improbable que a lo largo del mandato de Domingo en Silos –nada menos que tres largas décadas– comenzaran las obras del tan ahora admirado claustro románico.
Sin embargo, todavía quedan testimonios del impulso que Domingo dio al scriptorium monástico, aprendido en San Millán de la Cogolla, scriptorium que elaboró obras de gran calidad, como las 'Etimologías isidorianas' (1072), hoy en la Biblioteca Nacional de Francia.
Falleció Domingo el 20 de diciembre de 1073, siendo enterrado en el exterior, junto a la puerta de la iglesia, como era costumbre. Dos años después, sin embargo, fue exhumado y colocado su cuerpo en un nuevo sepulcro en la nave del Evangelio, lo que suponía de facto su canonización. El monasterio pasó de llamarse San Sebastián a Santo Domingo de Silos.
Reportajes sobre el pasado y las señas de identidad de La Rioja, y consejos para poder leer de manera virtual obras maestras escritas por nuestros antepasados
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