El príncipe bombero

Realizador de prestigio considerado una voz personal, de verso libre y sin prejuicios, reafirmó su aura propia con 'El ornitólogo' (2016), una pieza que contiene y resume la particularidad de su mirada y su inclinación por la forma. Con 'Fuego fatuo' da un paso todavía más al frente, va a tumba abierta y completa una propuesta de apenas setenta minutos creativos, asumiendo riesgos con su ingeniosa puesta en escena y planteamiento peleado con el espectador.

Largometraje difícil resuelto en clave musical. Un musical no en el sentido estricto del género y del término sino una reinterpretación de su lenguaje llevado a su nivel básico. A ello hay que añadir un arco temporal amplio que alcanza una sensación distópica nada disimulada.

La acción comienza en el año 2069 sin alardes escenográficos. En esta época, el príncipe Alfredo, antes de fallecer, rememora algunos pasajes de su vida. Acto seguido, un flashback nos sitúa en 2011. Y a partir de aquí se desgranaran una serie de ideas y preocupaciones que se abordarán en años sucesivos hasta volver de nuevo al 2069 para dar por finalizada esta curiosa alegoría sobre el cambio climático y otras cuestiones.

Y sí, el cambio climático, el mal manejo de la tierra, los incendios, el colonialismo y, como aporte más reciente, el covid, se entrecruzan como lecturas vivas y preocupantes junto al descubrimiento de la sexualidad por parte de Alfredo. Un príncipe a contracorriente, cercano a posturas republicanas, se alista como aprendiz de bombero y tiene experiencias sexuales cercanas a la pornografía.