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josu eguren
Viernes, 13 de febrero 2015, 12:59
Hace apenas dos meses, buena parte de las broncas cinéfilas de tasca y carajillo estaban monopolizadas por la discusión en torno a las teorías que el astrofísico Kip Thorne expresaba a través de Christopher Nolan en 'Interstellar'; los agujeros de gusano, el origen del universo, ... las puertas interdimensionales... toda una cháchara que James Marsh concreta derramando una nube de leche sobre una taza de café en la que las gotas blancas se difuminan al contacto con una corriente en espiral. ¡Bang!, ¡Metáfora! Eso es todo lo lejos que se propone llegar 'La teoría del todo' tras una arranque didáctico en el que el personaje dibujado a partir de las memorias de Jane Hawking (el primer amor del autor de 'Breve historia del tiempo') se debate entre la física cuántica y la probabilidad matemática de la felicidad.
Enfocando a su personaje como si se tratase de un atleta del intelecto encerrado en un cuerpo sin significado, Eddie Redmayne hace gala de variados gestos y trucos de actor esforzado que tanto gustan a los académicos. Son más grotescos y evidentes que los de la notable interpretación de Mathieu Amalric en 'La escafandra y la mariposa', pero al menos el director sabe encontrar un punto de comicidad en la tragedia personal que evita que todo el guión se despeñe por la ladera del dramatismo más desesperado.
Lo que no es tan sencillo de encajar es que la autora del texto original apenas despegue en protagonismo (hablamos de una actriz nominada al Oscar) y que se salde con excesiva discreción el historial de relaciones extramatrimoniales de las que Stephen Hawking hablaba sin rodeos en sus memorias. En toda película autobiográfica al uso siempre hay damnificados, y en este caso el personaje que más se resiente es el del amante consentido que fue el pilar de una relación extinguida por culpa de la enfermedad. El conflicto entre pragmatismo y fe apenas se atisba, y 'La teoría del todo' resulta en lo que quiere y puede ser un biopic resumido para espectadores sin tiempo para indagar en los placeres de la historia real.
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