MIKEL LABASTIDA
Viernes, 29 de enero 2016, 12:41
No hay personaje que se quede pequeño si quien lo representa es Ricardo Darín. Lo demostró en El baile de la Victoria, donde interpreta el papel de reparto de un famoso ladrón de bancos, en Una pistola en cada mano, en la que dio vida ... a un hombre que se lamenta, ante un desconocido en un parque, de la situación con su mujer en una de las historias cortas de las que se compone el filme, o en 'Relatos Salvajes gracias a Bombita, rol con el que venga, aunque sea a través de la ficción, a todos los que alguna vez nos hemos visto arrastrados por un sistema que nos oprime, que instrumentaliza nuestras vidas y que nos ningunea cuando intentamos plantarle cara.
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En 'Truman' vuelve a suceder, una película que podría hablar sobre la muerte, pero en la que el director Cesc Gay habla en realidad de la vida a través de la historia de Julián (Ricardo Darín), un enfermo terminal que recibe la visita de Tomás (Javier Cámara), una amigo de la infancia que vuela desde Canadá para acompañarlo durante cuatro días. Y Darín, con la naturalidad y verdad que le caracteriza, lo transmite de maravilla en un trabajo donde los actores están soberbios y con un director ante el que sólo queda rendirse al pasar por su lado.
La naturalidad de Darín (y la de Javier Cámara) es una de las grandes bazas de un filme que huye eficazmente del melodrama y las imágenes truculentas para hablar sin tapujos de la enfermedad y de la muerte, sin esquivar la extrañeza de episodios como acudir a una funeraria para elegir féretro o las reacciones de los demás ante un enfermo terminal. "Huelen a muerto y se asustan, no saben qué decir", dice en un momento dado el personaje de Ricardo Darín al notar cómo le esquiva un compañero de trabajo. Un ejercicio de contención con el que Darín y Cámara se llevaron la Concha de Plata (compartida) a la Mejor Interpretación Masculina en el Festival de San Sebastián y por el que aspiran también al premio Goya (Darín como actor protagonista y Cámara en el de reparto).
Darín es un experto en premios prácticamente desde que hizo su primera aparición en la pantalla grande. Nacido en Buenos Aires alcanzó cierta fama en espacios televisivos como Alta comedia y en algunas telenovelas, labor que combinó con el teatro, que ha sido el lugar en el que se forjó profesionalmente.
Cuando interpreta en el cine Perdido por perdido, de Alberto Lechi, hay quien lo descubre y aplaude con entusiasmo, aunque ya había participado en títulos como Los éxitos del amor, El desquite o La Rosales. La popularidad, sobre todo en España, le llega con El hijo de la novia, exitoso filme que permitió que después se revisasen cintas anteriores como El mismo amor, la misma lluvia o Nueve reinas. Fuera de Argentina directores como José Luis Cuerda o Trueba cuentan con él. Mientras que en su tierra natal los suyos no le olvidan y le siguen regalando joyas, como la que le otorgó Campanella, al escribirle el protagonista de El secreto de sus ojos, que luego ganaría el Oscar.
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El actor, que ya fue candidato al Goya por El baile de la Victoria, por El secreto de sus ojos y por 'Relatos Salvajes', regresa a la gala para enfrentarse en esta ocasión a Pedro Casablanc, Luis Tosar y Asier Etxeandia.
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