![El Prado descifra los enigmas de Marinus van Reymerswale](https://s1.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/202103/08/media/cortadas/Marinus-RGmXxmraCEMr3pNmheOBrfI-1248x770@RC.jpg)
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«Todos hemos visto un cuadro suyo y recordamos 'El cambista y su mujer', pero muy pocos identificarían a su autor como Marinus van Reymerswale, un pintor tan apreciado como enigmático». Lo dice Miguel Falomir, director del Prado, museo que acoge hasta el 13 de junio la primera exposición dedicada a este singular, misterioso y repetitivo maestro neerlandés. Encasillado injustamente como el pintor de la avaricia y la usura, fue pionero en reflejar las finanzas, el dinero y el comercio como motores de progreso. Alternó sus cuadros de cambistas, banqueros y prestamistas con otros religiosos y místicos que también versionaba sin cesar.
Se conocen solo 26 cuadros de Marinus, nacido hacia 1489 en la ciudad holandesa de Reymerswale. Cinco de ellos están en el Prado, que atesora la mejor colección del artista. Entre ellos, dos versiones de 'El cambista y su mujer'. Son las estrellas de una exquisita exposición que reúne diez pinturas de Marinus, consagrado en la primera mitad del siglo XVI en la floreciente Amberes, donde la actividad financiera era un pujante negocio.
Sus cuadros son populares gracias a los manuales y textos financieros que los incluyeron. Sobre todo los de la pareja de cambistas del Prado, restaurados para la ocasión, al igual que 'La virgen de la leche', también del museo. Todos brillan con nuevo esplendor junto a las joyas inéditas en España prestadas por el Hermitage y el Louvre: 'El tesorero municipal' y 'Recaudadores de impuestos', obras de 1530 y 1535 en las que Marinus sí caricaturiza a sus retratados. El Museo de Gante y el Thyssen ceden otras dos versiones de 'La vocación de San Mateo'.
«No se le debe encasillar como pintor de la avaricia y la usura. Aunque las refleje en algún cuadro, renueva una tradición crítica con los prestamistas y banqueros y aporta una visión más amable y con elementos favorables hacia las finanzas y el dinero como factores de progreso», dice Christine Saidel, comisaria de una muestra histórica a pesar de su modesta dimensión.
La exposición despeja enigmas en torno a un artista que pintaba por temas y hacía muchas versiones de sus exitosos cuadros, «con los que aporta por primera vez una mirada positiva hacia los profesionales del dinero y revierte, con 'El cambista y su mujer', la tradición de una mirada negativa hacia las profesiones financieras que ha sido muy cruenta desde la Edad Media», insiste Siedel, conservadora en la Staatsgalerie Stuttgart y exbecaria de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson en el Prado.
De sus apreciados lienzos de San Jerónimo, inspirados en Durero, la muestra ofrece tres versiones. El más antiguo es 'San Jerónimo en su celda' (1533), de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Las otras son versiones de 'San Jerónimo en su estudio', ambas pintadas en 1541 y pertenecientes al Prado, que también las ha restaurado para esta muestra.
Las encuadernaciones de los muchos libros y las monedas que aparecen en sus pinturas muestran la genialidad técnica de Marinus para reproducir los elementos materiales de su entorno. Es posible identificar monedas de oro y plata de diferentes países de Europa, como el vlieger de Carlos V o los excelentes de los Reyes Católicos. Como los libros con encuadernación de bibliotecas que aparecen en las pinturas del dubitativo San Jerónimo y los de archivos en las oficinas de los contables. La comisaria destaca también cómo «la excéntrica indumentaria de los personajes aleja los cuadros del mundo de sus contemporáneos y les dota de un carácter teatral».
Con motivo de la muestra se publica una pionera monografía que analiza cómo sus retratos contribuyeron a conformar a lo largo de los siglos la imagen de financieros, recaudadores, banqueros y cambistas. Y cómo su repetición dio pábulo a la idea de que muchos de ellos habían salido de su taller, no de su propia mano. La investigación demuestra que los sutiles cambios tanto en las expresiones de los personajes como en las anotaciones de los libros de cuentas que pintaba ratifican su autoría. Que introducía los cambios para complacer el deseo de exclusividad del comprador.
Marinus crea su nombre tomando el de su ciudad, en la provincia de Zelanda, al sur de los Países Bajos, que fue devastada por sucesivas inundaciones y que hoy no existe. Poco sabemos de él, más allá de que trabajó a la sombra de grandes maestros de la pintura neerlandesa, como Quentin Massys, y que murió entre 1546 y 1556.
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