Recientemente leí un cuento de Mamerto Menapace, monje y escritor argentino, titulado 'La ciudad de los pozos'. Habla de una ciudad cuyos habitantes eran pozos vivientes. Los había ostentosos de mármol, sencillos de ladrillo o madera, o simples agujeros en la tierra. Un día escucharon ... que en las ciudades de los humanos la última moda era cuidar más la belleza interior que la exterior. Los pozos se llenaron con libros, cuadros, tecnología y hasta con joyas. La competición continuaba y algunos decidieron expandirse a lo ancho, lo que provocó que muchos acabaran juntándose y perdieran sus identidades. Uno de los pozos pensó que se debía crecer en profundidad, pero el peso de las cosas acumuladas impedía excavar. Con gran temor, decidió vaciarse de los 'tesoros' y comenzó a profundizar, tanto que encontró agua, y tanto que el agua emergía y salpicaba el terreno, convirtiéndolo en un lugar bello y fértil.
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No es banal el relato pues la inmensa mayoría de los acontecimientos que vemos y padecemos proceden de esa sequía en valores o de ese abarrotamiento en 'joyas' como la intolerancia, la deshumanización, la avaricia o el egocentrismo.
Tengo que confesar que todas me pesan pero algunas me desesperan, por ejemplo los crecientes casos de violaciones en grupo y por parte de menores. Orientadores, psicólogos y otros profesionales indagamos en las causas probables y las medidas preventivas. Entre las causas está el uso precoz e indebido de las pantallas. Un 69,8% de población entre los 10 y 15 años posee móvil y más del 90% de ellos tiene acceso a internet. Un acceso, generalmente no tutelado, donde niños y adolescentes pueden encontrarse con situaciones lesivas para su 'pozo', y visionados que les roban la inocencia y banalizan la violencia en general y la sexual en particular. El psicólogo Javier Urra advierte de que el consumo precoz de pornografía triplica los delitos sexuales de menores. Estas líneas son una llamada a las familias. Está en nuestras manos el uso que hacen de la tecnología y es nuestra obligación que su 'pozo interior tenga el agua que hace brotar la empatía, la generosidad y la igualdad'.
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