Miembros de 'Extinction Rebellion' protestan ante el 'Guernica' durante a cumbre de la OTAN celebrada en Madrid en junio. Reuters
En el Museo Reina Sofía

Policías invisibles para vigilar el 'Guernica'

La pinacoteca pública incrementa las medidas de seguridad en torno a la universal obra de Picasso tras la cadena de ataques a iconos del arte como 'Las majas' de Goya o 'Los girasoles'

Miércoles, 9 de noviembre 2022, 01:17

El 'Guernica', la universal obra de Picasso y el gran tesoro del Museo Reina Sofía, siempre ha tenido una vigilancia especial. Ahora que los atentados contra iconos del arte se suceden por toda Europa, y que han llegado al vecino Museo del Prado, que vio ... como el pasado sábado los ecoactivistas pegaban sus manos a 'las majas' de Goya y dañaban su marcos, las medidas de seguridad en torno la gran y vulnerable tela de Picasso se han reforzado.

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Hay una discreta vigilancia policial en la sala que acoge la pintura, sin cristal protector, rodeada de cámaras y con un alarma que salta cuando alguien se acerca demasiado a la tela en la planta segunda del edificio Sabatini. Eso sí, los responsables del museo, con su director Manuel Borja Villel a la cabeza, eluden dar detalles sobre las circunstancias de esta «reforzada y discreta» vigilancia y los efectivos y métodos para no dar pistas a posibles atacantes.

«Sabemos que el riesgo cero no existe y que los ataques, que se han reproducido en estas fechas, se han dado de siempre», reconoce el director del museo, que presentaba ayer una muestra de la colección de Susana y Ricardo Steinbruch, magnates brasileños y benefactores del museo.

El Reina Sofía ha llegado a tener cuatro millones de visitantes en los años anteriores a la pandemia. Un torrente humano atraído por la tela que Picasso pintó en 1937, la indiscutible joya de la colección que al llegar al Reina Sofía se liberó de la horrísona urna de vidrio antibalas que la protegió en el Casón del Buen Retiro, su primer emplazamiento al regresar a España en 1981 desde el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

Allí fue atacada el 28 de febrero de 1974. Tony Shafrazi un activista contra la guerra de Vietnam, escribió con espray rojo sobre la tela la frase 'Kill lies all' (Muerte a todas las mentiras), en protesta por el perdón que el presidente estadounidense Richard Nixon concedió al militar William Calley, sentenciado a cadena perpetua por sus acciones en la masacre de My Lai en el país asiático. El ataque no tuvo graves consecuencias para el lienzo de Picasso, gracias a la capa de barniz que el MoMA le había dado.

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Ajetreo viajero

El 'Guernica' había viajado por medio mundo antes de recalar en Nueva York y llegó a exponerse en un concesionario de coches. Un ajetreo que afectó mucho al lienzo, que para cada viaje era enrollado y desenrollado. Hoy es un pieza imprestable, según el inamovible criterio de los técnicos que certificaron hace años su fragilidad. Pero la potencia simbólica de la obra y su universalidad es también un poderoso imán para quienes buscan publicidad y un amplificador para cualquier causa a través de un acto vandálico que tendría difusión inmediata y global.

Tras la olas de atentados con sopa de tomate y puré de verduras contra pinturas como 'Los girasoles' y 'El sembrador' de Van Gogh, 'La joven de la perla' de Vermeer , y con pegamento de cianocrilato contra 'Las majas' en el Prado, en el Reina «se han reforzado unas medidas de seguridad que ya eran bastante estrictas, especialmente en la sala del 'Guernica'» ¿Vigilancia policial? se le pregunta a Borja Villel. «Sí», asiente disculpándose por no poder dar más detalles sobre unas mediadas de seguridad que considera «suficientes». «Son secretas, pero se suman a las de siempre», aclara aludiendo a los arcos de seguridad y las restricciones para bolsos, mochilas, bebidas, alimentos y objetos como paraguas.

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Eso sí, al director le parece «un poquito exagerado» que haya castigo penal, como se ha demandado ya desde el Grupo Popular cuando una sala tenga que se clausurada por una alteración, aunque no se haya dañado ninguna obra.

Acciones «coyunturales»

Las mediadas de seguridad son «coyunturales» y dependen de distintas variables. «Hay otras exposiciones con mucho menos tirón, esas que a veces se definen como de papelitos y vitrinas, que apenas necesitan protección», reconoce risueño el director del Reina Sofía. Habla de muestras que algunos denominan 'manoladas' en las que se exploran territorios y artistas en la antípodas de la cultura de masas y de digestión difícil para público no especializado.

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«Cada una exige un análisis de seguridad» explica. «Hay obras que se exponen en el suelo o muestras que visitan grupos de adolescentes con la testosterona por las nubes que obligan a revisar con cada propuesta las medidas de seguridad con miles de reuniones en que se va yendo sala por sala y obra por obra».

Reiteró Borja Villel la importancia de «descolonizar el pensamiento colonial» de los museos, aunque sin explicitar si han recibido directrices en este sentido desde el Ministerio de Cultura. «Es algo estaba en el proyecto del Reina Sofía desde el principio: Europa tiene que darse cuenta de que su categoría está ligada a la colonialidad», dijo.

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El director del Reina Sofía abordó también cuestiones como las de localizar las posibles obras incautadas durante el franquismo, asegurando que en su caso no hay piezas que devolver. «Nuestro caso es al contraio: hemos ido recuperando cosas y no tenemos ninguna lista ni obras susceptibles de devolver. A diferencia de otros museos, nuestra colección es contemporánea y hay muy poquito que devolver y restituir: de hecho, recuperamos cosas en el exilio», apuntó.

Rcardo Setinbruch ante algunas obras de su colección. efe

Arte en el filo de la navaja

Susana y Ricardo Steinbruch conforman un adinerado matrimonio brasileño que comenzó hace tres décadas a coleccionar un tipo de arte que se mantiene en el filo de la navaja. Obras rompedoras, criticas y a contracorriente de creadores que cuestionan las bases y las convenciones del arte y que lo practican como un suerte de activismo social a ambos lados del Atlántico.

Instalados en España desde hace dos años, los magnates brasileños han cedido varias obras al Reina Sofía. Ahora exponen por primera vez el museo público un centenar de piezas del millar largo que conforma su colección, para la que no descartan que tenga un futuro español. Bajo el título 'Un acto de ver que se despliega', estará en cartel hasta marzo próximo en la planta uno del Edificio Nouvel del Reina Sofía.

La coleccionista Susana Steinbruch explicó el origen de su colección -hace 32 años-, «por nacer en una familia involucrada con el arte». «Es algo que está en mi sangre, y me di cuenta de que no podía vivir sin el arte. Pero a veces uno se pregunta ¿qué vamos a hacer? Porque es una relación muy personal con la obra, de mucho trabajo e involucración con los artistas», dijo.

Se trata de una selección compuesta por más de cien obras de diferentes autores, centrada, sobre todo, en la contemporaneidad latinoamericana –especialmente brasileña–y en las prácticas artísticas que tuvieron lugar de mediados a finales del siglo pasado en Europa del Este.

Tras la reordenación de la Colección del Museo Reina Sofía hay casi una treintena de obras que de la colección Steinbruch de autores como Mladen Stilinovic, Mangelos, Marcel Broodthaers, Hércules Barsotti, Luiz Sacilotto, Waldemar Cordeiro, José Leonilson, Edward Krasinski, Geta Bratescu, o Regina Silveira.

«No es la primera vez que mostramos una colección privada en el museo, y creo que es importante contar con ellas porque tienen un sentido que va de lo particular a más allá», dijo Manuel Borja Villel, quien remarcó que las colecciones privadas «no tienen por qué ser discursivas».

Al margen de Cildo Meireles, Lygia Clark o Lygia Pape, para el gran público hay pocos nombres familiares entre los artistas presentes: Fernanda Gomes Mira Schendel, Danh Vö; Mathias Goeritz, Regina Silveira, Sergio Camargo, Marisa Merz, Artur Barrio o Sanja Iveković, entre muchos otros.

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