«No he tenido jamás ningún problema con los hombres», asegura Sanz. José María Rodríguez

«El placer de la mujer más allá de lo reproductivo da miedo»

Marta Sanz | Escritora ·

Dialogante feminista de palabra y obra, y autora de una nueva novela que advierte sobre la deshumanización como la gran tragedia dispuesta a devorarnos, rechaza la cancelación y está a favor de separar las obras de arte de sus creadores

Sábado, 17 de febrero 2024, 18:01

Nadie como ella pronuncia estas palabras: «Ni soy una muñeca hinchable, ni solo soy un vientre». Madrileña nacida en 1967, escritora premiada y deliciosa en el trato, su nueva novela se titula 'Persianas metálicas bajan de golpe' (Anagrama). De pequeña, después de ver 'Sissi Emperatriz' ( ... 1956), se obsesionó con que su abuela le hiciese tirabuzones, pero ella, cuenta, «tenía el pelo tieso y la pobre mujer hacía lo que podía pero, finalmente, terminaba pareciéndome más a Bruce Lee que a Sissi». Es inteligente, también muy clara: «Cada vez me gustan más las cosas como más paletas y más confortables».

Publicidad

- Hay encuestas que recogen el malestar de muchos hombres: dicen llegar a sentirse en desventaja respecto a las mujeres...

- ... ¿desventaja? [Ríe] Lo que estamos intentando es tener una situación de igualdad entre hombres y mujeres, algo que hombres poco reflexivos, y probablemente también poco sensibles, pueden entender como una agresión, que no lo es en absoluto. Lo que se está procurando hacer, desde miradas progresistas, es simplemente intentar paliar esa desventaja histórica, algo que ya vemos que puede irritar ciertas sensibilidades carpetobetónicas.

- ¿En qué punto estamos?

- En un punto de machismo muy preocupante aún. Un informe de la ONU señalaba, recientemente, que si las cosas siguen como hasta ahora, la igualdad entre hombres y mujeres no se logrará hasta dentro de tres siglos. Es verdad que tenemos que mirar en positivo todos los logros, las cosas en las que hemos avanzado, pero sin perder de vista que aún quedan demasiadas cuentas pendientes.

- ¿Por ejemplo?

- No hay nada más que ver la violencia cotidiana, la violencia machista, los asesinatos. Cuando a las mujeres se las mata, cuando se practica sobre ellas la violencia vicaria, no se trata de sucesos puntuales, de casos de un señor al que se le va la pinza. Reflejan una violencia sistémica que, a la vez, forma parte de una violencia económica en la que las mujeres siguen sin estar consideradas en los puestos de trabajo como deberían estarlo, con remuneraciones más bajas y más contratos temporales que los hombres. La violencia que se produce dentro de las casas responde a una violencia estructural, económica, cultural. Nosotras no queremos agredir a los hombres, lo que intentamos es caminar hacia la igualdad.

- También muchos jóvenes dicen sentirse en el centro de la diana.

- Y quiero pensar que, frente a ese porcentaje tan alto de jóvenes que se sienten agredidos, hay también muchos que saben meterse en la piel de las mujeres, que entienden cuál puede ser la condición de vulnerabilidad de las mujeres y que las apoyan y son solidarios; en este tema de los jóvenes, quiero ver la botella medio llena.

Publicidad

Estigma

«Se fiscalizan los cuerpos de las mujeres como si formaran parte del rebaño de un pastor»

- El cardenal Víctor Manuel Fernández escribió hace años, con respecto al deseo sexual femenino, que «suele ser insaciable».

- La mujer que tienta, que manipula...; es algo que tenemos metabolizado dentro de nuestra cultura, algo que parece que nos viene de fábrica. Un pensamiento masculino que nos hace mucho daño a las mujeres. Hace poco he visto la película de Elena Martín Gimeno 'Creatura', donde se habla, precisamente, de cómo el placer y la sexualidad femenina están estigmatizados desde que eres una niña, de cómo el hecho de que una mujer pueda gozar y sentir placer la coloca en lugares que remueven todos nuestros tabúes culturales. Vemos cómo una niña que descubre la masturbación a una edad temprana se siente fatal, lo vive como una amenaza. La relación de las mujeres con la sexualidad sigue estando sojuzgada porque parece, por un lado, que si no tienes una sexualidad activa hasta cierto punto eres una frígida, una rara y una estrecha; pero, por otro lado, en cuanto empiezas a disfrutar de tu sexualidad con un poquito de más alegría, inmediatamente eres juzgada también. El placer de las mujeres más allá de lo reproductivo, del impulso de maternidad, da miedo. Creo que para entender todo esto nos tendríamos que remontar a los orígenes de las religiones y las antropologías, y a ese deseo de posesión del cuerpo de las mujeres; se fiscalizan los cuerpos de las mujeres como si formaran parte de un rebaño de un pastor.

Locas, temerarias

- ¿Con Eva empieza todo?

- Ya antes de ella [según una extendida interpretación rabínica] tenemos a Lilith, la primera mujer de Adán, que es directamente una arpía y se convirtió en un punto de referencia de los vampiros. Fíjese que Eva es expulsada del Paraíso por su afán de conocimiento, con lo cual nos encontramos con que atributos que para el género humano en su totalidad son positivos, como la curiosidad, el deseo de responsabilizarte de las riendas políticas de una determinada comunidad, el placer sexual, la valentía...; todos esos atributos que aplicados a un varón lo convierten en ejemplar, aplicados a la mujer las demoniza, se convierten en putas, en dominantes, autoritarias, locas, temerarias. Son aprendizajes culturales arraigados, que recorren toda la historia de la literatura y del arte, que tenemos metabolizados y de los que nos resulta muy difícil desprendernos, a mujeres y a hombres.

Publicidad

- ¿Cómo se maneja usted con los hombres?

- Perfectamente, no he tenido jamás en toda mi vida ningún problema con los hombres. Tengo un compañero desde hace ya casi 40 años, y tengo con mi padre una relación fabulosa; siendo un hombre de otra generación, he aprendido muchísimas cosas de él, porque es una persona abierta que ahora está atenta a mi sensibilidad y tomando conciencia de cosas que antes eran normales y ahora no lo son. Tengo la suerte de convivir con unos hombres abiertos, receptivos, con capacidad para reflexionar sobre su pasado y que son muy conscientes de nuestras fragilidades y de las suyas. Tengo también muchos amigos, y cuando me encuentro con otro tipo de hombres, por ejemplo con aquellos que se ven en la obligación de iluminarte y de ilustrarte respecto a temas en los que probablemente tú estás más versada, intento dialogar.

- ¿En qué medida se gusta más?

- En la medida en la que me siento honesta y creo que hago lo que debo hacer, de la mejor manera posible y dando lo mejor de mí.

- Tres mujeres han acusado públicamente al cineasta Carlos Vermut de ejercer sobre ellas violencia sexual. Lo han hecho pasado un tiempo...

Publicidad

- Es que, por un lado, hay conductas agresivas que habíamos asumido como parte de la normalidad, pero con el tiempo tú puedes tener conciencia de los sapos que te has tragado o de los malos ratos que te han hecho pasar; entonces, creo que estás en tu derecho de decirlo y denunciarlo. Por otro lado, hay que plantearse hasta qué punto determinado tipo de 'relaciones consentidas' se producen dentro de un contexto más amplio en el que predomina una relación de poder desigual. Todo esto, al mismo tiempo, se debe complementar con el hecho de que nadie puede sentirse indefenso frente a una acusación. Estamos ante un problema moral, legal y cultural gravísimo.

- Hay quienes ya han pedido que no se vean sus películas.

- Me preocupa mucho, desde un punto de vista teórico y cultural, que neguemos que el hecho de que un hombre haya podido ser brutal en su vida cotidiana, no tiene por qué desmerecer, anular o cancelar su obra, lo que él ofrece a los demás como artista. Estoy pensando en casos como los de Roman Polansky, Woody Allen y 'tropocientos' mil más. Pedir que no veamos las películas de Vermut es ridículo, porque una cosa es la autonomía de la obra y otra cuando un escritor o un cineasta es un delincuente y debe rendir cuentas en otras instancias; pero eso no lo desautoriza como un gran creador o un gran cineasta o un gran escritor.

Publicidad

Violencia sexual
«Pedir que no veamos las películas de Carlos Vermut es absolutamente ridículo»

- Parece que la opción de la cancelación gana adeptos.

- Yo no creo en la cancelación, pero sí en la necesidad de no perder el sentido crítico, desarrollar la comprensión lectora, entender que los textos artísticos no son literales y que tampoco tienen por qué ser edificantes; el problema es que estamos perdiendo concentración y atención en el momento de leer. De lo que se trata, en una sociedad democrática, no es de cancelar los artefactos culturales, se trata de enseñar a leer a la ciudadanía y de entender en qué condiciones se ha producido una determinada obra. A mí, por ejemplo, cuando hablan de que hay que quitar los componentes racistas o clasistas de 'Lo que el viento se llevó' me parece que lo que implica eso es no entender esta obra. Y además, creo que si tú modificas o estilizas ese tipo de aportaciones culturales, pierdes la referencia para entender lo que ha sido el progreso y en qué hemos progresado. Se habla de cancelación muy alegremente.

- Hablemos de lo políticamente correcto.

- Cuando se dice que estamos cayendo mucho en lo políticamente correcto, se habla desde la perspectiva de una clase cultural dominante que está perdiendo sus privilegios, y a la que le hacen gracia determinadas cosas que ya no hacen gracia. En el concepto de lo políticamente correcto también se incluye, de algún modo, cierto miedo a que la sociedad se pueda afrontar desde otras miradas que no son las que han llevado la voz cantante. Lo que era de toda la vida de determinada manera ahora parece que se nos hace bola. Estamos en un momento de conflicto y transformación.

Noticia Patrocinada

Futuro clausurado

- ¿Por qué el título de 'Persianas metálicas bajan de golpe' para su nueva novela?

- Sugiere de entrada ruido... Es una novela en la que hay acumulaciones de palabras, de estímulos culturales de la alta y de la baja cultura, y lo que busco es que los lectores intenten encontrar el lado perfecto de los diapasones entre todo ese ruido al que estamos sometidos todos los días.

- ¿De qué tiene la sensación?

- La tengo un poco de futuro clausurado. Creo que hemos formado parte de una generación muy afortunada en la que teníamos la sensación de que nuestros hijos y nietos iban a vivir mejor que nosotros; pero con la pandemia, el cambio climático, las crisis económicas, las 'fake news'... esto lo ponemos en duda.

Publicidad

Machismo «preocupante»

«Si las cosas siguen como hasta ahora, la igualdad entre hombres y mujeres no se conseguirá hasta dentro de tres siglos»

- ¿Sobre qué advierte en su nueva obra?

- La gran advertencia: se habla de una sociedad altamente tecnologizada en la que la tecnología, en lugar de ayudarnos a vivir mejor, se convierte en un instrumento de alienación; se habla de una tecnología que se va sofisticando y adquiriendo cada vez más lenguajes y referentes culturales, y ahí podríamos colocar a la inteligencia artificial; y vemos cómo ese desarrollo del lenguaje de las nuevas tecnologías va en paralelo al deterioro de la memoria, la capacidad de comprensión y la riqueza de léxico y sintaxis del género humano.

- ¿Vive inquieta?

- Creo que, como casi todo el mundo, vivo un momento de incertidumbre porque me preocupa mucho que se pueda desarticular todo lo que tiene ver que con lo público; me da mucho miedo el deterioro de la sanidad y de la educación públicas, y también esos mantras buenrollistas que te dicen que 'si quieres, puedes', porque creo que la igualdad de oportunidades es falsa en la medida en la que no todos partimos del mismo origen. Hay personas que tienen que bracear muchísimo más que otras para llegar al mismo lugar. Y creo que ese desgaste, que es físico, psicológico, cotidiano, hay que tenerlo en cuenta y no provocar frustraciones con el 'si quieres, puedes'. ¿Puedes? Seguro que no tanto como los que han nacido en una familia estupenda y privilegiada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad