El quinto MUWI La Rioja Music Fest ha dejado una sensación agridulce, con dos caras muy distintas en sus jornadas que vienen a representar el contraste entre el deseo y la realidad. Porque si bien el festival comenzó el viernes cumpliendo las expectativas, llenando con ... las apenas 800 personas a las que se limitó el aforo en el patio de Bodegas Franco Españolas de Logroño, el sábado se presentó la desagradable revelación: el público es un... caprichoso. Apenas 400 espectadores.
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Pero este no es un problema propio del MUWI sino un mal endémico actual en La Rioja, que desde hace tiempo no arrastra tanto público como esperan los programadores culturales. Por aquí han pasado recientemente Sergio Dalma y en dos sesiones no sumó ni 1.000 personas, Estrella Morente no reunió a más de 350 y Mikel Erentxun ni 150. Puede que se aluda al interés que puede suscitar el artista, pero Lola Índigo, una de las más relevantes en España actualmente, no llegó al 50% del aforo permitido en la plaza de toros La Ribera (3.000) el pasado sábado y aunque Aitana, otra 'top' que actuará el viernes en Logroño, ya ha vendido el 90%, está por ver que llene. Ojalá.
Cabe señalar una curiosa y significativa circunstancia. El cartel del MUWI del viernes tenía un marcado protagonismo femenino, con DJs Tangerine Sistas, la cantante de Apartamentos Acapulco y, sobre todo, el atractivo y poder de convocatoria de Nita Manjón (Fuel Fandango). El resultado fue casi un lleno con un público mayoritariamente femenino. El sábado, cuando la presencia femenina en el programa se limitó a la cantante de Fizzy Soup, el público fue masculino y se redujo a la mitad. La mujer es desde hace años la principal consumidora de cultura, la que compra y lee libros, acude al teatro, al cine, a los conciertos y a los museos. Hay que reconocerlo, los hombres nos estamos idiotizando con el fútbol mientras la mujer se culturiza y nos pasa por encima intelectualmente.
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lo peor
Capítulo aparte merece la normativa de seguridad por el COVID-19, que permite comer y beber en el cine, sentado frente a la pantalla, pero no viendo un concierto. Que propicia aglomerarse en la celebración de una victoria electoral, pero no en un festival. Que acepta el hacinamiento en La Laurel y el botellón del parque del Ebro pero exige guardar la distancia interpersonal en un evento cultural. Las normas se entienden cuando son para todos, no para algunos. Y la cultura habitualmente reúne a público con dos dedos de frente que se comporta.
Lo mejor de MUWI fue no solo los conciertos de Apartamentos Acapulco y Cala Vento, superiores a los cabezas de cartel, sino que el público demostró saber comportarse. El festival ha podido ser una prueba, ahora, basta de injusticias. Hay bares que han celebrado fiestas ilegales y hasta vendido droga que permanecen abiertos. Ni un solo teatro, cine, librería o concierto cerrado ya. La cultura nos hará libres.
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