Remedios Zafra
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Remedios Zafra
Practica una amabilidad tan detallista que la convierte en una especie en peligro de extinción. Cordobesa nacida en 1973, investigadora en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), está habituada a que sus ensayos sean premiados: 'El bucle invisible', 'El entusiasmo', ' ... Las cartas rotas'...
- ¿Por qué le gusta tanto vestir de negro?
- [Sonríe] Usar el mismo color es una forma de invisibilizar el cuerpo que ayuda a centrarse en lo que una dice. Cuando son las palabras las que cambian y el fondo es estable -un vestido negro con cabeza en blanco-, entiendo que la concentración va a lo que se dice, como si fuera menos imagen y más sonido, ojalá que también más 'sentido'. Pero en voz baja le diré que vestir de negro también hace más sencilla y cómoda la vida, especialmente si ves poco.
- ¿Qué le resulta curioso?
- Temiendo que las máquinas se parezcan cada vez más a los humanos, pasamos por alto que los humanos se parecen demasiado a las máquinas.
- Dice Agustín Fernández Mallo que somos una sociedad infantilizada. ¿Lo comparte?
- Lo compartiría si hablamos de una sociedad mediada por máquinas, egoísta y tutelada, entretenida en la pantalla y las redes. Coincido con esa precisión de 'infantilizada' y no 'infantil'; es decir, sobre la que se ejerce un poder que aviva el deseo y la satisfacción rápida, tratando a las personas como usuarios y no como ciudadanos con exigencia adulta. Sin embargo, si tuviera que definir la sociedad actual diría que somos una sociedad angustiada, desorientada con las presiones que acechan como sentencias sobre las que no sabemos intervenir y que aumenta y normaliza la adicción a las pastillas: ansiolíticos, tranquilizantes, etcétera.
- ¿De qué somos esclavos?
- La esclavitud supone la pérdida de libertad. Y en determinados lugares del planeta hoy presumimos de mayores grados de libertad, sin embargo pasamos por alto hasta qué punto las elecciones que nos definen como 'libres' están previamente condicionadas en carriles, cómo la vida se parece cada vez más a un formulario. Es fácil asumir que la libertad viene de poder elegir 'a' o 'b', dando por sentadas las categorías y normas. Pocas veces nos preguntamos si podemos salir de ese formulario, si podemos cambiar las casillas, repensar las reglas del juego… Asumimos que si todos lo hacen hemos de hacerlo. En cierto modo creo que hoy no solo somos esclavos de la tecnología sino de las lógicas que hacen prevalecer el valor de los grandes números.
- ¿Cómo salir de lo que usted llama 'autoexplotación'?
- Creo que es importante entender ese 'auto' como algo que se refiere más a un nosotros que a un yo. Solo hay que observar que cuando algo le sucede a muchos es altamente probable que no sea coyuntura sino estructura lo que se está forjando. Entender que es un problema social requiere una respuesta colectiva. En mi libro 'Frágiles' establezco una comparación que pretende ser propositiva entre capitalismo y patriarcado para ver las analogías de formas opresivas que generan subordinación y autoexplotación, haciendo sentir a los que la sufren responsables de la misma. Como 'desvío' frente a este poder propongo tantear la sororidad feminista en la colectividad laboral y sindical, la alianza y complicidad entre trabajadores frente a la rivalidad competitiva que hoy se promueve.
- ¿Recuerda los años en los que se debatía y reflexionaba sobre qué haríamos con tanto tiempo libre, con nuestro ocio?
- Es difícil contener la risa y el llanto con este asunto, pues era un futuro que operaba como acicate y, sin embargo, la tendencia ha sido justamente opuesta y la apropiación de los tiempos propios por parte del trabajo y de las tareas de autogestión derivadas del tecnocapitalismo dibujan el reverso de aquella idea. Si ese era el mundo pronosticado y este el resultado, es un buen ejemplo para desconfiar de muchos pronósticos.
- Hemos vuelto a la dependencia casi absoluta del trabajo...
- El trabajo se ha infiltrado como la identidad predominante en nuestras vidas. Y es curioso que los avances en inteligencia artificial lejos de librarnos de los trabajos más pesados, materiales o burocráticos nos ha saturado más con tareas de 'autogestión' y con el encadenamiento de tareas mediadas por tecnología que parecieran que nunca terminan, no solo por estar expuestas a la ventana pública y a la conexión permanente, sino porque 'nosotros' y nuestra reputación vamos adjuntos y visibles en el escaparate-mercado que es Internet.
- ¿Qué estamos haciendo muy mal como sociedad?
- Haber cedido el poder al mercado, alimentar el valor que anima a enriquecerse y a esquilmar recursos como motor que pasa por encima de las vidas y del planeta y que aumenta la desigualdad. Seguir construyéndonos en las diferencias como base de conflicto y desigualdad, instrumentalizar la vulnerabilidad para someter a otros… La lista es larga.
- Neruda escribió 'Confieso que he vivido'. ¿Cómo ha sido su vida: un regalo, una tempestad…?
- Ha sido y es eso, y mucho más, en distintos momentos y al mismo tiempo. Tener conciencia de nuestra existencia es algo extraño y poderoso, más si cabe porque vivir implica saber que morimos y la manera de asumir esta secuencia implica ya un posicionamiento. En mi caso nunca he valorado más mi vida que cuando siendo joven me preguntaba qué pasaría si me 'dejara caer', morir sin luchar, porque sentimos sufrir la mayor parte del tiempo. Pero era en esos momentos de especulación sobre mi muerte posible en los que siempre hallaba un grandísimo impulso vital.
- ¿Qué nos conviene tener claro, por ejemplo?
- Cuando los humanos se sienten poderosos, y no tienen miedo a morir, estalla el vínculo del conflicto y la guerra, la identidad polarizada como 'uno frente a otro'. Sin embargo, cuando nos sabemos frágiles y que también lo son quienes nos rodean, nace el vínculo del cuidarnos, 'del uno junto al otro'. Y esto es necesario frente a los modelos de poder hoy predominantes que promueven visiones individualistas de sujetos que buscan imponerse desde la acumulación y la guerra.
- ¿Qué valores defiende ?
- Los valores que vienen del Humanismo, pero también de un giro que anteponga el cuidado de las personas, de la vida y el planeta, y del tiempo como gran valor hoy apropiado por el trabajo que paradójicamente busca invertir para lograr 'tiempo futuro', un tiempo que vamos posponiendo y posponiendo porque nunca se dan las condiciones ideales. Entiendo que para ello es crucial que no dejemos caer 'lo público'. Educación y sanidad son corazones de los valores de igualdad, diversidad y libertad que conforman el suelo social como garantía para ser y hacer de todas las personas independientemente de su cuenta bancaria o de a qué lado de un río o montaña han crecido, independientemente de cuánto crédito de tiempo disponible para vivir les proporciona el contexto.
- Se habla de que las democracias, con Estados Unidos a la cabeza, están en crisis. ¿Qué podría ocurrir?
- Lo que está ya ocurriendo: fascistas que se presentan como solución a los problemas y que se valen del descontento y hartazgo de la desigualdad, sobre la que se construyen sus prerrogativas, beneficiándose de un contexto de desinformación, posverdad y sin sentido favorecido por las crisis y amplificado por las redes.
- ¿Es optimista con respecto a los avances en inteligencia artificial?
- Cuando pienso en la medicina y en los muchos avances científicos y sociales en ciernes soy extremadamente optimista sobre los logros que traerá consigo, también cuando pienso en la gran ayuda que supondrá para la investigación y documentación, e incluso para ayudar a cambiar formas de aprendizaje y evaluación que no estaban funcionando en los sistemas educativos. Me inquieta sin embargo el uso de las IAs generativas en Internet, su desregulación en manos de poderes económicos. Me preocupa también no solo la profunda transformación y crisis laboral que viene, sino el desdibujamiento de los contextos de verdad que la pantalla como marco nos proporcionaba hasta ahora. En tanto todo puede ser falseado - rostro, escenas, información…- , ¿qué creeremos? ¿cómo afectará especialmente a los más vulnerables?... Pero también el riesgo sobre la evolución y 'conciencia de sí misma' de la máquina. Esto que suena a ficción pero que en parte es teoría para esta ciencia que crece.
- ¿Y qué opina sobre las inversiones millonarias en investigar el envejecimiento para alargar la vida?
- Conscientes de nuestra caducidad es lógico que investiguemos sobre cómo vivir más y mejor. Ahora la medicación ayuda a alargar la vida pero las formas en que envejecemos son muy distintas a las de hace unas décadas y vivimos un desajuste no resuelto con los cuidados, la privatización de servicios y la soledad como parte de un nuevo escenario social. Por otro lado, asistimos a lo que la ciencia ficción ya nos ha adelantado con multitud de ejemplos, una nueva clase de viejos-jóvenes, de posthumanos que pueden pagar carísimos tratamientos frente a quienes no podrán hacerlo y que habla de otra desigualdad amplificada.
- ¿Y sobre el anhelo de explorar y colonizar otros mundos?
- Necesario como especie.
- ¿Qué ha sido lo mejor que le ha pasado?
- Diría que la educación pública ha sido de lo mejor que me ha pasado. Pero a un nivel más íntimo, el hecho de 'vivir', la conciencia de la vida me sigue emocionando.
- ¿Y lo peor?
- Por un tiempo creí que el pronóstico médico que sentencia a morir a quien amas, pero vivo peor el daño social que ejercen algunas personas convertidas en manada contra los diferentes; verlo y no tener claro si tú papel está involuntariamente en 'esa otra masa que calla' es angustioso…
- ¿Cómo combatir el odio?
- La diferencia como diversidad es una grandísima riqueza. El odio nace de la diferencia convertida en amenaza y desigualdad. La empatía, la capacidad de extrañamiento y de vernos en otros contextos, compartir vulnerabilidad ayuda, pero nada de esto se favorece si el contexto es un suelo de desigualdad.
- ¿Qué le hace feliz?
- Cosas muy distintas y que van cambiando con el tiempo. Aunque el sentido del humor sobre uno mismo, o los gatos, se mantienen. Y 'lograr tiempos' liberados de todo, llenos de esa nada que es todo, que diría Hierro, me hacen sentir bien.
- ¿Convive en paz consigo misma?
- [Sonríe] Afortunadamente soy puro conflicto, pero también en ese estado se puede convivir en paz.
- España.
- Veo España con ilusión por las distintas reformas que en ciencia, derechos laborales, vivienda, economía y tantos otros ámbitos se están haciendo eco de problemas de la ciudadanía. Pero también con preocupación porque sigamos construyendo la política como confrontación de bandos. Muchos de los desafíos sociales que tenemos precisan continuidad y acuerdos y dejar de ver al diferente como enemigo. Espero que quienes hacen política la hagan de veras, anteponiendo ser útiles a la mayoría social y no obtener cargos y poder. También que volvamos a recuperar ese valor de la política cuando es capaz de atraer a personas inteligentes y buenas en un sentido amplio, ético y dialogante que se atrevan a cambiar confrontación por política y cuidado de las personas.
- ¿Cómo anda de entusiasmo?
- Gracias por preguntarlo, pues el entusiasmo es motor para muchos. En mi caso, lo es y voy servida. En ocasiones pienso que debiéramos llevar escrito un aviso que implicara a los otros: 'Cuidado, entusiasta, no abusen'. Pues ese entusiasmo tanto inspira como daña, o puede hacerlo. Igual nos motiva para involucrarnos en proyectos buscando un 'hacer con sentido' que ayuda a llenar la vida de tareas que saturan y neutralizan ese sentido.
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