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«La figura de Antonio de Nebrija ha sido 'troceada' y esta muestra y su centenario permiten mostrarla en toda su integridad y complejidad». Así se refiere Teresa Jiménez Calvente, catedrática de Filología Latina y estudiosa de de Elio Antonio de Nebrija (1441-1522) a ... la muestra 'El orgullo de ser gramático', con la que la Biblioteca Nacional de España (BNE), Acción Cultural Española (ACE) la Fundación Antonio de Nebrija ponen el brocho de oro al año del V centenario de la muere del gran humanista y docente que aún es un desconocido para el gran público.
Nacido en Lebrija (Sevilla) en 1444 como Antonio Martínez de Cala, y muerto en Alcalá de Henares (Madrid) en 1522, fue Nebrija mucho más que el autor de la primera gramática de nuestro idioma. Talento múltiple e inteligencia privilegiada, fue el primer gran humanista español en el sentido más amplio y noble del término. Cimentó la lengua castellana bajo el reinado de los Reyes Católicos, convencido de que «hay que escribir como se habla, y hablar como se escribe».
Quiso pasar a la posteridad con el sobrenombre de 'Gramático' y dedicarse a la docencia, como él mismo le hizo saber a la reina Isabel la Católica en la carta en que le dedica la tercera edición de sus 'Introductiones Latinae' (Salamanca, 1495), una de las casi 200 piezas de la exposición que estará en cartel hasta el próximo 23 de febrero. De ellas 168 procede de la BNE, algunas auténticas joyas bibliográficas, y el resto prestadas por una decena de instituciones.
Destacan joyas el 'Breviario de Isabel la Católica', ricamente decorado; el magnífico desplegable sobre Jerusalén incluido en el incunable 'Viaje a Tierra Santa de Bernhard von Breydenbach'; los manuscritos caligrafiados por el propio Nebrija en sus tiempos de estudiante; la primera edición de las famosas 'Introductiones Latinae' y su copia manuscrita para el maestre de Alcántara con preciosas miniaturas; o la mismísima Gramática de la lengua castellana de 1492.
Fueron la 'Introductiones', novedoso manual para la enseñanza del latín, las que hicieron famoso a Nebrija dentro y fuera de España. Junto a ellas están sus diccionarios bilingües del latín al castellano y del castellano al latín, parte de un proyecto más ambicioso con el que Nebrija pretendía elucidar el léxico latino de los diferentes campos del saber.
La muestra «descubre el perfil intelectual del primer humanista español, sin dejar de lado al hombre, al carismático investigador y profesor que se deja ver tras su ingente obra», plantea la comisaria. «Fue un humanista comprometido con una profesión aparentemente modesta y en realidad importantísima: la del gramático que conoce las reglas por las que se rigen la lengua y las palabras, sin las cuales es imposible construir las nuevas realidades», destaca Teresa Jiménez.
«Nebrija representa la esencia del humanismo, la trascendencia de la palabra y el valor de la educación para avanzar hacia sociedades mejores», recuerda Ana Santos Aramburo, directora de la BNE. «Su vida estuvo marcada por el convencimiento de que el saber clásico debía ser conocido y comprendido y para ello renovó las bases del conocimiento y del aprendizaje del momento. Fue un visionario y un adelantado a su tiempo que creía, desde la formación de un gramático humanista, en el valor del lenguaje, y en la necesidad de usarlo adecuadamente y recordar hoy su vida y su legado no puede ser más oportuno».
José Muñiz, rector de la Universidad Nebrija y presidente de la Comisión Interadministrativa del V Centenario de Antonio de Nebrija, invita a estudiosos y curiosos a sumergirse en este «recorrido por la vida y la obra de una de las personalidades más fascinantes de nuestra historia». «Un universitario auténtico -agrega- que no solo sentó las bases que harían de nuestra lengua un vehículo próspero y universal de conocimiento, sino que se ocupó de múltiples saberes con un espíritu crítico y una pasión por la ciencia que tienen mucho que enseñarnos hoy».
La exposición, que incluye obras pictóricas que sitúan al espectador en la realidad de los siglos XV y XVI, culmina con 'Nebrija: Estela de las letras' una experiencia virtual que permite al visitante vivir de manera inmersiva dos momentos históricos: el encuentro de la Reina Isabel I con el propio Nebrija, que explica a la soberana la razón de ser de su innovadora Gramática sobre la lengua castellana y el crucial encuentro de los Reyes Católicos con Colón, que marcaría de forma determinante el futuro de su reino.
El catálogo estará disponible en formato digital y podrá descargarse gratuitamente desde la página web de Acción Cultural Española.
«Fue el sabio que mientras las armas batallaban para afianzar un imperio libró la guerra contra la incultura y la barbarie». El académico y latinista Juan Gil Fernández presenta así la figura de Nebrija. Temprano introductor del humanismo renacentista en 1470, Nebrija fue un trabajador incansable, dueño de una mente superdotada cuyos campos de actividad no se limitaron a la filosofía del castellano y a las lenguas clásicas -latín, griego, y hebreo- que conformaban la 'homo trilinguis' renacentista. Fue gramático, traductor, exégeta bíblico, docente, catedrático, lexicógrafo, lingüista, escritor, poeta, historiador, cronista real, pedagogo, impresor y editor. Sus textos versan sobre derecho, medicina, astronomía y pedagogía.
Su 'Gramática de la lengua castellana' (1492) es la primera de una lengua vulgar, y su legado fue crucial también en Europa y América, ya que las gramáticas europeas y la preservación de las lenguas indígenas americanas precolombinas deben mucho a Lebrija cuya actividad profesional se extendió durante más de medio siglo, de 1470 a 1522.
La introducción del Renacimiento italiano en Castilla por parte de Nebrija coincidió con la llegada de imprenta de Gutenberg (Aguilafuente, Segovia ,1471) y Nebrija colaboró con la primera imprenta universitaria peninsular, la de Salamanca en dónde saldrá su primer libro, «Introductiones latinae» (1481). Fue además pionero en reclamar derechos de autor para sus obras dos siglos antes de que se inventara el «copyright» y un valedor de la libertad.
Procesado por la Inquisición, se salvó gracias a que el cardenal Cisneros propició su traslado a Alcalá de Henares. Lejos de amilanarse tras su proceso inquisitorial publicó 'Apología' (1507), su revisión de la traducción de la Biblia al castellano, la 'Vulgata', un texto valiente, desafiante e intolerante frente a la mentira y la ignorancia, el primer gran alegato contra la censura y por la libertad de expresión.
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