Escuelas Viejas de Haro, edificio que acogió la llamada 'prisión habilitada' en 1937 y 1938. TOMÁS LLANOS

El olvidado penal de forzados en las Escuelas Viejas de Haro durante la guerra

Tomas Llanos recupera en 'Trescientos pares de brazos' la historia de una segunda prisión jarrera en 1937 y 1938 con presos políticos obligados a trabajos en la comarca

J. Sainz

Lunes, 26 de febrero 2024

La huella de sus manos está en el quiosco de música de Haro, los Jardines de la Vega, el paseo de Vista Alegre, el pavimento de muchas calles o los caminos y repoblaciones forestales de otros pueblos de las inmediaciones. «Brazos forzosos para construir esa ... Nueva España levantada sobre la pólvora y la sangre y el sudor de los cautivos».

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El historiador Tomás Llanos ha recuperado la historia olvidada de la prisión de las Escuelas Viejas de Haro durante la Guerra Civil, un lugar por el que pasaron 312 presos políticos entre 1937 y 1938 forzados a trabajar en la capital jarrera y su comarca. El libro, fruto de una investigación respaldada por La Barranca, se presenta este martes en el Ateneo Riojano (a las 19.00 horas). Su título, 'Trescientos pares de brazos'.

Presos en Alfaro, Logroño y Haro. Una treintena de vecinos de Casalarreina fueron detenidos tras los sucesos revolucionarios de 1934, encarcelados en Alfaro (en la foto) y posteriormente trasladados a Logroño;seis de ellos también pasarían por la prisión de las Escuelas Viejas de Haro entre 1937 y 1938. Familia de Ángel Urquiza

«Casi nadie recordaba estos espacios represivos de reclusión, no ya en La Rioja, sino en la propia ciudad», afirma Llanos. Ya existía la cárcel de Los Agustinos, pero en agosto del 37 fueron enviados a Haro doscientos primeros presos que, por cuestión de espacio, fueron encerrados en la llamada 'prisión habilitada' o 'provisional' de las Escuelas Viejas.

Construcción del quiosco de música. Imagen de las obras de construcción del nuevo quiosco de música en los Jardines de la Vega, que fue inaugurado el 8 de septiembre de 1938, una de las principales tareas urbanas en las que fueron empleados los presos políticos de la prisión habilitada de Haro. Fondo Michele Francone

Oficialmente se referían a ellos como 'presos gubernativos'. Procedían en su mayoría de las cárceles de Logroño y fueron utilizados como mano de obra en obras locales. Algunos también fueron desviados a otros lugares, como Santo Domingo o Villalobar, empleados igualmente en labores municipales y arreglo de caminos.

Los jóvenes enseguida eran reclutados para el frente, por lo que la mayoría de los presos rondaba los treinta o cuarenta años de edad. Casi todos eran de la provincia, campesinos en su mayoría, pero había también albañiles, alpargateros, carpinteros, zapateros, dependientes de comercios, peones y obreros, mecánicos, empleados en general y hasta el maestro de Logroño Pedro Pueyo.

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Para algunos de ellos fue su último destino. El contratista Gregorio García Viguera, miembro de Izquierda Republicana, murió en el Hospital Provincial tras enfermar en prisión. El camerano Julián León Sáenz, murió en esa cárcel, donde estaba preso porque su hijo había desertado.

En realidad, recuerda Llanos, «su delito eran sus ideas; se vieron encerrados aquí, forzados a trabajar sin otra remuneración que conservar sus vidas, siempre y cuando no se les ocurriera injuriar al Generalísimo». Como Ramón Pérez Gómez, de Islallana, miembro de la CNT y también de Izquierda Republicana, que fue muerto por disparos de la Guardia Civil durante su traslado de Haro a Logroño para ser juzgado. Según el informe, «se cagó en Franco».

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«Tendría que ser lugar de memoria»

El investigador vasco de origen riojano, Tomás Llanos, autor también de 'Forjando buenos españoles. El olvidado campo de concentración de Haro' (que funcionó entre 1938 y 1939) afirma «que la antigua prisión habilitada de Haro, al igual que el propio campo de concentración, tendrían que ser considerados lugares de memoria». «Un lugar de memoria –añade– que nos moviera a la reflexión, que sirviera para impedir que hechos como los vividos en este espacio, tan contrarios a la ética humana, vuelvan a repetirse. Y un lugar de recuerdo, de mínimo reconocimiento para aquellos trescientos hombres sin delito alguno». Sin embargo, lamenta, «hasta el momento, solo son lugares de olvido e impunidad».

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