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MUWI es una realidad. Eso debe alegrarnos. La música en directo vuelve a sonar al otro lado del Ebro en Logroño y nos recuerda a cuando el COVID-19 no existía. Y también vuelven a aparecer los caprichos del público. Suele pasar que el espectador, guiado solo por los nombres célebres, no disfruta de los grupos que no conoce. Apartamentos Acapulco inauguró ayer el escenario del festival con apenas un centenar de espectadores sentados en las sillas, con más asistencia, en cambio, en las zonas de hostelería. Todos esperaban a Fuel Fandango, que cerca de la medianoche reunió, por fin, a todos los asistentes a la primera jornada del festival en la zona de espectáculos, unos 800, rozando el lleno por una limitación final del aforo que no permite alcanzar los 1.000 anunciados.
Fuel Fandango parecieron actuar a medio gas, como si les hubieran sobrado los 41.000 watios de potencia de sonido y los 65.000 de iluminación con los que cuenta el festival, pero les fue suficiente para triunfar. Eligieron un repertorio con el que fueron de menos a más, e hicieron bien porque las primeras canciones se las perdieron los rezagados y, sumergidos ya de lleno en el directo, las zonas de hostelería quedaron desiertas. También cabe destacar que la banda de acompañamientos anunciada, a diferencia de lo que ofrecen en su ira 'Solos', se quedó en el guitarrista Richie Palacín y el batería Goiko Martínez. Se esperaba más porque contaban con más técnicos que músicos. Eso no quiere decir que sonaran o lo hicieran mal, ni mucho menos, sino que las expectativas eran más altas de lo que se vio, que fue suficiente y bueno.
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Diego Marín A.
Nita Manjón es más que el 50% del grupo no solo por la voz y el estilo, medio flamenco, medio copla, también por su presencia en el escenario, por una personalidad que llena la actuación. Ayer se acompañó de un abanico para, con un vestido largo negro, acaparar la atención del público. Alejandro Acosta pone la otra parte, la guitarra, la electrónica. La presidenta del Gobierno de La Rioja, Concha Andreu, se fue poco después de la media noche (su consejero Celso Gonzáles aguantó un poco más). Tal vez la noche se tornaba ya demasiado ibicenca para los políticos socialistas. Exceso de copla funk para el Ejecutivo regional.
Con la canción 'Salvaje' hubo un primer conato de revolución, con la gente bailando de pie, en su sitio, pero los miembros de seguridad consiguieron atajarlo a tiempo. En general, el público se comportó correctamente de acuerdo a las restricciones de seguridad, pero el estribillo 'Como caballos en la niebla, salvaje soy, salvaje soy' enardeció a buena parte de las criaturas. Levantarse para bailar es lo mínimo que puede suceder cuando Fuel Fandango toca temas como 'Huracán de flores' o 'Ruido', y no ocurrió demasiado. El bis arrancó con la versión del tema 'Llorona' de Chavela Vargas y finalizó con dos temazos, 'Burning' y 'Despertaré'. Desde luego, Fuel Fandango cuenta con un ramillete de canciones que son una bomba rítmica y con los que es fácil desbocarse. Si llevásemos una propuesta así a Eurovisión, en lugar de empeñarnos en hacer el ridículo, 'arrasaríamos la tierra'. Haber mantenido a raya al público en este concierto es el mayor éxito de la organización del festival.
Mucho antes, cuando todavía era de día, los jovencísimos granadinos Apartamentos Acapulco ofrecieron un sobresaliente directo que recordó mucho y bien a Los Planetas en la parte musical y a La Bien Querida en las letras. Si no fuera porque Jota ha ejercido de alguna manera de padrino del grupo, y porque se les entiende bien cuando cantan, bien podría achacarles una apropiación cultural. Bromas y comparaciones aparte, aunque vienen al caso porque ofrecieron dentro del repertorio una versión de Los Planetas, Apartamentos Acapulco demostraron dominio de los instrumentos (guitarra, bajo, teclados y batería) y conformaron una atmósfera propia en cada uno de sus temas, con cambios de ritmo, intercambiándose las voces Angelina Herrera e Ismael Cámara y destacando, sobre todo, el batería, Pedro Velardo, que ejerció de 'sobrino' artístico de Eric Jiménez.
Apartamentos Acapulco son, de momento, el primer gran descubrimiento de esta quinta y «limitada» edición del MUWI. Y, además, la banda que más tiempo ha podido ver el público en directo. Porque cuando se abrieron las puertas ayer a las 19.00 horas todavía estaban probando sonido y las locales DJs Tangerine Sistas tardaron unos minutos más de lo previsto en empezar a pinchar. Un vehículo estacionado en la puerta de acceso al patio de Bodegas Franco Españolas, y que tuvo que retirar la grúa municipal, retrasó un poquito la entrada del público.
Alejandra y Alicia, Tangerina Sistas, ofrecieron su sesión musical electrónica también en los descansos de los conciertos, favoreciendo que la música nunca dejara de sonar hasta pasadas la 1 de la madrugada. Veintiuno, por otra parte, contó con un concierto más pop, más 'naif', y con un buen dominio del escenario. La música de esta banda de Toledo es fresca, alegre, veraniega, y se apoya bastante en el desparpajo de su cantante, David Arroyo, que como si nada confesó en la tercera canción que su guitarra no sonaba y pasó por encima del problema con una naturalidad sobresaliente. A continuación interpretaron 'Haters' y después 'Cortavenas', que incorpora al ramillete de sonidos los de mensaje recibido de 'WhatsApp', símbolo de lo rabiosamente joven que es este grupo. También resultó enternecedor, si no emocionante, emplear en uno de sus estribillos el célebre verso (o parte) de Lope de Vega, «quien lo probó lo sabe».
El MUWI siempre ha sido un festival cómodo y atractivo porque alberga distintos espacios dentro del mismo recinto y se puede pasear por el interior de Bodegas Franco Españolas, tomar algo un poco más retirado de los conciertos, etc. En esta edición esa comodidad se implementa con las tres zonas de hostelería habilitadas, que permite, en buena medida sentado, disfrutar de un refrigerio, o cenar, siempre con distancia de seguridad.
Es difícil pensar cómo apenas a unos metros de allí, en Las Norias, se permite tomar el sol, bañarse, circular sin mascarilla y, en cambio, en el MUWI, que se celebra igualmente al aire libre, se aumenta la seguridad. Todo lo que sea prevenir, bienvenido sea, pero llama la atención la distinta vara de medir entre la cultura y el ocio. Lo decía José Luis Pancorbo, uno de los responsables de Impar Eventos y organizador del festival, en la rueda de prensa de la semana pasada: «Lo que nos están pidiendo a la cultura está muy por encima en exigencia de lo que se le pide a cualquier bar, autobús o actividad social».
Claro que todas las restricciones y medidas de seguridad repercuten, en positivo, en que «el MUWI será el espacio más seguro de toda La Rioja los días 27 y 28 de agosto», vaticinó, mitad ironía, mitad reivindicación, Pancorbo. El espacio está calculado, en toda la superficie del recinto, para que haya 7 metros cuadrados por espectador, si se llena el aforo máximo de 1.000 personas por jornada. «Hay casas con baños más pequeños», ejemplificó gráficamente Ricardo Moreno, responsable de comunicación de MUWI.
Dicho esto, y al margen de otras medidas como la toma de temperatura, limpieza, prohibición de fumar, etc, que se permita levantarse es todo un logro. Cualquiera lo diría. Pero es un pequeño gran paso. Y necesario.
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