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Si Robert Capa y Gerda Taro fueron los notarios del frente en la Guerra Civil Española, Kati Horna y Margaret Michaelis lo fueron en la retaguardia roja. Las imágenes de estas fotógrafas de origen judío de Hungría y Polonia, comprometidas con el anarquismo, su utopía ... colectivizadora y con el antifascismo, durmieron el sueño de los justos durante décadas. Hasta que fueron rescatadas de las famosas 48 cajas enviadas por la FAI y la CNT a Ámsterdam para salvaguardar su historia al comprender que la guerra estaba perdida.
La Real Academia de Bellas Artes acoge ahora en las salas de la Calcografía Nacional, dentro de PHotoEspaña y al lado de las estampas bélicas de Goya, la exposición que pone en valor unas imágenes que testimonian la euforia ante una revolución libertaria en Aragón, Cataluña y Valencia que sería fallida. Por primera vez se ve en España el grueso del trabajo de unas reporteras, «fundamentales para comprender la historia y la foto contemporáneas», según Almudena Rubio, comisaria de 'Las cajas de Ámsterdam: Kati Horna y Margaret Michaelis en la Guerra Civil', en cartel hasta el 24 de julio.
Margaret Michaelis (Dziedzice, 1902-Melbourne, 1985) y Kati Horna (Budapest, 1912-México, 2000) pusieron su mirada y su trabajo al servicio del anarquismo durante la contienda. Sus fotos de campesinos, milicianos y trabajadores orgullosos de sus nuevas vidas no cayeron en manos franquistas ni desaparecieron en sus bombardeos. Se salvaguardaron en el Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam, junto al resto de material enviado allí por la CNT-FAI. Permanecieron invisibles en los Países Bajos hasta 2016, cuando se inventarió y publicó el archivo. Una labor llevada a cabo por Almudena Rubio, historiadora del arte e investigadora del centro neerlandés.
Entre más de 5.000 negativos y 2.000 positivos, Rubio identificó los celuloides de 35 milímetros de la Leica de Michaelis, que asentada en Barcelona desde 1933, trabajó para CNT-FAI al inicio de la guerra. También el medio millar de negativos de 6x6 de la cámara Rolleiflex de Kati Horna, que llegó a la Barcelona antifascista en enero de 1937 y fue fotógrafa oficial de las oficinas de propaganda exterior de los anarquistas.
Gracias al trabajo de Rubio se exhibe el legado inédito de estas comprometidas fotógrafas «que no dudaron en poner sus cámaras al servicio de la revolución social impulsada por los anarquistas». Son más de un centenar de fotos, entre originales de época y copias modernas, centradas en un proletariado «ilusionado y feliz por tomar el control de sus vidas».
Se exhiben junto a una de las 48 cajas, quizá de fusiles, en las que fueron almacenadas con documentos de los ácratas para salvaguardar su memoria. Se proyecta, además, por primera vez un fragmento de película, filmado quizá en el frente de Aragón y hallado también en las cajas de Ámsterdam.
La muestra comienza con el estallido de la guerra y la revolución social en Barcelona, en una sección dedicada a Michaelis, y sus fotos en la Ciudad Condal, Huesca y Valencia. Horna, toma el testigo con sus instantáneas de Barcelona y del frente de Aragón tomadas durante los siete meses en los que trabajó a sueldo de los anarquistas, hasta su traslado a Valencia en julio de 1937.
PHotoEspaña reivindica la valía del trabajo de ambas rescatando y publicando su legado. «Juntas nos ofrecen una mirada poco habitual de la guerra, documentando la experiencia revolucionaria de los anarquistas en su afán por combatir al fascismo y construir una nueva sociedad», resume la comisaria.
Margarethe Gross estudió fotografía en Viena y abrió estudio en Berlín en 1932. Se casó con Rudolf Michaelis, anarcosindicalista con quien llegó a la Barcelona republicana huyendo de los nazis en 1933, y donde tuvo dos estudio fotográficos con el nombre Foto-Elis.
Al estallar la guerra retrata con su Leica el fervor revolucionario primero y luego la retaguardia colectivizada viajando a Aragón y Valencia junto a Emma Goldman, líder anarquista declarada por Estados Unidos como la activista libertaria más peligrosa del mundo. Sus fotos se publicaron en diarios como 'Solidaridad Obrera', 'L'Espagne Antisfaciste', las revistas 'Umbral y 'Mujeres Libres' y los álbumes de propaganda anarquista.
Katalin Deutch Blau pertencía a una familia judía en Budapest. Activa en el movimiento de izquierdas húngaro, fue amiga Robert Capa y se casó con el también fotógrafo Paul Partos. En 1929 se trasladan a Berlín y con ascenso de Hitler regresan Budapest y viajan luego a París, donde sobreviven con a los reportajes de Kati sobre mercados y cafés. En enero del 37 ella viaja a Barcelona. Como Catalina Polgare trabajó como fotógrafa oficial de la CNT-FAI y creó la agencia Spanish Photo Agency (Photo SPA), de la que sería la fotógrafa principal. Viajó a Xàtiva, Silla, Vélez Rubio, Gandía, Alcázar de San Juan, Madrid, Alcalá de Henares y Teruel para regresar en enero de 1938 a Barcelona. En la revista 'Umbral' conoció a su segundo marido, el artista y anarquista andaluz José Horna, con quien se exilió a México en 1938. Instalados en la Colonia Roma, tendrían allí a su única hija, Norah Horna, quien con el nombre de Catalina Fernández dedicó toda su vida a la fotografía.
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