Nebrija se asocia a las palabras gramática y ortografía. Pero Elio Antonio de Nebrija, nacido en Lebrija (Sevilla) en 1441 como Antonio Martínez de Cala, y muerto en Alcalá de Henares (Madrid) en 1522, fue mucho más que el autor de la primera gramática de ... nuestro idioma. Talento múltiple e inteligencia privilegiada, fue el primer gran humanista español en el sentido más amplio y noble del término. Cimentó la lengua castellana bajo el reinado de los Reyes Católicos, convencido de que «hay que escribir como se habla, y hablar como se escribe». A quinientos años de su muerte, la cultura hispana celebra su poliédrica figura y su vasta, pionera y rigurosa obra en un año Nebrija cargado de actos.
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«Fue el sabio que mientras las armas batallaban para afianzar un imperio libró la guerra contra la incultura y la barbarie». Así resume el académico y latinista Juan Gil Fernández la figura de Nebrija, cuya celebración comenzó esta martes en el Instituto Cervantes. Su director, Luis García Montero, y los alcaldes de Lebrija, José Benito Barroso, y de Alcalá de Henares, Javier Rodríguez Palacios, depositaron sendas sacas con tierra de sus localidades y una segunda edición de la 'Gramática' de Nebrija en el arcón número 1.708 de la Caja de las Letras.
Temprano introductor del humanismo renacentista en 1470, Nebrija fue un trabajador incansable, «siempre científico, nunca especulativo». Tuvo una mente superdotada cuyos campos de actividad no se limitaron a la filosofía del castellano y a las lenguas clásicas -latín, griego, y hebreo- que conformaban la 'homo trilinguis' renacentista. Fue gramático, traductor, exégeta bíblico, docente, catedrático, lexicógrafo, lingüista, escritor, poeta, historiador, cronista real, pedagogo, impresor y editor. Sus textos versan sobre derecho, medicina, astronomía y pedagogía.
Su 'Gramática de la lengua castellana' (1492) es la primera de una lengua vulgar, y su legado fue crucial también en Europa y América, ya que las gramáticas europeas y la preservación de las lenguas indígenas americanas precolombinas deben mucho a Lebrija cuya actividad profesional se extendió durante más de medio siglo, de 1470 a 1522.
La introducción del Renacimiento italiano en Castilla por parte de Nebrija coincidió con la llegada de imprenta de Gutenberg (Aguilafuente, Segovia, 1471) y Nebrija colaboró con la primera imprenta universitaria peninsular, la de Salamanca en dónde saldrá su primer libro, 'Introductiones latinae' (1481). Fue además pionero en reclamar derechos de autor para sus obras dos siglos antes de que se inventara el 'copyright' y un valedor de la libertad.
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Procesado por la Inquisición, se salvó gracias a que el cardenal Cisneros propició su traslado a Alcalá de Henares. Lejos de amilanarse tras su proceso inquisitorial publicó 'Apología' (1507), su revisión de la traducción de la Biblia al castellano, la 'Vulgata', un texto valiente, desafiante e intolerante frente a la mentira y la ignorancia, el primer gran alegato contra la censura y por la libertad de expresión.
Quince instituciones forman la comisión para el Año Nebrija que preside José Muñiz Fernández, rector de la Universidad Nebrija. Arranca en el Teatro Real el próximo día 21 con una gran gala. La Biblioteca Nacional acogerá una exposición que girará por la red del Cervantes. Se publicarán ensayos, biografías, una novela gráfica sobre su vida que firma Agustín Comotto y un documental protagonizado por el rapero Haze. Su figura estará también muy presente en el Congreso de la Lengua Española que se celebrará en Arequipa (Perú). Habrá un congreso internacional en Neuchatel, en Suiza, en 2023, además de infinitud proyectos culturales digitales web y redes sociales monográficos revistas culturales.
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«Para el Instituto Cervantes es muy importante en este año de conmemoración, desde la raíz de nuestro compromiso con la cultura y la sociedad española. Es el compromiso del pasado con el futuro», afirmó Luis García Montero al evocar a «un ciudadano universal». «Lebrijano, andaluz, castellano, español Europeo, su legado humnaista es válido este siglo XXI porque la agencia su pensamiento y descentralizada era comprender al ser humano» resumió.
Montero recordó las trabas que le puso el inquisidor Diego de Deza, y la ayuda que le proporcionó el cardenal Cisneros. «La lengua es compañera del poder, y eso que no se nos olvide, pues se puede usar tanto para bien como para mal», resaltó el director del Instituto Cervantes.
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