Narciso Estenaga, el obispo nacido en Logroño y asesinado en el 36
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El pasado 5 de octubre tuvo lugar en la iglesia de La Redonda una misa en recuerdo del obispo más joven de los trece asesinados en España entre los años 36 al 39. ¿Quién era este buen logroñés?
Sus padres, él un jornalero y ella ... una lavandera, murieron cuando él era un niño. Fue llevado a Vitoria y más tarde ingresó en un colegio de huérfanos de Toledo, donde destacó por tener una cabeza singularmente privilegiada. Estudió Derecho con brillantez y siempre sintió una especial predilección por los temas históricos y también por todo lo relacionado con el arte. Fue ordenado sacerdote de la diócesis de Toledo. De su capacidad da cuenta el hecho de que llegó a ser correspondiente de la Real Academia de la Historia y de las Bellas Artes de San Fernando y académico de número. Dominaba varios idiomas y fue autor de varias obras, entre ellas una historia de la catedral de Toledo.
Una anécdota significativa e ilustradora de la cultura de este buen riojano es la siguiente: el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, en abril de 1936, le encargó a él –eclesiástico de la Iglesia católica– el elogio fúnebre del inmortal Lope de Vega, con motivo del III Centenario de la muerte del Fénix de los Ingenios, como se le ha considerado siempre.
Nombrado obispo de Ciudad Real en el año 1922, con cuarenta años de edad, intervino con gran solvencia en el Congreso Iberoamericano de Sevilla y en el Eucarístico de Toledo. Estalla la Guerra Civil.
El gobernador de entonces en Ciudad Real era partidario de la moderación pero, de hecho, no impidió las matanzas realizadas por los milicianos. Nuestro paisano decidió no escapar de su diócesis, quedando a merced de los radicales de extrema izquierda. El 5 de agosto de 1936 los milicianos asaltaron el Palacio Episcopal, lo registraron buscando no se sabe qué y echaron a la calle al obispo y a su secretario. Los recibió en su casa un vecino al que también acabarían matando. (¡Menuda hazaña! A eso toda la vida se le ha llamado un crimen sin sentido).
La mañana del día 22, los milicianos se llevaron a la fuerza al obispo que –como es lógico– no opuso ninguna resistencia aun sabiendo lo que le esperaba. A orillas del Guadiana, y a ocho kilómetros de Ciudad Real, lo mataron a tiros. Su cadáver, y los de otros más, fueron trasladados por almas caritativas, al día siguiente, al cementerio de la ciudad. Ya en el año cuarenta, su cadáver fue trasladado a la catedral donde reposa bajo una lápida a los pies de la escalinata del altar mayor.
Antes de morir, el obispo riojano Narciso Estenaga perdonó y rezó por los que le estaban matando, como consta en el proceso que se siguió para su beatificación el pasado 2007.
¿Por qué lo mataron? No es difícil la respuesta. Con Narciso Estenaga fueron beatificadas casi quinientas personas de toda clase y condición, con la particularidad de que la leyenda que se escribió en un símbolo decía 'Beatificación mártires de España', no de 'mártires españoles', porque España es el lugar donde fueron martirizados. Otros mártires provenían de diversas naciones, concretamente de Francia, de México y de Cuba.
En cualquier caso, los mártires no son patrimonio exclusivo de una diócesis o de una nación, sino que por su particular participación en la cruz de Cristo pertenecen al mundo entero, a la Iglesia universal. El recuerdo y el ejemplo de un mártir, su memoria, sin adjetivos, no se puede perder jamás. Si se perdiera la memoria de los cristianos que han entregado su vida por confesar la fe, nuestro tiempo –este tiempo actual– con sus proyectos y sus ideales perdería una de sus características más valiosas, ya que los grandes valores humanos y también religiosos dejarían de estar confirmados y robustecidos por un testimonio concreto, palpable, incuestionable, como es el martirio.
El mensaje de nuestro mártir riojano Narciso Estenaga al fin y a la postre es un mensaje de amor y de fe. Debemos examinarnos todos, creyentes o no creyentes, con valentía y con propósitos concretos por descubrir si esa fe y ese amor por los demás se manifiestan heroicamente en nuestras vidas.
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