Rozalén, de Albacete, 37 años. Cantautora de éxitos convertidos en cánticos de la gente de a pie, querida, empática, popular. Podría decirse que un primor. Pero lleva un tiempo encadenando heridas, reflexiones, viajes por el interior de sí misma. Y creando en mitad de un ... fuego que la mantiene alerta las nuevas canciones de su próximo álbum. Acaba de actuar en el concierto inaugural del festival La Mar de Músicas de Cartagena. El viento que agita la cebada también la escucha a veces.
- ¿Qué le queda?
- Mucho de la niña que fui.
- ¿Como qué?
- Sigo teniendo un punto de inocencia, y creo que continúo siendo una persona supernormal. Era una niña, con sus gafas, y después con su acné [ríe], muy feliz, que se crió en un pueblo en la Sierra del Segura. Pasaba mucho tiempo en soledad, y también me gustaba estar con la gente mayor.
- ¿Qué agradece de la educación que recibió?
- Haber sido educada en la importancia de la naturaleza, de las cosas naturales y sencillas, y de la naturalidad a la hora de ir por la vida.
- ¿Qué empezó a descubrir?
- La lectura y los instrumentos musicales. A los siete ya empecé con la bandurria, mi familia siempre ha sido muy musical. No pensaba mucho en el futuro, ni tenía grandes sueños. Era muy buena en el colegio, muy empollona...; quise ser de todo en la vida, pero cantante no.
- Finalmente estudió Psicología.
- Pero antes, ya le digo, yo quise ser maestra, y médica, y astronauta... Quise ser de todo, nunca pensé que la música sería mi trabajo. Sabía que cantaré toda la vida, siempre que tenga salud y pueda hacerlo, pero pensaba que lo haría como 'hobbie'. Y cuando ya empecé a dar concierticos por ahí, por Albacete y Murcia, creía que los combinaría con mi trabajo. Jamás imaginé nada parecido a todo lo que me ha pasado, y a lo que espero que me siga pasando, porque yo me siento una recién llegada a la música.
- ¿Monja o misionera no se lo planteó?
- Fui a un colegio de monjas; yo, como hija de sacerdote, imagínese [sonríe]... Durante la carrera, como tiré por la rama social, sí que pensé mucho en dedicarme a la cooperación internacional, pero no como misionera, sino como un camino de vida.
- ¿Qué aprendió de su padre?
- ¡Tantas cosas! Se me vienen ahora a la cabeza dos frases que se me quedaron grabadas. Una era: 'Intenta ser feliz haciendo feliz a quien tienes al lado'. Algo tan sencillo y tan complejo como eso. Y la otra: 'Humildad siempre'. En lo de la importancia de ser humildes coincidían mucho mi padre y madre. Me enseñaron a no olvidarme de mis raíces, que tengo muy presentes.
- ¿Alguna imagen en especial?
- Una fotografía de mis abuelos paternos, a los que no conocía. Pobres, humildes; no me olvido de que son mis orígenes, ni tampoco de toda la gente que son como ellos.
- ¿Cómo de enamoradiza?
- Como siempre, en eso creo que no se cambia. Me enamoro del aire que me da en la cara. Soy muy intensa muy pasional, y creo que se me nota que tengo una gran hipersensibilidad. Disfruto mucho de todo, soy superapasionada, o sea, una disfrutona. Me encanta comer, me encanta bailar, todo me parece bien...; pero, a la vez, las cosas que suceden me hacen sufrir mucho. Todo me lo tomo a la tremenda, y claro, con las personas me pasa igual.
- ¿Qué?
- Que me enamoro todo el rato de la gente que conozco. Mi padre quiso mucho a todo el mundo, y yo creo que también tengo mucho amor para dar.
- ¿Qué más tiene?
- Muchos amigos de verdad, además de muchísimos conocidos; lo importante es que tengo a mi lado personas especiales a las que quiero mucho.
La política
«Vivimos en este país un momento muy delicado, vamos a necesitar mucha música»
- ¿Y la parte negativa?
- La vida muchas veces es injusta, porque se rige por leyes que son crueles...; vengo de perder en unos años a muchos seres queridos; es lo natural, pero también muy doloroso. Hay mucho dolor también en la vida, y no siempre hemos sido preparados para ello, educados en el saber que la tristeza forma parte del camino, igual que la enfermedad, la muerte y las decepciones.
- ¿Y con todo eso qué propone que se haga?
- A la tristeza, a la enfermedad, a la muerte y a las decepciones hay que saber abrazarlas con cariño, igual que lo mejor es saber aprender de los errores. Lo que no hay que dejar de hacer es aprender de cada cosa bonica que te pasa en el día a día.
Límites
- ¿Tocó fondo?
- No diría que tanto como tocar fondo, pero he pasado por momentos regulares. He ido a terapia y he aprendido a encontrar herramientas porque no sabía gestionar ni la tristeza, ni la ansiedad, ni el estrés, ni el dolor...; momentos muy malos, pero soy una tía muy fuerte y me agarro a lo que sea. Conozco a personas que tengo alrededor que sí han rozado el límite.
- ¿A qué no se acostumbra?
- A la maldad, por ejemplo, me cuesta mucho entenderla. No me cabe en la cabeza tanta crueldad... No sé, me da por pensar lo fácil que serían las cosas si todos pusiésemos de nuestra parte, si nuestro objetivo fuese hacer que los demás se sientan bien. Claro que te planteas si el hombre es bueno por naturaleza o es un lobo para el hombre. Ves tantas cosas, conoces tantas cosas...; en estos años he hecho, precisamente, viajes de cooperación y es duro ver de lo que es capaz el hombre. La maldad no la comprenderé nunca.
- ¿Y usted se acepta bien?
- Creo que, conforme va pasando el tiempo, más me quiero, de verdad. En la adolescencia, por ejemplo, creo que me quise muy poco. Creo que todas las mujeres tenemos en la adolescencia ese momento de mirarte al espejo... y de decir '¿pero por qué?'. Va habiendo momentos en la vida en los que te planteas por qué no te abrazas más. Yo me he ido trabajando cada vez más, y hasta complejos físicos que tenía, los miro con mucha alegría porque son los que me definen. Creo que cada vez me quiero y me miro con más cariño y compasión, sin dejar de intentar mejorar cada día.
Su adscripción
«Nunca me he definido con un partido, aunque ahí están mis canciones»
- ¿Miedos?
- Tengo inseguridades, y que estoy en proceso de composición, pues más; me entran mil miedos.
- ¿Por qué?
- Por ejemplo, ahí está el 'síndrome del impostor'. Me pregunto si de verdad yo me merezco todo lo que me está pasando; pero luego me digo que cómo no me lo voy a merecer si soy una supercurranta.
- ¿Venció algunos?
- No sé si se llegan a vencer del todo. Creo que lo más conveniente es aprender a vivir con ellos. Temo, por ejemplo, al olvido.
- ¿Y eso?
- Todo va tan rápido en las redes sociales...; y tengo miedo a quedarme sin historias que contar y a dejar de transmitirle emociones a la gente. Incluso tengo hasta miedo a perder la sensibilidad y a convertirme en un robot. Deseo que me siga emocionando todo tanto. Y quiero pisar con fuerza y no pasar de puntillas.
Su momento
«He ido a terapia; no sabía gestionar ni la tristeza, ni la ansiedad, ni el dolor»
- España, sin ir más lejos.
- Me preocupa la desunión continua, que no se tiendan puentes, que prime lo que nos separa mucho más que lo que nos une...; todo eso no desemboca en nada bueno. Y también me preocupa que se resalte siempre el odio, cuando la realidad es que hay mucho más amor que otra cosa.
- ¿Por qué pasa esto?
- Si tú estás solo pendiente de lo que pasa en tu entorno más cercano, y no piensas en los derechos de las minorías, en las mujeres, en los inmigrantes, en lo que pasa al otro lado del planeta...; si primero te vas desinteresando por todo esto, y después ya pasas a que te molestan los otros, y a que los veas solo como un problema...; es una actitud muy peligrosa.
- ¿Qué no ha hecho en política?
- Nunca me he definido con un partido, aunque la gente me asocia a miles de partidos. Evidentemente, y ahí están mis canciones, mis ideas tienen que ver con el progreso social, con las minorías de las que le hablaba, con la violencia machista, el feminismo, la memoria democrática...; cuando eres cantautora, se puede adivinar bastante bien cuáles son tus ideales.
- ¿Qué problema ve en la izquierda?
- Hay mucha división, no se tienen en cuenta como se debería las semejanzas, y eso nos duele a muchos. También es cierto que choca mucho más la incoherencia en la izquierda. Vivimos en este país un momento muy delicado, vamos a necesitar mucha música. Veremos a ver qué pasa, lo importante es que al menos todos ejerzamos nuestro derecho a voto, y que de verdad pensemos qué razones tenemos para votar a una de las opciones. No vale echar todo el rato la culpa de todo a los políticos, uno también puede hacer política actuando de un modo u otro en su día a día y en su alrededor. No estaría mal menos despotricar y más hacer.
Su estado de ánimo
«Me he ido trabajando, y hasta complejos físicos que tenía los miro con mucha alegría»
Compromiso
- ¿Cómo se lleva ser un modelo de buena chica, que a todos cae bien, sencilla, humilde, cariñosa...., ya sabe?
- A veces agobia sentir que se espera mucho de ti, incluso mucho más allá de la música. Me he comprometido y he apoyado muchísimas causas, pero a veces me echan en cara en las que no estoy... Yo, en los últimos años he estado como más pendiente de mi dolor personal o familiar, a causa de muertes, enfermedades, por amor, por tantas cosas que a veces sí que me digo: necesito estar conmigo, atenderme, porque hay momentos en los que incluso te cuesta saber qué pasa en el mundo. Hay momentos de todo, claro; pero bueno, ahí estaré, claro, apoyando lo que crea justo, pero espero que la gente también entienda los diferentes momentos de cada uno y que me los permitan.
- La felicidad.
- Aparece cada vez más con cosas muy sencillas: levantarme y desayunar bien y con calma, un buen libro, una ruta por la montaña. Yo gozo viendo cómo crecen las plantas en mi huerto, y preguntándome lo que voy a hacer con tanto calabacín como planto. Y me encanta quedar con las amigas, hablar y echar unas risas.
Sus miedos
«Tengo miedo a perder la sensibilidad y a convertirme en un robot»
- ¿Qué ha descubierto?
- Que, por ejemplo, antes me costaba mucho disfrutar de la soledad y ahora es que, vamos, me paso días y días sola en mi casa en el campo y no me hace falta nada. Y me siento llena de gozo.
- ¿En qué momento creativo está?
- Como a flor de piel, al máximo componiendo, tengo ya bastantes canciones, y otras a medio en mi cabeza. En unos meses habrá nuevo disco.
- La Mar de Músicas.
- Es uno de los festivales que más me gustan, porque he vivido allí muchos momentazos de mi juventud. La primera vez que me llamaron para cantar, recuerdo, sentí que había dado un gran paso [sonríe].
- ¿A qué ha renunciado?
- Ya he tirado la toalla con lo de intentar gustarle a todo el mundo. Tengo que aprender a vivir sabiendo que eso no es posible. A veces me pregunto: 'Con las buenas intenciones que tengo, ¿por qué hay gente que no me quiere?'.
- ¿Animales de compañía?
- Tengo un perro, 'Juanito', y una gata, 'Canela'. Los animales son para mí muy importantes. Me enseñan muchas cosas. El núcleo fuerte de mi casa no soy yo, somos 'Canela', 'Juanito' y yo. Una casa que a veces parece una comuna, vive mucha gente todo el rato... Llegan, se quedan temporadas y se van. Somos tres compañeros viviendo juntos.
- ¿La muerte es el final?
- No lo sé. Creo en la energía, por ejemplo, y me gustaría tanto poder abrazar de nuevo alguna vez de alguna manera a mi padre. Creo en la tierra, el aire, el sol, en lo que siento, y en esa magia que a veces se da con determinadas personas.