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Toby Keith, en una imagen de archivo, durante una actuación en Las Vegas. Reuters
Toby Keith, el petrolero que se convirtió en estrella del country y promocionó a Taylor Swift

Toby Keith, el petrolero que se convirtió en estrella del country y promocionó a Taylor Swift

La superestrella de la música vaquera, coetáneo de Garth Brooks o Faith Hill, fallece a los 62 años en su casa de Oklahoma tras una prolífica carrera y 40 millones de discos vendidos

Martes, 6 de febrero 2024

El 'forajido grande que esconde un corazón tierno' es posiblemente la definición más acertada que ha podido hacer la crítica sobre Toby Keith, la estrella del country a la que el cáncer ha apagado la voz este lunes a los 62 años. Perteneciente a la generación superventas de los 90's y a la época de la popularización global del género, Keith ha representado al músico cowboy como muy pocos en Estados Unidos. Desde sus orígenes, en el pequeño pueblo de Clinton (Oklahoma), donde nació en 1961 hasta sus primeros pinitos a la guitarra, todavía de niño, en la banda que actuaba cada noche en el bar de su abuela en Arkansas o su colaboración con el maestro Willie Nelson

Dotado de una voz poderosa y canónica para el country y de un «amplio atractivo patriótico», como señaló la revista 'Forbes' en 2013, fue un comercial exquisito de su propio sonido y a la par un rebelde de la industria discográfica que tempranamente quiso encasillarle como un tonadillero, un artista del country-pop más comercial. En España cuenta con un nutrido grupo de seguidores, que hoy recordarán probablemente discos de enorme popularidad y sonido perfeccionista como 'How Do You Like Me Now?', 'Unleashed' y 'Shock'n Y'all'.

El suyo es uno de esos raros casos de éxito global, más aun tratándose de un tipo que pasó de estudiar en el instituto de su pueblo a trabajar en los campos petroliferos de Oklahoma con solo 18 años, Corría 1979. Poco después, la crisis económica le empujó a dar tumbos como a miles de desempleados de la industria: hizo algunas labores en los rodeos, se enroló en el equipo de fútbol americano de su comunicad, el Oklahoma City Drillers, y ofreció conciertos en bares, canchas de baloncesto y fiestas.

Visitó lugares y tugurios de carretera entre Arkansas y Arizona con buen público, pero poco dinero. Acabó en Nashville. Logró hacer llegar una maqueta a un directivo de Mercury. Quedó impresionado de la técnica y la voz de la pradera de Keith y en 1993 lanzó el single 'Should've Been a Cowboy', el tipo de canción donde todo aparece bien ensamblado y por la que cualquier artista vendería su alma. La «basura de los campos petrolíferos», como él mismo se calificaba, empezó a quitarse la grasa. Fue la canción de género más reproducida en Estados Unidos en toda la década y su billete a la fama.

Pese a su viaje hacia la cima del negocio, Keith tuvo que lidiar con fiereza con los magnates discográficos. Su compañía quería acercarle a un country más asimilado al pop y le recomendaba escribir letras menos masculinas, sobre todo cuando mencionaba a una novia que le dejó, para no espantar al público femenino. Así que, una vez liberado de su contrato, decidió firmar con DreamWork Music, antes de fundar su propio sello, Slow Dog Nashville.

Toby Keith hizo de su sombrero uno de sus sellos de identidad. Reuters

Su ritmo de trabajo ha sido incesante, prácticamente un disco de estudio anual o un directo durante dos décadas, hasta que en 2022 le fue diagnosticado un cáncer de estómago. A finales de diciembre ofreció tres conciertos consecutivos en Las Vegas con todas las entradas vendidas. Se le veía consumido y envejecido, menos marcados aquellos brazos musculados en los campos de petróleo que le confirieron la épica del genuino estadounidense de los rodeos y el honky tonk, aunque seguía manteniendo su porte de 1,93 metros.

Existe un gran interrogante sobre la importancia que tuvo Toby Keith en la carrera de la megaestrella del pop Taylor Swift. Corría el año 2005 cuando el promotor Scott Borchetta fundó su compañía Big Machine Records y contrató como su primera artista a Swift, impactado después de haberla visto meses antes actuar en el Bluebird Cafe de Nashville. En esas mismas fechas, Keith puso en marcha su propia compañía y acordó con Borchetta montar una sociedad conjunta en la que él se encargaría de la financiación y la logística de los artistas. Así que existe un consenso generalizado sobre el hecho de que Borchetta fue quien lanzó a la cantante ganadora de cuatro Grammys al álbum del año, que el próximo mes de mayo actuará en Madrid, mientras Toby Keith fue impulsor y patrocinador de su carrera.

Taylor Swift nunca ha ocultado su admiración por su mentor y amigo. «Estás en la habitación con él y puedes sentirlo. No creo que alguna vez llegue a un punto en el que no lo vea y diga: 'Dios mío, ese es Toby Keith'», comentó hace unos años en una entrevista televisada, que este lunes han reproducido los canales estadounidenses junto con mensajes de otros compañeros como Luke Combs, Jason Aldean o el propio Salón de la Fama del Country.

Toby Keith, que deja mujer y tres hijas, pertenecía a la generación del country contemporáneo inmediatamente posterior a la de Reba McEntite, George Strait o Alan Jackson, todos ellos grandes señoras y caballeros del género. Él entró en el escalón siguiente, la cosecha nacida en los 60's, junto con Garth Brooks, Faith Hill o Trace Adkins. El country de estadio, de los riffs y los watios de sonido, los himnos multitudinariamente coreables, las canciones de bar y las baladas superacentuadas.

Vendió 40 millones de discos. Él mismo admitió que componía aquello que la gente quería escuchar, lo genuino, y que sentía aversión por las modas y las imposiciones de la industria, las emisoras comerciales o los expertos en mercadotecnia de las compañías, Tuvo su propio programa de radio. Desde las ondas explicó la fórmula del éxito: él creía que los temas que interesaban al público eran los que impedían que aprovechara esos minutos para levantarse a orinar.

De igual forma que soltaba estas máximas, confrontaba con colegas de profesión o periodistas. Rebatió a quienes decían que su música era propia de gente de la América profunda, de romerías rurales, barbacoas, clientes de cadenas de pollo frito, cerveceros impenitentes y patriotas exacerbados. Los estadios completos y rugientes le daban la razón, igual que los clubes de country de las grandes ciudades. Gustaba y convencía. Fue capaz de componer y convertir en un éxito 'Red Solo Cup', un tema que dedicaba toda su letra a explicar las ventajas de un vaso de plástico.

Reuters

Tras la muerte de su padre y los atentados del 11-S editó 'Courtesy of the Red, White and Blue (The Angry American)', una canción tan militante que hubo emisoras que lo evitaron por su exacerbado patriotismo y lo que pudo entenderse como llamadas a la venganza. Musicalmente es un himno sólido, épico. Pero resbalaba en un texto exacerbado y violento, con alusiones a la grandeza del Tío Sam, el vuelo del águila americana, la Estatua de la Libertad propinando puñetazos y las invitaciones a dejar marcada la bota en el culo de los que ponen en peligro la nación.

La canción le costó un largo enfrentamiento con la vocalista de Dixie Chikens, Natalhie Maines, quien le acusó de ser un «ignorante» y de publicar un tema «vergonzoso». La réplica del artista fue inmediata. Comenzó a aparecer en los conciertos con el cartel de un fotomontaje que colocaba a Maines al lado de Sadam Hussein. La cantante, por su parte, solía vestir una camiseta con el término Futk, algo así como 'Jodete Keith'.Mucho más tarde, el músico de Oklahoma se confesó arrepentido de esta controversia.

Pese a 'Courtesy of the Red, White and Blue (The Angry American)' y otros elogios al estilo de vida americano y el oeste de los viejos buenos tiempos, la filiación política de Toby siempre ha sido un misterio. Actuó más de un centenar de veces ante las tropas estadounidenses en el extranjero y se grabó volando en helicópteros militares o en las bases del ejército, pero siempre matizó que su apoyo estaba enfocao a los soldados y no siempre a las guerras donde Washington les enviaba. Premiado con la Medalla de las Artes por Donald Trump, él se confesaba un demócrata reconvertido en independiente. Dio conciertos para George Bush y Barack Obama y probablemente los dos mandatarios solo coincidían en que disfrutaban con su repertorio.

Keith supo ganar tanto dinero que generó un emporio empresarial dominado por la música y los restaurantes. Hay quien ha calculado su fortuna en mil millones de dólares, posiblemente una cifra algo exagerada, pese a su buen ojo con los negocios. Falleció en su rancho de Oklahoma, junto a la comunidad que le vio crecer y triunfar. Decía que su mejor inversión consistió en financiar proyectos contra el cáncer infantil. Queda un legado de no menos de 15 número uno en Billboard y un sólido repertorio de temas country difícilmente superables. Como dijo en una de sus entrevistas, «lo único constante que tuvimos fue la música».

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