Mikel Izal
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Mikel Izal
Hace algo menos de dos años, Izal anunciaba un parón «indefinido» que llegaría al término de su última gira, la que en esos momentos enfilaban para presentar 'Hogar'. Tras doce años de trayectoria, la banda ponía punto y final en octubre de 2022 a una ... exitosa carrera que les llevó a encabezar de buena parte de los festivales de España, a colgar el cartel de no hay billetes en un montón de escenarios y a cruzar el charco en varias ocasiones.
Ahora Mikel Izal (Pamplona, 41 años) lanza 'El miedo y el paraíso', un álbum conceptual con diez canciones recogen las distintas emociones por las que el artista ha transitado a lo largo de estos últimos años, entre bases programadas y sintetizadores. El año que viene lo presentará con una extensa gira que arrancará en México y que le llevará por buena parte de la geografía española, con algunos recintos ya agotados.
-Empecemos por el final. ¿Por qué Izal dice adiós? ¿Toma usted la decisión?
-Bueno, soy una persona que necesita cambios. Tengo un poco de inconformismo crónico, lo cual es un problemón a nivel de estar en paz y feliz, pero también es un buen combustible para generar movimiento. Tras doce años tan intensos con Izal, yo ya notaba que necesitaba un cambio de tercio. Hemos tenido la suerte de vivir a nivel personal y de forma idílica un proyecto muy exigente, brutal, pero que conllevaba mucha responsabilidad y en el que las cosas tenían que salir muy bien siempre y lo hemos hecho queriéndonos mucho. Pero por pura inquietud musical necesitaba dar un cambio de tercio para seguir ilusionándome con lo que hacía, si no, enseguida siento que estoy repitiéndome y pierdo el interés.
-¿Cómo fueron esas últimas actuaciones de 2022?
-Pues yo creo que hicimos muy bien en hablar todo esto bastante antes de esos últimos conciertos. Cuando tenía claro que quería este nuevo camino, lo pusimos en común y lo comprendieron superbien, la verdad. Y eso nos hizo vivir una última gira plenamente conscientes de que había que disfrutarla, sacarle el jugo. Fueron bombas emocionales todas las noches, pero también eso hizo que esa gira quizá fuera precisamente más emocionante que lo que hubiera sido si hubiera sido una gira más.
-Pero de alguna manera Izal era su proyecto, su banda. ¡Si hasta tenía su apellido! ¿Se sentía encerrado en esas canciones?
-No, porque a nivel compositivo he escrito siempre lo que quise. Los 'izales' en esa fase no se metían en absoluto y siempre me sentí muy libre. Pero el proceso de grabación de discos, de giras y demás ya era siempre el mismo, que no es ni malo ni bueno, pero yo ya quería que fuera diferente, sin más. No sé cuántas diferencias traerá todo esto. De momento siento muchas a nivel personal por cosas intangibles, que quizás desde fuera no se vean: la forma de encarar los directos, cómo formar una banda nueva, hacer la promo... Todo es diferente a pesar de que creo que a nivel musical, obviamente, todavía hay puntos que se tocan. Siguen siendo canciones que salen de dentro de mí y no creo que ahora esté jugando a una cosa totalmente diferente. Pero incluso a nivel compositivo, como ya no tenía el paracaídas de ellos a la hora de componer estas canciones, me curré mucho más la producción en mi casa, quería acabar los arreglos en vez de dejarlos para luego y hacer cosas que incluso pudiera llevar al máster final. He dado mucho más caña a sintetizadores que a guitarras porque yo no tengo, ni de lejos, el virtuosismo de Alberto. En las baterías he tirado mucho de beats electrónicos, que me interesaba mucho explorar, porque no sabía si tendría batería o no. O sea, todo ha sido muy diferente a pesar de que quizá el resultado final no sea antagónico, ni mucho menos. Tampoco lo pretendía.
-¿Es un adiós definitivo?
-Es que siempre que digas nunca, la vas a cagar, pero ahora mismo yo diría que sí. Estoy en otro proyecto que empiezo ahora y no me planteo... El futuro ya dirá. Pero vamos, para mí es empezar un proyecto nuevo y quedarme con lo buenísimo del anterior.
-¿Un nuevo comienzo es también abrir una puerta a las inseguridades?
-Es que la ilusión, tío, viene siempre de la mano de miedos. Porque si te ilusiona algo, es porque por lo general es nuevo, esperas algo de ello y eso viene acompañado de dudas siempre y es que de eso se trata, de intentar, dentro de mis angustias, disfrutar también un poco de esa incertidumbre. En el primer concierto que dé de esta gira voy a estar de los nervios y eso, que puede parecer muy negativo, no lo es. Siempre que los nervios estén controlados y sepas que es estar vivo y que es enfrentarte a algo que te está poniendo nervioso, pero para bien, yo creo que es positivo. Es querer volverme a poner nervioso, es querer sentir que no tengo todo controladísimo. No sé qué pasará. La primera parte de la gira es en auditorios y teatros, que muchos de ellos no he pisado en mi vida. Voy a tocar en sitios en los que no he estado y, además, flipantes y eso trae consigo ilusión y nervios e inseguridades, pero ese es el juego.
-'El miedo y el paraíso' es un álbum conceptual. ¿Cómo surge y cuándo empieza a idear este disco?
-Lo compongo en un momento personal bastante malo, por accidentes personales y cosas que me pasaron entonces, hace dos años y medio ya, a principios de 2021. Mi forma de afrontarlos fue irme de Madrid, alejarme del ruido y apartarme en una playita de Valencia y empezar a componer compulsivamente para estar ocupado y dedicar mi tiempo a algo que no fuera pensar y rayarme sino emocionarme pensando. Se trataba de convertir todo lo que tenía dentro en algo que, al final del día, con una canción nueva, en vez de ser doloroso, fuera gratificante y emocionante. Fueron dos meses y medio, unas diez semanas, porque iba a canción por semana, y todo esto lo compartí con mi colega Belén Segarra, que es una ilustradora valenciana que me apoyó mucho en esa época. Lo que hacía era dormir, comer, componer y quedar un par de veces por semana con Belén para contarle la nueva canción y esto y lo otro, y hablar de lo que me estaba pasando en aquel momento. Fue una salvación absoluta y el disco no es todo de dolor, ni mucho menos. Es un yin-yang absoluto de luz y sombra. Hablo de esperanza, hablo de quedarte con lo bueno de las cosas malas que te pasen, hablo de llegar al paraíso, pero también hablo del miedo, de la rabia... Hablo de la vida, porque al final es un viaje que va del miedo, al paraíso, pero que no es un viaje de un trayecto. Es lo que creo que estamos haciendo toda la vida. Yo, por lo menos, voy moviéndome en estas emociones de las que habla el disco, casi cada día, y cuando llegas al paraíso, estás un ratito, a veces no te das ni cuenta de que estás, vuelves al miedo... Pero define muy bien lo que tenía y creo que tengo dentro, y quiero que duela un poco menos, quiero mejorar muchas cosas, y eso es una reflexión, al final poner todo negro sobre blanco me ayuda.
-Decía antes que tiene más sintetizadores y bases.
-Bueno, el sonido está influenciado por lo poquísimo que me ha interesado estos últimos años, porque estoy un poco de sequía en ese sentido, pero me encantaron los dos últimos discos de Bon Iver, 'i,i' y '22, A Million'. Lo digo sin ningún problema, Iver es el faro de luz al que he seguido porque todo lo que hace me parece interesantísimo, es un genio. Me interesaba mucho ese mundo de no tener miedo de jugar con los 'autotunes'. Él cambia mucho el pitch, sube y baja los tonos, hace cosas con la voz que son muy arriesgadas. O sea, arriesga más que yo, pero algo de eso también hay, aunque no sea tan notorio. Me interesaba todo de ese mundo y él utiliza muchas maquinitas. También hay algo de James Black y de Jack Garratt, que ya sonó un poco en 'Hogar', de Izal, porque esto en realidad está muy pegado en el tiempo: acabo de grabar 'Hogar' con los Izales y a los cuatro meses estoy en la vorágine de la que estamos hablando de composición. Y sí, también ha estado influenciado por no tener a los 'izales' detrás, como te decía antes.
-¿Cómo fue el proceso de grabación?
-Pues se alargó dos años. Lo he vuelto a hacer con Santos y Fluren, colegas y maravillosos productores, que me entienden, son amigos y puedo abrirme con ellos. Era imposible hacer este disco con alguien que no fuera de mi confianza. Me da igual que hubiera llamado el productor más top de la historia, tengo que compartir unas cosas, vamos a llorar un poco y tengo que llorar con gente que mole, que sean mis amigos. Y fue un proceso de grabación que yo creo que ellos nunca habían hecho. Cada vez que teníamos un par de semanas libres, quedábamos, íbamos a Barcelona y jugábamos con lo que había llevado yo de mi casa. Y sin miedo. Venga, ¿qué hacemos? ¿Esto o lo otro? Probábamos y no tenía ninguna prisa, no sabía si iba a sacar este disco ahora, dentro de un año o dentro de cinco. Así que ha sido un proceso muy entre amigos, muy de disfrutar, sin nervios y sin estrés, de algo tan íntimo y personal como eran estas canciones.
-¿Sabe cuándo debe parar de probar cosas?
-Ahí entra en juego la profesionalidad, la experiencia de Santos y Fluren cuando hay que dejar de marear (ríe). Decía alguien que las canciones no se terminan, que se dejan quietas, que se dejan tranquilas, y es tal cual. Yo podría estar todo el rato metiendo movidas locas, pero una vez que has llegado a un play que te emociona de principio a fin, ya has llegado. Si no hay ninguna parte que nos flojee y nos emociona todo de una canción, ya está.
-Cuando se es joven y se tiene éxito, ¿es muy difícil no caer en los excesos?
-Yo la verdad es que no he sido muy fiestas, soy superantidroga, nunca he probado nada. Sigo saliendo como cuando salía en la universidad con mis colegas y, en ese sentido, no he cambiado nada. Hombre, de gira igual sales dos veces por semana en vez de una, yo qué sé, pero no me he vuelto muy insano en ese aspecto, la verdad. Hay que desmitificar un poco la vida del rock and roll porque en mi caso no existió, he seguido saliendo con mis colegas, la cuadrilla de vascos que son mis colegas de toda la vida, con la valenciana, con Belén a la cabeza, con mi gente de confianza.
-En 'El presente' se envía a sí mismo una carta desde el futuro.
-Sí, es como si mi yo de dentro de diez años, con todo lo que tenía dentro en el momento en el que estaba componiendo esto, me dijera: «Eh, tranquilo, que no pasó nada al final, que con todo lo que te atormentaba no ha pasado ni la décima parte de las cosas que pensabas que podían ir mal. Y has intentado cuidarte lo mejor posible». Es un todo salió bien. Y sí, bueno, hablo de eso, de que yo nunca he estado mucho en pareja, de que me costaba, y eso eso es algo que me preocupa porque en el fondo tengo un sentimiento romántico, que me gustaría acabar viviendo eso de morirte con alguien.
-¿Cree que en eso ha tenido que ver la vida del artista o es por su personalidad?
-No, yo siempre he sido así. Es que volvemos a lo del principio de la entrevista. ¿Por qué este proyecto? Porque no paro de querer moverme, no paro de aburrirme rápido de los estímulos...
-También lo cuenta en 'La gula'.
-Exacto. No paro de aburrirme de los estímulos, se me hacen repetitivos, por muy buenos y bonitos que sean. Estoy trabajando en ello y, además, de verdad (ríe).
-¿Ha encontrado algún antidoto?
-Bueno, llevo haciendo terapia unos años. Es verdad que he cambiado mucho de terapeuta. Ahora estoy contento. Es tomarte en serio tu salud mental, igual que la física, igual que intentar hacer un poco mejor las cosas contigo mismo para ser un poco más feliz. Y yo sé que sería mucho más feliz si me conformara un poquito, bueno conformarse es una palabra que no me gusta, si valorara y disfrutara de las cosas que tengo delante, sin que te surja la necesidad de buscar todo el rato algo que no sabes ni qué es. Es que yo ni siquiera sé lo que busco. Y ese es el problema. Cuando tienes un objetivo claro, pues ni tan mal, pero cuando ya no sabes ni lo que te falta, ni por qué estás inquieto, tronco igual que no te falta nada y solo te tienes que parar un momento a disfrutar de lo que tienes, y no puedes valorarlo y hacer un esfuerzo. Y me cuesta hacer ese esfuerzo.
-¿Prefiere la vida dentro del escenario o fuera de él?
-Fuera de él... La vida está fuera del escenario porque es el 95% o el 98% de mi tiempo. Y mi vida es la vida real, que son mis colegas y mis amigos. La gente que me conoce, que me quiere, y eso es lo que importa. El escenario es un poco tramposo en tantos aspectos y no porque yo escenifique un papel en el escenario, yo soy muy yo en el escenario. De hecho, cada año que pasaba era más yo, porque al principio yo creo que sí que impostas más y haces cosas que has visto que te molaron de no sé quién y tal, hasta que vas sintiéndote tú mismo cada vez un poco más sin necesidad de imitar a nadie. Pero el escenario es tramposo de por sí. Es una atalaya que engaña a todo el que está viendo lo que hay en esa atalaya. Hay gente a la que esa atalaya le provoca un rechazo hacia tu persona solo por estar en ella, y gente que piensa que eres Dios caído del cielo porque estás en esa atalaya. Por eso digo que me gusta la vida real, que es fuera del escenario. El escenario lo disfruto, obviamente, pero no centrándome en lo que proyecta ese escenario, sino que a mí me gusta cantar mis canciones, me gusta hacer disfrutar a las personas, pero es menos real que irme a cenar con mis colegas.
-¿Eso le hace mella?
-Pues depende de los días. Ha habido días de mi vida que me ha fastidiado muchísimo algo que he leído, que no he sido capaz de poner en su lugar, porque la teoría me la conozco de puta madre. Sé que solo me tienen que importar las opiniones de la gente que me conoce. Pero es difícil controlarlo. No es nocivo si sabes relativizarlo y yo creo que sí que lo hago casi siempre, pero algún día te pilla más flojo, más triste, y, de repente, te toca en una fibra y ya te centras en «pero es que esta mierda de vida o ¿por qué tengo que aguantar esto?». Lo otro me pasa mucho menos, mira, esto lo tengo que reconocer. Los comentarios positivos, que son el 99% de los comentarios, los paso sin leer. O sea, no sin leer, sé cuál es la semilla de ese comentario, la puedo entender perfectamente porque a mí me han gustado grupos y yo he sentido eso por los creadores de las canciones que me han flipado. Entonces, pues vale, me parece lógico, porque no me conocen y se piensan que soy un ser de luz especial, increíble, pero no lo soy, soy normal. Entonces, eso los pongo en su sitio con muchísima mayor facilidad que el que me tropiezo y me dice: «Pero si este tío es lo puto peor». Y digo, ¿pero por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Qué he hecho? Estoy trabajando muchísimo en no leer, directamente. Ya no digo intentar ponerlos en su sitio. No leer y ya está. Es la mejor forma de hacer caso a los que sí que importan, que son mi familia y mis colegas.
-Dice en 'La gula' «volver a medir cada puta palabra». ¿Se autocensura mucho cuando escribe? ¿Le cuesta exponerse?
-En canciones, cada vez menos con el paso de los años, igual que lo del escenario, de que cada vez impostas menos, pero es que incluso inconscientemente lo hacías al principio, porque es que quieres molar y molarte a ti mismo. Conforme han pasado los años, yo creo que ya en las canciones no me corto un pelo y digo de la forma que más me emociona lo que me pasa. En entrevistas y demás... Es que la prensa a veces me ha jugado cositas, de sacar de contexto cosas. Es muy fácil meterte en jardines y yo quiero paz. Entonces, en las entrevistas sí que intento... Yo con mis colegas soy muy incorrecto, es decir, me encanta el humor negro, me encanta la incorrección, porque sé que surge de un lugar bonito, que creo que es como soy y como mis colegas son. Entonces, en esa privacidad de que todos nos entendemos, puedes arriesgar en el lenguaje. Sí que voy con pies de plomo en otros ámbitos y siempre me ha costado mucho, porque era un poco temerario y muy confiado, pero eso sí que ha cambiado mucho en los últimos años. Me he vuelto muy desconfiado, mucho más de lo que me gustaría.
-¿Con todo el mundo o solo con la prensa?
-Solo con la gente que no me conoce. O sea... Intentando tratar a todo el mundo de puta madre, pero, hostia, ya no sé. Nunca he sospechado de las personas. Nunca he pensado, a ver, este con que me viene, me sonríe y me trata bien, pues pienso que todo está bien. Ahora ya prefiero quedarme cada vez más con el hogar, con las personas de las que hablamos. Y no me gusta porque creo que me perderé cosas.
-¿Cómo es su relación con la fama y la popularidad? ¿Está harto de que le paren?
-Lo de que me paren me da un poco igual, además el 99% de las veces es con mucho cariño y eso me mola. Pero la fama y la popularidad es muy peligrosa porque te van a juzgar y yo no lo llevo bien. Podría decir que sí, que me resbala todo. No es verdad. Desde pequeñito, me importaba mucho el qué dirán, muchísimo. Cuando me enteraba de que yo le caía mal a alguien... Me acuerdo de que un día me vino un colega y me dijo, cuando yo tenía 14 años o así: «Le caes fatal a este chico». Era un chaval con el que jugaba a baloncesto, que no nos conocíamos mucho, pero a mí me parecía majo... Y tío, fíjate, que te lo estoy contando 25 años después. Me dolió y no era ni mi colega. O sea, imagínate... No soy una persona a la que le venga bien la exposición.
-Se vivía mejor sin redes sociales, ¿no?
-Fuá, totalmente. Porque ahí es donde está el problema. Anónimas, gratuitas... Todo el mundo se va de rositas de todo lo que dice, por lo menos hasta ahora. Supongo que eso en el futuro cambiará porque se verá que es parte de la vida real. No puedes decir lo que se te ocurra y quedarte más ancho que largo. Y ahora, a otra cosa. A otro meme. Hostia puta, tú, ¿sabes? Y los chavales... Me aterran mis sobrinas. ¿Cómo van a crecer? El móvil me llegó a los 17 años. Y las redes a los veintipico o treinta. Ahora con doce, trece o catorce años, con las redes, viendo vidas perfectas, gente guapísima, que bailan bien, que son superpopulares, que mira cómo molo, que mira lo que tengo... Y somos todo gente normal. Es que esa gente, ¿dónde está? Las Bahamas están llenas de peña. Todo el mundo está en Malibú. La distorsión es brutal. Y yo estoy preocupado por mis sobrinas porque quiero que sean felices. Y no sé si estamos generando un mundo donde sea fácil ser feliz.
-¿Cómo va a ser la gira?
-Empiezo a montar el directo la semana que viene, pero ya he trabajado con Pau Paredes, que es el productor de directo, que, por cierto, tiene un proyecto que se llama Pau Corea, y que le invito a todo el mundo a que lo escuche, porque es brutal. La columna una vertebral del repertorio será el disco nuevo, pero también rescataré 10 o 12 canciones de mi repertorio de los últimos diez años, modificadas a un sonido que me interesa un poco más cercano a este último disco, pero es que no sería honesto tocarlas exactamente igual que siempre, no me interesa. Y estas canciones revisitadas ya las he trabajado y me encantan, con sintes analógicos ochenteros muy cálidos. De repente he descubierto unas emociones diferentes en canciones que ya he tocado mil veces y me las he vuelto a poner porque me vuelven a interesar. Me parece un ejercicio honesto y un respeto a los 'izales', a lo que hicieron en las canciones de Izal. Es que llevar unos recursos que salieron de la mano de Alberto a las de Toni Carrillo, que es el guitarrista de la gira, no le veo el sentido. Y ese será el concierto. ¿Por dónde transitará de energías? No lo sé. Va a haber energía. Porque va a estar 'El baile', va a estar 'Copacabana', porque va a estar 'El paraíso', que también en este disco hay caña. 'El grito' es un gritazo. Se va a mover en lo teatral, en lo íntimo.
-¿Cómo va a ser la puesta en escena? ¿Tiene algo pensado?
-Yo no sé si estoy desvelando demasiado, pero lo he dividido en cuatro actos. Mi idea es que tenga ese peso teatral, conceptual, que me da el rollete de que sean cuatro actos, cada uno con su color y su identidad diferente, como unos cambios de tercio. Van por ahí los tiros, como una especie de experiencia más allá de un concierto al uso donde vas tirando canciones. Me gustaría que la gente piense que ha visto algo un poco más diferente.
-¿Será más electrónico y menos orgánico?
-Hay mucha más carga de sinte, lo que pasa es que Javi Rubio y Toni Carrillo tocan la guitarra increíble y vamos a hacer un ejercicio de búsqueda de cómo aprovechar los talentos en el directo. Yo siempre he pensado que una cosa es el disco y otra cosa es el directo. Aunque es verdad que el disco y el sitio por donde se mueve me gustan tanto, que quiero que sea bastante fiel. Y luego están Marta Bautista (bajista), Ben Wirjo (batería) e Irene Novoa (teclista). O sea cinco talentazos con los que nunca he tocado. Eso sí que es un cambio brutal, doce años después.
-Con el disco ya en la calle, ¿qué desventajas le ha visto a todo este proceso?
-Hombre, estoy más solo. La responsabilidad... No tengo excusas, no tengo a quién echarle la culpa de nada (ríe). Bueno, les voy a echar de menos, segurísimo. Ayer pensando en la firma de discos que tengo mañana, dije, guau, voy a estar solo, tío. Siempre estábamos de risas, quiero decir que no ha pasado nada malo. Somos como una pareja que ha acabado muy bien, pero se echan de menos. Y eso es una desventaja. No va a ser todo fácil, pero puede mi naturaleza. Lo que te pide el cuerpo y la cabeza es que es esto, con sus riesgos, y a esto hay que ir. Si no, no sería honesto con mi trabajo.
7/02/24: Guadalajara, México, C3 Rooftop.
8/02/24: Ciudad de México, Lunario del Auditorio Nacional.
10/02/24: Monterrey, México, Foro Tims.
24/02/24: Alicante, en el Auditorio de la Diputación de Alicante. Agotadas.
29/02/24: Murcia, en el Auditorio Víctor Villegas. Agotadas.
1/03/24: Granada, en el Palacio de Congresos.
9/03/24: Barcelona, en el Auditori Forum.
16/03/24: Madrid, en el Teatro Circo Price. Agotadas.
17/03/24: Madrid, en el Teatro Circo Price. Agotadas.
6/04/24: Las Palmas de Gran Canaria, en el Auditorio Alfredo Kraus.
12/04/24: Pamplona, en Baluarte Jauregia.
21/04/24: A Coruña, en el Palacio de la Ópera. Agotadas.
27/04/24: Bilbao, en el Palacio Euskalduna.
4/05/24: Roquetas de Mar, en el Teatro Auditorio Roquetas de Mar.
11/05/24: Córdoba, en el Teatro Axerquía.
17/05/24: Palma, en el Auditorio de Palma.
19/05/24: Valencia, en el Palau de les Arts Reina Sofía. Agotadas.
26/05/24: San Sebastián, en el Kursaal.
1/06/24: Sevilla, en el Fibes - Conference and Exhibition.
26/07/24: Benidorm, en el Low Festival, en el polideportivo.
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