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Como programador musical de varias salas españolas, Roberto Rey –también conocido como Roberto Tempo– permanece alerta a las nuevas tendencias y abre espacio a músicos jóvenes, como Eme Eme Project, y a veteranos internacionales, como Charles Lloyd o Kenny Garret. Hace 20 años abrió el ... club Tempo, en el corazón de Madrid, para pinchar los ritmos influidos por la música afroamericana, del jazz al neosoul, y hace unos días empezó a representar a artistas –Leonor Watling con el trío de Javi Peña, por ejemplo–. En estos años difíciles, pandemia mediante, se esfuerza en que la música en vivo no decaiga y que las pistas sigan llenas hasta el amanecer.
8.30 horas. Me levanto. En casa están mi esposa, María, y mi niña, Julia. A veces ella la lleva al cole, a veces yo. Hoy no me toca a mí, y desayuno con un disco de jazz. Cada mañana me pongo una cara de algún vinilo. Tengo una colección de 5.000 álbumes, ordenados por apellido y estilos. Hoy es el turno de Jimmy Smith. Comparto unos segundos de música y la portada del álbum en las redes sociales.
10:10 horas. Empiezo mi jornada. Yo programo unos 600 conciertos al año en diversas salas de España y varios ciclos. Recibo y envío de media unos 150 correos, WhatsApp y llamadas. Estos días tengo a Nate Smith, que es mi batería favorito de jazz. Ya lo traje cuando tocaba con John Patitucci y con The Fearless Flyers. Supe que estaba de gira y pregunté cuánto costaba. Hay artistas como él que no analizo cómo van a funcionar. Yo traigo funk, jazz y sus nuevas fusiones, blues, R&B, soul. Me gusta la música de influencia afroamericana.
16.00 horas. Prosigo las gestiones para un festival que estoy preparando. Se llama '20 conciertos para 20 años', y lo celebro por el aniversario de Tempo, mi club (en la calle Duque de Osuna, en Madrid).
17:45 horas. Le envío un WhatsApp a Tony, el representante de Freedonia. Esta banda, que vende unas 1.200 entradas cada vez que toca, empezó aquí en 2017. Hace unos días les comenté que quería que participaran en el festival, tocando como lo hicieron en sus inicios. Le pregunto a Tony si habló con los chicos y qué me responden. Me escribe: Dicen que vamos hasta desnudos. También van a tocar otros grupos que han crecido mucho, como Patax o Aurora & The Betrayers.
12:40 horas. Navego por las web especializadas en venta de discos y plataformas. Para mi trabajo de Dj me dedico a escuchar radios y sesiones internacionales. Es parte de una labor de investigación permanente. Todos los sábados pincho música para la que la etiqueta de jazz se queda corta, porque fusiona sus bases y la improvisación con el rap o el house. Es lo que buscan los jóvenes de entre 20 y 30 años, que es la mayoría de los que escuchan jazz ahora. Lo constato cuando programo ciclos como el de 'Villanos'. Más de la mitad del público tiene menos de 35 años.
22:00 horas. Algunas noches, una vez a la semana, veo alguna peli con mi pareja. Hoy ponemos la nueva versión de 'Muerte en el Nilo', basada en el libro de Agatha Christie (dirigida por Kenneth Branagh). No me gusta. Tampoco veo series pero sí algún partido de la Champions, más si juega el Real Madrid.
9:50 horas. Las agencias me escriben. Con tantos años como programador, que es mi profesión, me llega casi todo y hay que negociarlo con nueve meses de anticipación. Ya cerré otoño y ahora trabajo en los meses siguientes.
12:30 horas. Con un café, en una pausa, recuerdo que el año pasado traje a Judith Hill. Aquí no la conocía nadie, pero a mí me pareció que iba a vender bien. Hice una oferta y aceptó. La programé en el Teatro Pavón de Madrid. Un mes antes no quedaba ni una entrada. A veces hay que hacer apuestas así. Hace poco me arriesgué con los barceloneses de Curos, que me fliparon.
21:00 horas. Acuesto a mi hija. Antes, le leía cuentos. Ahora, que tiene seis años, me los lee ella a mí. Le cuesta dormirse y le ponemos música. Nos pide los conciertos para piano de Mozart.
12:30 horas. Visito una sala con más aforo que Tempo, que podría comenzar a programar. Prefiero meterme en un local propio que tener que preguntar qué está libre y depender de otros.
13:00 horas. Repaso las bandas internacionales que pasaron por Tempo, para invitarlas al aniversario: The New Mastersounds, Lou Donaldson, Black Byrds... cosas inimaginables para un local de ese tamaño.
22:30 horas. Me pongo un vino tinto en el salón. Soy de Lugo y crecí con el mencía. Hoy bebo un burdeos. A veces elijo un whisky o un madeira. A esta hora escucho lo que me apetece, como 'Crescent' de John Coltrane.
13:00 horas. Antes de comer hago un poco de ejercicio. Si puedo, me voy a nadar. Hoy no, así que me entreno con una barra y unas mancuernas en casa. Trato de hacer 40 minutos.
20:00 horas. Esta noche tengo tres conciertos programados. Las brasileñas Anavitória en Café Berlín; los neoyorkinos Antibalas Afrobeat Orkestra, en Copérnico, y el guitarrista israelí Dan Ben Liors, en el ciclo What's Next de Tempo. Me preparo para ir a los tres. El primer pase de uno, el segundo de otro...
22:00 horas. A los músicos que traigo los suelo acompañar. Les llevo a la prueba de sonido, les busco en el hotel, les invito a cenar. No hay momento más importante en el día.Al final, un vino o un chupito y quedamos como amigos. Luego, disfruto del concierto. Siempre me quedo. Pero nunca grabo con el móvil. Si lo saco significa que la sesión no va bien.
12:00 horas. Me dedico a las redes sociales siete días a la semana, incluidos los domingos. La personal, la del club, la de mi productora y la de ciclos de jazz. Me quita un par de horas al día.
0:01 horas. Empiezo a pinchar en tempo. La sesión dura hasta las seis de la mañana. Lo que compro es la música que me gusta. La analizo para saber dónde entra, a qué ritmo, con qué pega. Pincho siempre con invitados. Al que mola, le doy una sesión fija.
11.00 horas. No duermo casi. Me acuesto a las 7:30 y mi niña me despierta dos horas después. Si hay buen tiempo, como hoy, salimos a dar una vuelta por la naturaleza. Y salimos de casa.
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