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Talento, paciencia, algún golpe de suerte. Los elementos para alcanzar los objetivos en el mundo de la música son una compilación a veces caprichosa. La determinación también es clave. Y de eso, Vega, va sobrada.
'Mirlo blanco' es el nuevo disco de la compositora ... y cantante. El décimo, cuando se cumplen veinte años del inicio de su trayectoria. «Hablo mucho», dice en una charla distendida. Muchas palabras, pero todas reflejando una personalidad exigente y perfeccionista. La de una persona que mide sus pasos y las conscuencias de estos
Las canciones del álbum, publicado este viernes, surgieron en etapas distintas pero tienen en común un nuevo formato de grabación y una fuerza que sirve como hilo conductor.
- Con un disco terminado, ¿el tiempo de espera hasta verlo en la calle es el momento de más nervios o es un descanso?
- No sabría contestarte con total exactitud y honestamente. Por un lado, diría que es de descanso, que no lo es, porque es cuando se concentra toda la acción de presentación. Es un momento bonito que a veces tengo la sensación de que se me queda corto, porque es un proyecto que se tarda mucho tiempo en hacer, con mucha gente implicada y parece que siempre sabe a poco lo que puedas contar de él. Tengo esa ilusión casi de niña de volver a enfrentarme a un proyecto después de 20 años de carrera y me doy cuenta de que lo sigo haciendo como el primero, pero sin la misma ingenuidad. Soy independiente al cien por cien en todo el trabajo y eso requiere mucha responsabilidad en los aciertos y errores.
- Ingenuidad no, ilusión sí, pero después de 20 años, ¿podría seguir trabajando en este sector sin ella?
- Probablemente no. El día que la música me deje de ilusionar será el momento de dar un paso a un lado y dejar que nuevas generaciones sigan haciendo este trabajo. No podría hacerlo de otra forma, porque sería como reconocer que he dejado de creer en la capacidad que tiene el arte en general y la música en particular de emocionar, de mover conciencias y de esa finalidad con la que yo lo hago, que es formar parte de la vida de la gente.
- Las canciones de 'Mirlo blanco' no buscaban acabar formando un disco. ¿Cómo llegaron entonces a ser un todo?
- Mis dos últimos discos han surgido un poco así. El anterior, justo antes de toda la terrible pandemia, en febrero de 2020, era el disco de un concierto que di para grabar unos vídeos, una noche en la que tenía intención de despedirme de todo esto, porque venía de un momento bajo. Y aquella noche, entre el público y los compañeros me hicieron dar un vuelco. Había escrito ya 'Mirlo blanco', que si la ubicas en el tiempo puede sonar a una despedida, con rabia y fuerza, resignándome a que esa fuera mi última canción, pero esa noche sucedieron cosas muy mágicas.
- Y decidió quedarse
- Me di cuenta de que tenía que equilibrar lo que quería como persona con las expectativas como artista. Ese día dije: no lo voy a dejar. Me planté en una gira, vino la pandemia y la cancelé. Así es un poco mi vida (ríe). Siempre tomo la decisión, no sé si más oportuna en el momento menos indicado, pero fue así. Cuando pasó 2020, hablando con el productor del disco, Kike Fuentes, que también es director musical de la banda con la que llevo tocando más de 15 años, me propuso hacer el disco. Había escrito unas cuantas canciones durante la pandemia pero no lo tenía claro, porque sacar disco por sacar no me gusta. Pero tenía el 80%, sin la pretensión de ser un disco, lo vi claro y me decidí a terminarlo.
- El disco completo transmite mucha energía y potencia, tanto musical como de contenido. ¿Es algo buscado o se lo ha encontrado al juntar todas las canciones?
- Una vez que me doy cuenta de que las canciones y las letras estaban, ya eran así y me sentí muy cómoda. Las trabajamos mucho, durante más de un año, con el pensamiento de que hicieran justicia a esa potencia y esa intención, no solo musical, sino en la letra. Quiero que la gente escuche este disco y sepa cómo soy yo encima de un escenario. Entonces Kike me propuso grabarlo en directo, en cinta analógica, con la banda junta y con esa forma de cantar, «de tripas». El resultado creo que se palpa. Es muy distinto estar en un box, con un micro, que estar acompañada de esa banda que te da la fuerza y te da el soporte. Creo que eso se escucha y hace que las canciones crezcan.
- ¿Grabar en directo como búsqueda del sonido más real posible?
- Sí, y por acercarme a algo, que me había pasado muchas veces; el público que llegaba nuevo a un concierto, me decía: me encanta tu disco pero no lo cambiaría por un directo. Eso te deja un buen sabor, de trabajo bien hecho, pero por otro lado te hace preguntarte; ¿qué he hecho?
- ¿Se preguntaba por qué perciben dos cosas distintas?
- Eso es, o qué es lo que he dejado de hacer. Y me he dado cuenta de que no tenía que ver con la producción, ni con los profesionales de primera categoría de los que siempre me he rodeado, sino conmigo misma, que a lo mejor me sentía demasiado sola dentro de un micro al grabar. En directo no tienes chance de repetir y repetir, sino que lo dotas de la naturalidad, con solo una. Que conste, y te reconozco; dije que sí con la boca chica, me fui a grabar con todos mis miedos, porque soy tremendamente perfeccionista, y todo fluyó muy bien, pero al terminar, quise volver a grabarlas.
- ¿Entonces lo grabó dos veces?
- Sí, hice el ejercicio de grabarlo dos veces y me di cuenta de lo que decía mi público. No había color en la cantidad de emoción y de realidad orgánica de lo cantado en directo, con lo de un micro, aunque hubiera sido más comedido, más perfecto, más afinado.
- Las percusiones trasladan en algunos casos al folclore gallego. ¿Se reconoce en esas sonoridades de andaluza en el norte o no le da mayor significado?
- Llevo tantos años a caballo entre Galicia y Madrid…Desde que monté La Madriguera Records y publiqué 'Wolverines', empecé a tener contacto con artistas gallegos, como Budiño o Guadi Galego, que también colaboran en este disco. Culturalmente, a nivel sonoro, he ido cogiendo de forma natural esa querencia por sonidos más catalogados en la cultura musical de allí. Todo eso mezclado con mi bagaje como andaluza y una forma de cantar que tiene más que ver con una artista de raza, muy de la copla y de la música que hacemos en el sur. Intento ser el género de mis discos, que no estén determinados por un sonido sino que indistintamente del palo, cualquiera tiene cabida si suenan a Vega, en el sentido de tengan mi impronta a la hora de interpretar, mis melodías y que los arreglos vayan en esa busca de lo orgánico. Algo que he bebido no solo de Galicia, sino también del País Vasco, he vivido en Barcelona, en Segovia, en Córdoba… Tengo 42 años muy vividos y muy recorridos por toda la geografía y todo eso deja poso a nivel sonoro.
- Ha mencionado la copla; la letra de 'Patria' lleva justamente a pensar en ese estilo cargado de dramatismo
- 'Patria' realmente es un poema que escribí antes de ser canción, en 2015. Está escrita en La Coruña, sintiendo morriña de Andalucía. Ahí sale la mezcla. Buscando cómo darle sonoridad a un poema, cuando venía de leer a Machado o Hernández, pensé que todo el mundo ha musicado un poema. No es mi caso; empiezo por una melodía y hago las letras después. Este es un proceso inverso y la letra condiciona la música. Recuerdo coger una guitarra eléctrica e intentar seguir la cadencia de los versos y me di cuenta de que lo que yo quería hacer era, efectivamente, un copla rock. Como andaluza que salió en pos de prosperidad, sentía que, o hacía algo puramente flamenco o no se me tenía en cuenta y quería reivindicar desde mi sonido que yo también soy andaluza, con otros estilos llevados a lo propio. ¡Lo difícil fue convencer de meterlo en el disco!
- Habló de los amigos que le hicieron no alejarse de la música en el disco anterior. En este también hay colaboraciones. ¿Cómo ha seleccionado a esas tres personas?
- Todas las colaboraciones que he hecho, desde que soy independiente, han venido como reflejo de una amistad previa.. La colaboración con Manuel Carrasco nace de la forma más simple: somos amigos desde hace veinte años. Salimos del mismo formato, hemos sufrido las mismas mochilas vitales, hemos tenido que labrarnos una carrera, cada uno en su registro… Fuimos vecinos, encontramos a nuestras parejas, formamos a nuestras familias, comemos, cenamos juntos…
- Pero no había cantado antes con Manuel Carrasco
- Estábamos en casa y hablando, caímos en que en veinte años, nunca habíamos cantado juntos hasta ahora. Dijo que cuando quisiera, busqué la canción y le encantó. Vino, grabó y al día siguiente seguimos comiendo con nuestras familias.
- Están también Francisca Valenzuela y La Marisoul. ¿Qué le aportaron?
- Son amigas desde el 2008, cuando empecé a hacer mis avanzadillas en Latinoamérica, además de mujeres empoderadas, dueñas y señoras de su destino. En una canción como 'Ladra' no quería hacer un dueto, pero sí buscaba sororidad femenina. De una forma alegre hablamos de poder decir lo que quiero cuando quiero, reivindicando nuestra propuesta de artistas independientes que pueden ser tan líderes como cualquier hombre ,con compañeros que nos refrendan. El mensaje es tan universal, de algo que pasa en todos los países de habla hispana, que quería tener su compañía y estoy muy agradecida porque aparte de brindar su talento, le dan esa transversalidad.
- En el documental sobre Raphael, para el que usted ha escrito, queda patente la importancia de la gente que está alrededor, en su caso de Manuel Alejandro, su letrista. ¿Cree que se da valor a quienes le ponen palabras a lo que va a sonar en voces de otros?
- En este caso, palabras y música. Hay que conocer muy bien a los artistas. En ese papel me siento feliz y satisfecha, porque todos los artistas que han recurrido a mí para buscar una canción, lo han hecho sabiendo que no tengo catálogo, sino que las escribo expresamente para ellos, sabiendo qué quieren cantar, cómo es su público. Yo me doy el gusto de cantar lo que quiero, porque sé lo que quiero. Hace muchos años me especialicé en crear canciones a medida. Con Raphael estoy agradecida a un nivel enorme. Te digo de corazón que no doy crédito que yo haya hecho todo lo que he hecho: cantar en un especial de Navidad, una canción mía además, he escrito una canción inédita para él y hemos cantado juntos 'Hablemos del amor', uno de sus clásicos, en Sonorama. Es el paquete completo y menudo artista para hacerlo. Me hace sentir bien porque el trabajo que hago como autora y compositora, no sé si el público es tan consciente, pero a mi me basta con que los artistas lo sepan, porque vuelven. Me pasa con Bisbal; mis canciones han sido singles escritos para él.
- Si una canción que escribes para otro es un éxito porque encaja a la perfección, significa que tu encargo ha salido chapeau
- Sí, y a pesar de las multinacionales (ríe) a veces te vuelve a llamar el artista y no el sello. Se convierten en un éxito y refrendan tu trabajo.
- En un artículo reciente, Nacho Criado exponía la diferencia en el uso de las redes por parte de los artistas. En su caso, decidió alejarse. Se ha planteado regresar o esta decisión la mantendrá?
- A colación de este artículo le escribí, porque bendito lujo poder poner una sola foto al año por ejemplo. Yo no salí de todas; salí de Twitter porque era la más nociva para mí. Ya se habían traspasado líneas que iban a lo personal, con denuncias y problemas para mi seguridad y la de mi familia. La utilizo solo a título informacional. Donde interactúo más es en Instagram, no tanto por lo que publico sino por los mensajes, que respondo a todos, y lo hago con cierta distancia para no sufrir. Lo haré mientras pueda y cuando no pueda iré espaciándome.
- ¿Lo hace personalmente?
- No me gustaría tener a nadie escribiendo por mí. Soy tan intensa, por decirlo de alguna manera, que prefiero responder yo a esas inquietudes. Es una forma de entender la gratitud; si llevo 20 años en la música es porque ha habido un público ahí. Pero me parecen tremendamente esclavas y peligrosas, sobre todo para la gente joven. Es una esclavitud impuesta por quienes desarrollan la industria, que parece que revisan los likes, las escuchas, que apenas te reportan nada. Miden el precio de tu trabajo en función de eso y puede ser muy frustrante incluso para quien ya lleva tiempo.
- Este es el disco número 10. Cifra redonda ¿Es supersticiosa?
- Cómo te diría; me casé un martes 13 y me embarqué en un barco. No me suelen gustar los números redonditos y sin embargo los últimos discos han sido en años pares. Pero el lanzamiento cae en día 11.
- Tiene una frase que es casi una declaración de intenciones: las ganas de remontar el vuelo siempre. ¿A dónde espera que le lleve este disco?
- Honestamente, he dejado de tener expectativas en la industria en la que vivo, porque tenerlas es síntoma inequívoco de que vienen las frustraciones después. Si eres como yo, alguien a quien le cuesta gestionarlas, es mejor no tenerlas. Me refiero a remontar un vuelo personal, a creer en lo que hago, estar convencida de que el trabajo esté bien hecho y que me lleve donde me tenga que llevar. Eso sí; a mí nadie me va a poner los pies en el suelo. El día que los ponga los pondré yo por voluntad propia y no será tanto por la altura del vuelo, como por lo que yo espero de la vida.
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