La musa de Studio 54 sigue inspirando

Aunque eso depende de las fuentes que uno consulte, ya que sus biógrafos difieren sobre su fecha de nacimiento. Algunos la fijan en 1952, mientras que otros apuestan por 1948. Esta última fecha parece ser la más fiable, aunque eso resulte complicado de confirmar cuando la cantante nunca ha querido desvelar su verdadera edad. Es decir, ya habría cumplido los 76 años según la teoría más extendida, mientras que, de hacer nacido en el 52, tendría 72.

Año arriba, año abajo, lo verdaderamente relevante es la energía y el magnetismo que derrocha una incombustible Jones que, en lugar de procurarse un retiro dorado en alguna mansión caribeña, se pasa los veranos de festival en festival por todo el mundo.

Este año le tocaba pasar por el continente europeo en los meses estivales y ahí se engloba su visita a Kobetamendi en la que será su primera actuación en Bilbao. El pasado 29 de junio actuó en la discoteca Pacha Ibiza y este viernes se subirá al escenario principal del festival como plato grande de la jornada intermedia, con su propuesta musical que se resume en un cóctel de pop, dance, disco, dub y reggae; todo ello compulsivamente bailable y, atendiendo al 'setlist' de la actual gira, incluyendo versiones de artistas como Roxy Music, Iggy Pop o The Pretenders. Más allá, será inolvidable el show en el plano estilístico y visual de una figura innovadora en el arte, la imagen y el diseño desde la segunda mitad del siglo pasado.

La carrera de Grace Jones estará para siempre marcada por el impacto cultural que supuso en Estados Unidos la irrupción a finales de los años 70 del club Studio 54, del que Jones fue probablemente el mayor icono. Y es que fue en este antiguo plató de televisión reconvertido en discoteca en 1977 donde estalló la fama de esta jamaicana que había aterrizado en la urbe que nunca duerme tras dedicarse a las pasarelas durante unos años en París, donde logró ser portada de revistas como 'Elle' o 'Vogue'.

Pero el salto internacional se lo proporcionó Studio 54, donde fue musa de Andy Warhol y se convirtió en una estrella de la noche neoyorquina con su incipiente carrera musical. Warhol jugó también un papel importante en lo que respecta a la imagen y el diseño muy pensado del lanzamiento de sus primeros singles, como 'I Need a Man', que la convirtió en icono gay en Nueva York y la llevó a rivalizar con Donna Summer por el trono de la música disco.

Todo ello con Studio 54 como epicentro y nido de estrellas: Mick y Bianca Jagger, Diana Ross, Calvin Klein, Liza Minnelli e incluso un joven Donald Trump desfilando por el garito cualquier día de la semana. Pero Grace Jones no se conformó con su papel de estrella de club y fue más allá del estilo bailable facilón que imponía la escena del momento. Con la producción de Tom Moulton y el sello Island Records, apostó por un estilo más elegante y sofisticado, más artístico en cierto modo que el disco frenético de Travolta y 'Fiebre del sábado noche'. Y, ya en los 80, cambió de registró y apostó por los sonidos reggae y dub que llegaban de su país natal.

Menos de tres años después de su apertura, fue clausurado Studio 54, dando fin a la era gloriosa de la música disco. Fue un fenómeno intenso y fugaz el de este club que se vino abajo con el cambio de década debido a los problemas legales de los propietarios relacionados con el consumo y el tráfico de drogas. Pero, al contrario que la sala, Grace Jones no decayó y siguió triunfando, reinventándose las veces que hiciera falta y dejando un legado entre los 70 y los 80 que incluye, entre otros temas, su exitosa versión de 'La vie en rose' de Edith Piaf y el clasicazo 'Slave to the Rhythm', a la par que otros hits como 'Private Life' o 'Pull Up to the Bumper'.

Icono de una época

A lo largo de su extensa discografía, Jones no ha destacado por sus dotes de composición y se ha apoyado en músicos y productores de primer nivel para sus lanzamientos, así como en versiones de otros artistas. Pero por lo que destaca la jamaicana es por su sobresaliente capacidad de interpretación, con su poderosa voz y con un vestuario difícil de encasillar, que se compenetra a la perfección con sus bailes y sus movimientos sobre el escenario.

Todo ello conforma la leyenda de una intérprete que se convirtió en todo un icono de una época, la de principios de los años 80, gracias también a cómo explotó su imagen andrógina y su físico característico. Para ello, contó con la inestimable colaboración del diseñador, fotógrafo y publicista francés Jean-Paul Goude, que concibió las icónicas portadas de álbumes de Jones como 'Warm Leatherette' o 'Nightclubbing'. Goude fue también su pareja durante años y padre de su único hijo, Paulo.

Después de su abrumador éxito musical, ya a finales de la década de los 80 le llegó el turno de triunfar en el cine y de hacer de villana de 007 en 'Panorama para matar', última entrega de Roger Moore. Pero esa es otra historia de otra de las infinitas vidas de Grace Jones...