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Ana Mateo, presidenta de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas. A. Iglesia
Ana Mateo: «La música combatirá el miedo y aplacará el dolor y la tristeza tras la crisis»

Ana Mateo: «La música combatirá el miedo y aplacará el dolor y la tristeza tras la crisis»

Conciertos digitales sin público, agrupaciones divididas y una temporada rota marcan el horizonte inmediato de las formaciones sinfónicas

Lunes, 11 de mayo 2020, 00:14

Asistir a un concierto sinfónico es hoy por hoy un sueño. Pero disfrutar de la música y de la cultura es «crucial para recuperar la normalidad». Así lo cree Ana Mateo, presidenta de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS), organismo que agrupa a 34 formaciones, 28 de ellas públicas. En contacto con grandes orquestas internacionales a través del programa educativo Global Leader, promovido por universidades estadounidenses como Harvard, Georgetown o Duke y que ampara la Fundación BBVA, la también gerente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias analiza los desafíos higiénicos y los nuevos formatos y canales para que la emoción y el bálsamo de la música lleguen pronto a unos corazones rotos por la pandemia y sus estragos.

–Ir a un concierto, ¿se parecerá bastante a entrar en un quirófano?

–Espero que no. Las medidas de higiene y seguridad, hasta que la situación se normalice, obligan a priorizar la prevención de riesgos para preservar la salud y a tomar medias de seguridad. Pero llegaremos a convivir con este virus como hemos convivido con otros.

–Guardar la distancia física en una orquesta, ¿no se antoja casi imposible?

–Es complicadísimo en un escenario. Imposible en un foso. Estamos en contacto con las orquestas alemanas, las más avanzadas en los estudios sobre los instrumentos de viento, analizando cómo se proyecta al aire en ellos para saber quién puede estar y quién no.

–¿Cómo se higienizan instrumentos tan delicados y valiosos? Pienso en un 'Stradivarius'...

–Como cualquier otro objeto y con mucho cuidado para no atacar a los barnices. Cuando el instrumento va del estuche a la mano limpia del intérprete, hay seguridad. Veo más peligro en las partituras.

–El miedo del espectador, ¿es el peor enemigo para el regreso a la normalidad en los conciertos?

–El miedo en general. El del espectador y el de los trabajadores. Deseo ardientemente volver a una sala, y para eso necesitamos mucha educación, buena comunicación de las autoridades sobre la evolución del virus, y evitar riesgos. Es evidente que el contagio cero no va a existir, que estamos como en un tiempo de guerra, pero todo se normalizará.

–¿Se impondrán nuevos formatos orquestales?

–Reivindicamos lo sinfónico, porque es lo que somos, pero habrá que ser flexibles. Si hay que dividirse en pequeñas formaciones satélite para distintos espacios y aforos menores, se hará. Deberemos poner en práctica las nuevas formas de conciertos y estructuras de las que tanto hablamos sin perder la esencia sinfónica. Hay que hacerlo sí o sí.

–¿El horizonte inmediato son los conciertos sin público y través de canales digitales?

–No solo en canales digitales. Es primordial el papel de las televisiones públicas, obligadas a invertir en cultura, para difundir los contenidos que podemos ofrecerles y permitir al gran público acceder con normalidad a la música clásica. En especial a los mayores, menos duchos en el entorno digital.

–Un concierto presencial, ¿es de momento un sueño?

–Sí. El directo es irreemplazable y el público lo demanda. No es lo mismo respirar la música en la sala de conciertos que asistir telemáticamente. Pero no sabemos cuándo podremos ofrecer esa respiración en vivo. No soy capaz de poner una fecha. Ojalá pudiera decir que en otoño estaremos ahí. Nuestra presencia está ahora en las plataformas digitales y la televisión.

–Con todo, ¿es optimista?

–La música y la cultura en general perviven siempre. Hace un siglo salíamos de la Primera Guerra Mundial, teníamos la gripe española, la revolución en Rusia... Salimos y saldremos adelante. La humanidad se adapta a lo que hay. La cultura y el arte prevalecen. No podría seguir adelante si no lo creyera así. La música será crucial en la vuelta a la normalidad. El valor y la fuerza de la música y las orquestas en toda la parte social que nos devuelve sonrisas, afecto y cariño. Es emocionante. Debemos incentivar esa parte de emoción que va asociada a la música.

–¿Cómo mantener esa necesaria función social de la música orquestal?

–Es y será importantísima. En la vuelta a la actividad encontraremos mucha tristeza, dolor y miedo, y para combatirlo y aplacarlo nuestro papel será muy importante. La música es un bálsamo. Es curativa y necesaria para quienes lo están pasando tan mal, quienes han perdido familiares, sufrido ingresos hospitalarios y soportado situaciones de enorme tensión. Todo eso se traducirá en enfado y tristeza, y estaremos ahí para paliarlo.

–¿Está comprometida la compleja logística de las orquestas programada a largo plazo?

–Es la parte más compleja del trabajo, y por desgracia la planificación de la temporada que viene se ha desbaratado. Hemos ido cancelando a medida que se prorrogaban los estados de alarma. La situación nos obliga a ser mucho más ágiles.

–La crisis de 2008 pegó muy fuerte al sector, ¿esta será peor?

–Entonces hubo drásticos recortes que tememos que se produzcan de nuevo. Pero esta vez nos hemos unido en una voz única que nos permite tener mucha más fuerza a la hora de reivindicar medidas de apoyo y ayudas a las administraciones. El compromiso adquirido por los ministerios de Cultura y de Hacienda es seguir trabajando para regular un sector que estaba desatendido. Y en parte era así por nuestra culpa, por no buscar los puntos en común que nos hacen más fuertes.

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