Borrar
Joan Manuel Serrat: Esas pequeñas cosas
SOTILEZA

Joan Manuel Serrat: Esas pequeñas cosas

Su poética nombra lo cotidiano.Es icono, trovador, maestro, voz cómplice. Se despide pero sus canciones de oficio y vida suenan cada vez más cerca.

Guillermo Balbona

Santander

Viernes, 16 de diciembre 2022, 09:42

«No hago otra cosa que pensar en ti.../ Por halagarte y para que se sepa,/ tomé papel y lápiz y esparcí/las prendas de tu amor sobre la mesa.// Buscaba una canción y me perdí/en un montón de palabras gastadas./ No hago otra cosa que pensar en ti/ y no se me ocurre nada». (...)». Esta letra, podían ser muchas otras, revela esa lúcida mirada para desentrañar la grandeza de lo pequeño y la futilidad de la inmensidad; el resplandor de lo cotidiano y la fugacidad delicada de lo inasible.

En Joan Manuel Serrat cabe un álbum de lo cotidiano, un cuaderno de bitácora del oficio de vivir, un instituto Cervantes de la lengua y una caja fuerte permanentemente abierta a las palabras y a la música. Cantautor, poeta y compositor fundidos en Serrat que es ya en sí mismo: categoría, palabra fundacional, nombre propio y término para rimar desde su voz cómplice con el diccionario de lo necesario, más que de lo urgente, de lo que nombra la vida más que de la inmediatez. Se despide. Nadie es perfecto. Pero su ADN, los versos en la boca, lo que desprenden sus canciones se queda. Inmanente. Inherente. Serrat no es una fecha ni un último concierto, sino comuna, un eco compartido al que uno se aferra cuando busca material sensible.

En tránsito, Mediterráneo siempre, su largo adiós es bienvenida a ese inventario que sirve de mapa emocional y sentimental y de viaje por aquellas pequeñas cosas. En abril, el Beacon Theatre de Nueva York daba cabida al inicio de una despedida que, tras recorrer Sudamérica recalaba en España para emprender desde Murcia un largo periplo que, desgraciadamente no se ha detenido en Santander, y que concluye el próximo día 23 en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

Javier Lizon / EFE

La gira de 'El vicio de cantar 1965-2022' cierra ese trayecto de escenario en escenario y abre una ventana de medio siglo de histórica trayectoria, sembrada por canciones que se cuelan «en la entretela del alma», como gusta reivindicar. De 'Lucía' a 'Penélope', de 'Señora' a 'Hoy por ti, mañana por mí', de 'Algo personal' a 'Tu nombre me sabe a yerba', de 'Dale que dale' a 'Fiesta'. Ya se sabe, 'De vez en cuando la vida' asoma con Serrat fiel y puntual. Y de Antonio Machado a Miguel Hernández. «Para la libertad, sangro, lucho y pervivo...».

Cerca de su cumpleaños, el autor de 'Fa vint anys que tinc vint anys', que posee distinciones como el Grammy Latino de Honor o la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, apela a la memoria, elude la nostalgia y en el ecosistema de sus temas compartidos todo se revela futuro. Entre la liturgia y el acontecimiento, la escritura del tiempo y la identidad de una voz, 'es caprichoso el azar', en el ecosistema de Serrat no hay necesidad de espectacularidad, ni deslumbramiento oportunista, ni destellos. La voz se calienta despacio, la cercanía es la única empatía posible y el repertorio parece de ayer, de hoy y de mañana, desde los años sesenta, en español y en catalán, hasta el Serrat de vasos comunicantes con los poetas, o el de colegas en noches con Sabina. Al cabo, todo está abierto a recordar y a adentrarse en la vida.

'Cantares'. Golpe. Y verso. Serrat cincelándose a sí mismo. «La mujer que yo quiero no necesita, bañarse cada noche en agua bendita. Tiene muchos defectos, dice mi madre y demasiados huesos, dice mi padre…». El Serrat que debutara en 1964 en Radio Barcelona, en el programa Radio-Scope, el músico integrado en el movimiento de la Nova Cançó Catalana, formando parte de Els Setze Jutges y el autor de 'Cançó de matinada' y 'Paraules d'amor' compone con lo cotidiano y la esperanza. Complicidad, fidelidad y compromiso, su 'Antología desordenada' ya celebró su medio siglo sobre los escenarios. En Santander, en la plaza de toros y en el Palacio de Festivales ha celebrado conciertos inolvidables a través de un cancionero que ha forjado la memoria sentimental del país.

Perito en lunas

Ahora que se cumple el 80 aniversario de Miguel Hernández, cabe recordar que Serrat hace poco más de una década volvía a iluminar al poeta en su centenario. «Es uno de los poetas más grandes del siglo XX, pero su suerte fue negra, tan mala que dura ya un siglo y que le ha perseguido hasta hacer que su centenario coincida con la peor crisis conocida», decía entonces el cantautor.

Ya en 1972, había aflorado gracias a él la mejor poesía de Miguel Hernández (1910-1942). Casi cuatro décadas después de su primer acercamiento al poeta de Orihuela, el cantautor volvía a poner música a trece poemas de aquel 'Perito en lunas'. El «noi del Poble Sec» publicó 'Hijo de la luz y de la sombra', título tomado del poema que mejor explica el universo Hernández. 'La palmera levantina', 'La lección del esposo soldado'...todos alejados de la mítica grabación con 'Las nanas de la cebolla' o 'Elegía a Ramón Sijé'.

Y confesaba entonces una reflexión que dice mucho de las señas de de identidad de Serrat: «No soy el chico de los 70 que se embelesaba con sus poemas mientras comía un perrito caliente en la universidad. Eran otros tiempos y otros retos. Ahora he vuelto a releerlo todo, he buceado en su obra de juventud, en lo menos conocido». El premio Nacional de las Músicas Actuales es quien mejor ha cantado a esos poetas de cabecera de la memoria colectiva como Machado y Benedetti.

En la despedida, la mirada atrás es inevitable. En 1975, mientras se encuentra en México y ante los fusilamientos de cinco combatientes antifranquistas, Serrat manifiesta su «absoluto repudio a la pena de muerte y a la violencia oficial establecida», por lo que en España se le abre un proceso que le obliga a exiliarse en México. Durante un año, a bordo de un autobús con su grupo, recorre de punta a punta el país azteca, donde da casi un centenar de conciertos. A su regreso a España, es objeto de un multitudinario recibimiento en el aeropuerto de Barcelona, al que sigue una serie de conciertos por los barrios barceloneses. Más tarde, ofrece varios recitales en el Bobino de París, donde coincidió con Georges Brassens.

Y el vínculo América Serrat será siempre estrecho y se manifiesta en su litigio con los regímenes militares de Chile, Uruguay o Argentina, países a los que no regresaría hasta la recuperación de sus democracias. Sus conciertos en 1990 en el Estadio Nacional de Santiago de Chile y en la plaza Dos Congresos de Buenos Aires son ya parte de la historia musical. El Sur también existe.

Esta vez no habrá despedida en Santander. Quedan esas imborrables comuniones con el público, bajo la lluvia en el Coso de Cuatro Caminos, o en sus sucesivas entregas en el Palacio de Festivales, caso en 2003 cuando presentó sus 'Versos en la boca'; en 2004 y su proyecto sinfónico acompañado de la Orquesta de Euskadi; o en 2005, recién recuperado de una grave enfermedad, para presentar '100x100'. Visiones y versiones íntimas y esenciales de sus canciones del artista arropado de su inseparable Ricard Miralles.

De 'Aquellos locos bajitos' a 'Me gusta todo de ti' pasando por el Tarres de esa vieja canción tradicional catalana titulada 'Canción del ladrón'. Más de medio siglo sobre los escenarios. Cuando Serrat ofrezca su último concierto el día 23, tras más de setenta actuaciones en esta gira, permanecerá instalado en la memoria de tres generaciones. Pocos días después cumplirá 79 años.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Joan Manuel Serrat: Esas pequeñas cosas