Hatsune Miku, la etérea cantante virtual que apasiona a millones de adolescentes, recaló de nuevo en España. Agotó las entradas para su concierto de este martes en el barcelonés Espacio Sant Jordi. Los 5.000 asistentes pagaron al menos 56 euros para contemplar a este ídolo hologramático que no envejecerá jamás. Pueden verla, oírla y sentirla, pero nadie tocará jamás su estilizada figura de 158 centímetros y 42 virtuales kilos. Se trata un holograma, y esto supone que está pero no es, aunque abarrote recintos en todo el mundo, acompañada de músicos de carne y hueso y bailarines tan etéreos como ella.
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Otro holograma resucitó a María Callas hace un par de años en el London Coliseum, donde un elegante y atónito público aplaudió y gritó algún ¡brava! que no llegó a oídos de la diva, fallecida hace treinta años. Como James Dean, muerto en 1955, y que protagonizará otra película gracias a la misma magia digital que resucitó a Michael Jackson, Freddie Mercury o Tupac Shakur.
Hatsune Miku tampoco oye los alaridos de los enfervorizados fans que corean su nombre y sus canciones en cada concierto. Ella es solo luz y bytes. Un ídolo cibernético creado en Japón y que tras causar furor en Asia se lanzó a conquistar Europa. Estuvo en Madrid en marzo de 2018 como protagonista de 'The End', la ópera del músico de carne y hueso Keiichiro Shibuya. Antes de Barcelona, su gira 'Hatsune Miku Expo 2020' la llevó a Londres, Berlín, París y Ámsterdam.
Su aniñado aspecto derrite a sus seguidores; minifalda plisada, medias hasta medio muslo y larga cabellera de neón con ampulosas coletas de color turquesa. Y así será siempre, ya que Hatsune tendrá eternamente los 16 años con los que nació. Es la recreación de la adolescente nipona loca por el manga y el 'cosplay', la obsesión por disfrazarse de personajes de ficción que también se globaliza.
Sus seguidores vibran con la única 'celebrity' sin corazón capaz de robar el de miles de humanos. «Me siento muy feliz de estar por fin con vosotros», es el saludo habitual, con acento japonés, del vistoso holograma de la reina del J-pop, que domina internet desde hace años. Su nombre puede traducirse como «primer sonido del futuro», y es el producto estrella de una tecnología puntera. Medio Barbie, medio 'anime', la hologramática criatura fue concebida en 2007 como paradigma del humanoide canoro gracias al innovador software de síntesis vocal de la firma japonesa Crypton Future Media. Una tecnología denominada 'vocaloide' (contracción de vocal y androide) que permite componer canciones con nulos conocimientos musicales.
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Con miríadas de seguidores en las redes, cientos de millones de internautas han pinchado su infinitud de vídeos en YouTube. 'World is mine', su canción más famosa, supera los 40 millones de visualizaciones. En Japón es un fenómeno de tal magnitud que miles de hombres se han 'casado' con ella virtualmente. Telonera de Lady Gaga, versionada por Pharrell Williams, protagonizó anuncios en la tele para multinacionales como Toyota y en Estados Unidos apareció –literalmente– en The Late Show, el programa de David Letterman.
Si suscita tanta pasión es porque cualquiera puede apropiársela. Su software funciona con licencia 'Creative Commons', sistema abierto que permite a sus fans crear su propia canción y ponerla en boca de Hatsune. Se han escrito más de 100.000 temas de todos los estilos –electrónico, pop, rock–, lo que la convierte en una diva virtual, colaborativa y de repertorio infinito.
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