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colpisa
Domingo, 6 de septiembre 2015, 07:22
Con tan solo 31 años, el malagueño Pablo López ya tiene un Disco de oro y ha cantado con algunos de los artistas pop mundialmente más reconocidos, como Juanes, David Bisbal y Alejandro Sanz. Y, sin embargo, considera que aún le queda "todo por hacer" ... en el mundo de la música.
Pablo es consciente del buen momento que vive su música y se felicita por el éxito de su primer disco, 'Once historias y un piano', pero no se conforma y con su segundo disco quiere conseguir lo que a él le parece más difícil, "repetir todas estas experiencias".
En su nuevo trabajo, 'El mundo y los amantes inocentes', podrá encontrarse a "un Pablo más despeinado, sin miedo a decir lo que tengo que decir y una mejoría en la calidad musical", según describe el propio artista.
Pablo López reconoce que comenzó a preparar este disco en un momento en el que estaba "cabreado con el mundo y con el género humano". No le gustaban las noticias que escuchaba en los telediarios, como "la inmigración de los sirios y los africanos, las tensiones entre Colombia y Venezuela o lo que suelta por la boca Donald Trump (candidato a las primarias republicanas en Estados Unidos)", por citar algunas de ellas. Y como no quería hacer un disco inundado de pesimismo, buscó razones para reconciliarse con el mundo y encontró "el amor, como ese instinto primario que nos hace humanos desde que nacemos hasta que morimos".
Para buscar el amor se aleja de las grandes historias. Donde Pablo López lo encuentra es en la rutina y en la cotidianidad del día a día, "en el abrazo entre una madre y un hijo que se reencuentran en la estación del AVE", dice.
Si le preguntan a qué se dedicaba antes de cantar, responde que cantar. "Soy una vieja gloria -bromea-, he actuado en todos los hoteles de la costa del sol, mi primer sueldo me lo dio la música". ¿Y si no te hubieses dedicado a cantar?: -"Te vas a reír, pero mi profesión frustrada es el periodismo. Me apasiona el poder de un editorial y de un pensamiento trasladado a tanta gente, aunque a su vez me aterra, porque también se puede usar como un arma muy peligrosa", confiesa mientras deja que su mirada se pierda en el fondo de la redacción.
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