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Autor de las 'Novelas ejemplares', la vida de Miguel de Cervantes no fue dulce ni ejemplar. Mujeriego, tramposo, soldado de fortuna, presidiario, excluyente y favorable a la expulsión de los moriscos, «dio mucho a España y recibió muy poco». Lo explica Santiago Muñoz Machado, (Pozoblanco, ... Córdoba, 73 años), director de la Real Academia Española (RAE) y autor de 'Cervantes' (Crítica), un tratado biográfico de 1.040 páginas sobre el príncipe de los ingenios. Saber que el retrato y el manuscrito de Cervantes que conserva la RAE son falsos le impulsó a escribir esta monumental obra buscando las verdades donde imperan las mentiras.
-¿Tan mistificada está la vida de Cervantes?
-Sí. Es una motivación importante. Uno lleva toda la vida con Cervantes y de pronto se encuentra incitaciones como esas falsedades. En la construcción de la vida y el análisis bibliográfico de Cervantes hay mucha especulación, desatinos y falsedades, y es interesante despejar los elementos esenciales. Así que me ocupo de su vida, su obra, de la crítica de su obra y de su tiempo. Es mi obra más ambiciosa en materia histórica y literaria. He necesitado una década de reflexión y cuatro años para escribirla.
-¿Su lectura más temprana del 'Quijote'?
-De crío, en el bachillerato y no en una de aquellas ediciones abreviadas. Lo leí como Dios manda, a cuerpo entero. Y no me pareció fascinante. Para un estudiante es duro. De adulto lo habré leído veinte veces de seguido, y muchas más parcialmente. Siempre lo tengo cerca.
-¿Cuál es la lección más valiosa de Cervantes?
-Su capacidad para soportar una vida nada favorable en lo tocante a las relaciones humanas. Saber sobreponerse a una situación injusta en lo que se refiere a su trayectoria, a la falta de reconocimiento. Y la capacidad de análisis de la sociedad de su tiempo. Es un ser humano como cualquiera. Tuvo una trayectoria personal muy humilde, dedicada a profesiones nada brillantes y sin embargo fue excepcional en el manejo de la pluma. Una imaginación desbordante, una calidad insólita para expresar las cosas. Todo lo literario es envidiable en su vida, pero en relaciones sociales y humanas, es lamentable y triste.
-¿Una vida desastrosa la suya?
-Sí. Nada brillante. Con mala suerte, obligado a salir de España muy joven. Se pasa muchos años fuera, bien guerreando, bien como cautivo en una cárcel inhumana en Argel. Y a su regreso tiene muchas dificultades para hallar mecenas, de relación social, y mucha marginalidad. Vive en un ambiente familiar que no es el más glorioso, precisamente. Dio mucho por su patria y recibió poco a cambio. En sus libros refleja situaciones del siglo XVI y XVII con gran sutileza, ironía y una maestría extraordinaria para criticarlas.
-¿Era consciente de la importancia de su obra?
-Al inicio de la segunda parte, don Quijote le dice a Sancho que ambos, 'las sus figuras', estarán en los mesones y en las tabernas. Y también dice en el prólogo que la segunda entrega 'la espera hasta el emperador de China'. De modo que tiene perfecta conciencia de la importancia de su obra. La primera parte se vendió bien y tuvo varias ediciones. La sociedad y los escritores lo aprecian, pero se generó una situación de mucha intolerancia hacia un pobre recaudador de alcabalas convertido de pronto en el número uno de la literatura. Eso no se soporta bien por los que están en la cúspide de la fama.
-¿Se retrató en sus prólogos tal como era, o como un personaje?
-Tal como era. Dejó pistas fiables luego corroboradas. Estaba convencido de que cuando muriera nadie escribiría su biografía y seguro de que otros escritores, muy especialmente el famosísimo Lope, sería enterrado con todos los honores, lo que no ocurriría con él. Iba soltando píldoras, fragmentos de su vida en los prólogos y dedicatorias y a veces utilizando como materia novelable episodios de su vida. El problema es separar la verdad de lo creativo, y por lo tanto no hay que andarse con mucho cuidado.
-¿Su ambición literaria era seducir o entretener?
-Entretener sobre todo. Repite que hace novelas para entretener, como precisa en la segunda parte del 'Quijote', a los niños, a los jóvenes, y a los viejos. A todo el mundo. El 'Quijote' se entendió en el siglo XVII, como novela de burla, de entretenimiento y diversión. Luego se vio que era mucho más que eso. Que era una obra de una profundidad y un alcance enorme.
-Se presenta a menudo a Cervantes como feminista, ¿lo era?
-Se dice que fue un hombre muy liberal, que consideró a la mujer como un sujeto jurídico equiparable al hombre y reconoció toda su libertad. Pero creo que es un poco exagerado decir que es el primer feminista de nuestra literatura y atribuirle una concepción de la mujer semejante a la que tenemos hoy. Es verdad que algunos personajes femeninos son muy libres e interesantes por cómo las hace expresarse.
-¿Ingleses y franceses calibraron mejor su talento que los españoles?
-Es un poco así. Las primeras ediciones del 'Quijote', de 1605 a 1615 fueron muy malas, plagadas de erratas, corrupciones, interferencias e interpolaciones de los cajistas. Y no se corrigió en todo el siglo XVII. La primera edición importante, cuidada y lujosa, con estampas y grabados, la hicieron los ingleses en 1738, un siglo largo después. En España no se hizo una edición noble hasta 1780. Y fue de la RAE, que hizo un esfuerzo por elevar la figura de Cervantes a donde merecía a partir de 1770. Un académico joven, Vicente de los Ríos, hizo la primera biografía con investigación de archivo.
-¿Hubieran admitido a don Miguel de Cervantes en la RAE?
-Por supuesto. La Real Academia estaba muy lejos todavía de fundarse a su muerte, pero no me cabe duda. Hubiera sido realmente, un manchón, una mancha muy grande no hacerlo.
–Era un lector curioso y constante. ¿Qué sabemos de su biblioteca?
–Poco. Lo que aparece en el expurgo de libros que hacen el cura y el barbero en el Quijote. Son libros que debieron formar parte de su biblioteca o que conocía. En su obra aparecen muchas referencias a libros de su tiempo que la fuerza que tuvo que tener entre las manos. De Antonio de Torquemada, por ejemplo, 'El jardín de flores curiosas' que maneja continuamente, o la compilación de los refranes de Juan de Mal Lara, un intelectual y humanista sevillano que compila todos los refranes de manera verbal.
–¿Fue un novelista genial quizá porque fue un dramaturgo fracasado?
–Lo del fracaso es relativo. Entre 1585 y el final del siglo estrena bastantes dramas muy exitosos y seguidos en los teatros de España. Pero lo dejó para irse a recaudar impuestos y abastecimientos para la Armada Invencible. Cuando volvió, él mismo dice que ya estaba dominando el teatro Lope de Vega. Y era muy difícil buscar un hueco a la sombra de Lope. Lo deja por esa razón. Dice que ya no hay pájaros en aquellos nidos. Habían volado los pájaros y había que pasar a otra cosa. Entonces se dedicó por fortuna a los relatos, a la narrativa. Qué es lo que le hizo grande.
Lleva Santiago Muñoz Machado cuatro años al frente de la docta casa que «limpia, fija y da esplendor» a nuestro idioma, y está satisfecho de lo actuado. Logró el respaldo del Gobierno dando un suave puñetazo en la mesa para lograr más recursos y atención. Su batalla ahora es que las nueva tecnologías no dañen a nuestro idioma y sean poderosa aliadas y no enemigas del idioma que conecta a 500 millones de personas
–Lleva cuatro años en la RAE ¿su balance?.
–Estoy contento. Hemos podido avanzar con los proyectos tradicionales y renovarnos. Nuestra presencia en la sociedad, en los medios, y en la redes sociales ha mejoraba mucho manteniendo nuestro proyecto histórico. Hemos abierto la casa a proyectos a programas nuevos de gran interés, que tienen que ver con la evolución de la tecnología y la sociedad actuales.
–Pero tuvo que dar un suave puñetazo en la mesa advirtiendo que la RAE es una cuestión de Estado y que es nuestro mejor valor cultural y hay que sostenerla
–Lo dije el primer día y lo repito siempre que puedo, porque es así. Lo mejor que tiene España es su lengua. Y una institución que se ocupa, digamos honorariamente, de defenderla, y que tiene un concierto con otras 22 academias de todo el mundo, donde están parte de los mejores intelectuales de cada país, que defienden la lengua, y trabaja en los proyectos que abordamos, que es una joya fantástica que hay que cuidar. Quien no lo haga está menospreciando el mejor valor cultural que tenemos.
– El salto digital, que no fue fácil sí que ha sido feliz.
–Feliz en la parte que hasta ahora tenemos cumplimentada: poner al servicio de los ciudadanos nuestras herramientas y obras lingüísticas con más facilidad y de forma más accesible y más transparente. En eso está casi todo hecho. Hemos avanzado mucho. Ahora tenemos que avanzar en procurar que las nuevas tecnologías, en la medida en que usan la lengua española, no lo estropeen la fragmenten, mal usen o reduzcan su léxico, afeen su carácter, invaden con formas nuevas, usa gramática, la manipulen, no golpeen, la desconozcan o la vulneren.
–¿Cuál es el reto más inmediato de la casa?
–Son varios. Trabajamos de la 24 edición del Diccionario de la Lengua que debemos presentar en el 2026. Hemos iniciado una nueva etapa con el Diccionario Histórico, que es una de las niñas de mis ojos. Tengo muchísimo interés en que progrese, porque la RAE lleva con él un siglo en términos estrictos. No lo digo metafóricamente, y no se ha avanzado demasiado. Quiero dejar cuando me vaya ese proyecto más avanzado. Pero lo que simboliza más mi gestión es LEIA (Lengua Española e Inteligencia Artificial) y toda la incorporación de la tecnología de la inteligencia artificial con el lenguaje, que es uno de los uno de los que más inmediatamente va a caracterizar a la Academia de los años venideros.
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