Hans Rudolf Gerstenmaier, el amigo germano del Prado al que donó once obras. R.C.

Muere Hans Rudolf Gerstenmaier, gran benefactor del Prado

Su generosa donación enriqueció los fondos más modernos de la pinacoteca con obras de Zuloaga, Mir, Regoyos o Anglada-Camarasa

Sábado, 30 de enero 2021, 15:13

Hans Rudolf Gerstenmaier, uno de los grandes benefactores recientes del museo del Prado, falleció este sábado a los 87 años. Coleccionista de origen alemán afincado en España, triunfó aquí como empresario y se concentró como coleccionista en el arte de finales del siglo XIX y principios del XX. En 2019 cedía al Prado once obras de pintores como Hermen Anglada-Camarasa, Eduardo Chicharro, Ignacio Zuloaga, Joaquín Mir, Agustín de Riancho, o Juan de Echevarría. Unas obras que suplían carencias de la colección de pintura moderna española del Prado.

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Nacido en Hamburgo en 1934, Gerstenmaier llegó en autoestop a Barcelona en 1962, «con 1.000 pesetas en el bolsillo y ganas de comerme el mundo». Diez años después había progresado. Fundó una exitosa empresa de recambios automovilísticos e inició una colección de pintura que sería portentosa. Medio siglo más tarde el generoso amigo germano del Prado, donó agradecido al museo algunas de sus obras más relevantes, como el tardío y sobrio retrato pintado por Sorolla de Ella J. Seligmann, la esposa del marchante británico del genio valenciano.

También 'Una manola', sensual y de mirada retadora pintada por Ignacio Zuloaga en 1913; el pequeño retrato de Mariquiña del Valle-Inclán, hija del dramaturgo y escritor, pintado por Juan de Echevarría hacia 1928; una diminuta escena de un 'café-concert' parisino de Anglada-Camarasa y el hasta entonces inédito 'Alrededores de Bruselas' de Darío de Regoyos.

«Vine como un turista más, para conocer España, su idioma a y su gente, y he pasado aquí 50 años fabulosos. Llegué a Barcelona con mil pesetas en el bolsillo y un año después encontraba en Madrid mi primer trabajo, con un sueldo 5.000 pesetas», rememoró Gerstenmaier el día de la donación.

De los dos empleados de 1964 pasó a tener 150 cuando vendió la compañía por una millonada en el año 2000. «Sí cedo parte de mi colección al Prado es por agradecimiento a España» reiteraba Gerstenmaier, para quien la cesión era «una obligación y un honor». «El Prado me da la posibilidad de dejar parte de mis colección del museo más importante del mundo», se ufanaba.

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