Aunque se desconoce la fecha, Pardo y Agüero nació en Tricio, fue doctor de Felipe III, Felipe IV e Isabel de Borbón, murió en Madrid en 1637 y años después sus restos se inhumaron en San Miguel
Del doctor Celedón Pardo Agüero se saben casi tantas cosas como las que se desconocen. Para empezar, nació en la villa de Tricio, aunque por ahora no la fecha concreta. Su nombre real era Juan Bautista de Navidad, pero se hacía llamar Celedón o Celedonio Pardo y Agüero. Como argumenta el historiador José Manuel Ramírez, el nombre de pila pudo tomarlo del primer mártir riojano, el calagurritano Celedonio, quien murió decapitado junto a su hermano Emeterio, mientras que los apellidos, Pardo y Agüero, son los de su madre. El objetivo, sin duda, de este tejemaneje no fue sino ocultar las raíces judías de su padre.
Muy preocupado por estudiar los recientes medicamentos de la época y favorable a las novedosas técnicas de curación, tuvo el riojano una gran influencia en la puesta en marcha de la primera gran red comercial de un medicamento chymico, la denominada 'Quintaesencia del Oro Potable o Polvos de Algarotti', que desde Venecia extendía este doctor italiano, entre la medicina y la alquimia, y que en España representaba Alessandro Quintilio.
PARA SABER MÁS..
'El médico Don Celedón Pardo y Agüero, natural de Tricio', por José M. Ramírez en
: 'Piedra de rayo' Nº 37, 2011. A través del portal Dialnet.
'La primera gran red comercial de un medicamento chymico.Vittorio Algarotti y su quintaesencia del oro medicinal', en
: http://www.revistaazogue.com/Azogue6-4.pdf
«Quintilio era consciente de que la corte madrileña reunía a la élite de la medicina española. Entrar en contacto con ella y convencer a algunos de sus miembros le facilitaría la distribución de sus preparados. Le apoyaron influyentes médicos y protomédicos del rey Felipe III, como Francisco González de Sepúlveda, Celedón Pardo Agüero y, especialmente, Andrés Zamudio de Alfaro», confirma el investigador José Rodríguez Guerrero.
Miguel de Cervantes conocía a Pardo y Agüero como médico de Felipe III y por su gran influjo en la corte. Merced a sus negocios farmaceúticos y a sus estipendios como galeno, el de Tricio había amasado una ingente fortuna, parte de la cual la dedicaba a la usura. Quizá fue por esta razón por la que el manco de Lepanto introdujo en su Quijote, en concreto cuando Sancho Panza gobierna la ínsula Barataria, a un matasanos llamado Pedro Recio de Agüero, que Sancho moteja «de Mal Agüero», y que le hacía la vida imposible al gobernador con lo que podía o no comer, según argumenta la profesora de la Universidad de Nantes Yvonne David-Peyre.
Cuando Felipe III murió en Madrid, en 1621, y ocupó el trono su hijo Felipe IV, Celedón siguió ejerciendo como médico de la corte si bien Juan Pérez de San Martín se ocupaba del cardenal-infante Fernando (hermano menor del rey), mientras que Alonso de Santiago, Diego de Herrera, Celedón Pardo y Agüero y Juan Gutiérrez de Solórzano, de la reina Isabel de Borbón.
Tres siglos de limosnas
Muchos años antes de su fallecimiento, el 4 de abril de 1637, el doctor Celedón ya había dado órdenes para que levantaran el monumento funerario en San Miguel de Tricio, y dejó tal cantidad de limosnas para que cuidaran su tumba y rezaran por su alma que 1880 se entregaban 8.572 reales para sus obras pías y todavía en la segunda parte del siglo XX, cada 4 abril, con motivo de la misa en su recuerdo, cada fiel recibía un donativo de una peseta.
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