«Mirar es un aprendizaje continuo»
José Sacristán | Actor ·
El veterano intérprete reivindica la mirada y la palabra de Delibes en su versión de 'Señora de rojo sobre fondo gris', que llega al Bretón recién estrenadaSecciones
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José Sacristán | Actor ·
El veterano intérprete reivindica la mirada y la palabra de Delibes en su versión de 'Señora de rojo sobre fondo gris', que llega al Bretón recién estrenada'El teatro es la palabra', afirmaba Miguel Delibes. Hace treinta años, viendo a José Sacristán interpretar a Pacífico Pérez en la adaptación teatral de su novela 'Las guerras de nuestros antepasados', el escritor ponderaba el trabajo del actor: «Tan contenido, tan a gusto en ... su papel, sin manoteos ni aspavientos. El teatro siempre ha sido la palabra, no los gritos ni los aspavientos». No podemos saber qué diría hoy viéndole encarnarle a él mismo en 'Señora de rojo sobre fondo gris', la novela en que Delibes, desde el amor y el dolor, narró la temprana muerte de su esposa, Ángeles de Castro, el encarcelamiento de su hija por motivos políticos en 1975, y el modo en que se quebró su propia vida. Producida, adaptada y dirigida por José Sámano y recién estrenada en San Sebastián de los Reyes, hoy llega al Bretón de Logroño. En el escenario, solo José Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937), todavía creciendo aún más como intérprete a sus 81 años y más de sesenta de oficio. Si el teatro es la palabra, como decía Delibes, la voz que la pronuncia es la voz «grave, flexible y diáfana» de Sacristán. Y es también su mirada.
-Fue idea suya volver a Delibes.
'Señora de rojo sobre fondo gris', de Miguel Delibes
Adaptación José Sámano, Inés Camiña y José Sacristán
Dirección José Sámano
Intérprete José Sacristán
Teatro Bretón, 20 30 h.
-Yo había hecho una lectura dramatizada antes de morir Miguel [2010] y me quedé con las ganas. Tenía este texto entre ceja y ceja.
-Parece un personaje de culminación. ¿Está pensando en jubilarse?
-Es un personaje que, además de como actor, tiene valor como persona y como ciudadano; el valor de rendir un homenaje a la memoria de Miguel Delibes. Es un deseo de redondear ese círculo. Pero, no, jubilarme no. De momento, vamos a seguir. Como decía mi amigo Fernán Gómez, de momento, vamos durando.
-Es su segundo Delibes. ¿Desde qué lugar emocional lo afronta sabiendo que el personaje representa al propio autor hablando de su mujer y de su vida?
-El lugar emocional es inmenso. Me ocupa desde la punta de los pelos hasta la punta de los pies. No solo por el sentimiento, también por el respeto, la admiración y la devoción.
-¿Qué relación tuvo usted con él?
-Tuve la inmensa suerte de conocerle y de tratar con él, sí. Más allá del gran valor como escritor, era el maestro. En la línea de don Antonio Machado y... en fin, de unos cuantos.
-¿Qué opinaría él de este trabajo?
-No sé decir lo que diría él, pero te puedo decir lo que ha dicho su familia: 'He visto a mi madre', eso me dijo uno de los hijos, emocionado.
-Para ser un narrador, Delibes da muy bien en el escenario.
-Y en las películas. Era un hombre que tenía una mirada que se traduce perfectamente al teatro o al cine.
-¿Le habría gustado participar en 'Los santos inocentes'?
-¡Hombre, cómo no! ¡Joder! En aquel tiempo hice con mi amigo Mario Camus 'La colmena', que tampoco está mal. Pero, a quién no le habría gustado estar en 'Los santos inocentes'. Habría hecho incluso la milana.
-¿Qué papel le falta en su carrera?
-No tengo fijación por ninguno. No tengo mi Rey Lear ni mi Hamlet ni mi Macbeth. No siento nostalgia o esa cosa de haberme quedado sin hacer tal o tal cosa. Y lo que quede por hacer en adelante... pues tengo la suerte de poder elegir y voy a aquello que me es próximo y que me gusta y que pienso que puede ser de interés para la gente que me sigue.
-Interpretativamente está usted cada vez mejor. ¿Cuál diría que ha sido su momento cumbre?
-Tampoco sabría decirlo; sería una pedantería por mi parte. Creo que he mantenido una línea de papeles de responsabilidad. Yo qué sé si hay cumbres o no hay cumbres. Asumo con responsabilidad todos y cada uno de mis trabajos y no reniego de ninguno de ellos.
-¿Cuánto ha cambiado esta profesión en todos estos años?
-Es una profesión de permanente inseguridad. Pero, como nadie está en esto a la fuerza, porque esto es por amor, yo solo puedo decir que me siento un auténtico privilegiado de llevar más de sesenta años y que mi vida y mi trabajo vayan de la mano.
-Juan Mayorga decía en una entrevista reciente que el teatro vive un gran momento. Y Mario Gas lamentaba que se ha perdido compromiso ético y estético. ¿Usted qué cree?
-Leí las entrevistas y puedo coincidir con ambos. Yo no soy muy partidario de convertir el escenario en púlpito ni tribuna. Sin tirar cohetes, creo que el teatro sigue vivo, pero quizás harían falta mayores compromisos.
-¿Cuál es el suyo?
-Yo sigo una línea de trabajo creo que coherente o responsable o decente, al menos. Desde musicales a Arthur Miller, qué sé yo. Hasta ahora muy desacertado no he andado, ¿no? Parto de un acto de humildad: mi trabajo es lo que me apasiona, si luego eso sirve de algo, pues mejor que mejor.
-Fuera del escenario siempre se ha pronunciado alto y claro. ¿Qué le inquieta actualmente?
-Tampoco es que vaya con el megáfono por la vida, pero, cuando me preguntan, digo lo que pienso, claro. Si echo la vista atrás, desde luego no estamos peor. Pero hoy me preocupan estas manifestaciones ultraderechistas respaldadas por tanta gente; que si el Trump, que si los 'voxes' estos en España, que si Italia, Alemania o la madre que los parió... Es que hay millones de personas que están de acuerdo con ellos, joder. Eso es lo más preocupante.
-¿Hacia dónde ve ir este viaje a ninguna parte?
-El planeta y este país han cambiado muchísimo desde que yo tengo noticia de ellos. Y siguen cambiando a velocidad de vértigo en cuanto a medios de comunicación, los 'internetes', los teléfonos móviles, las puñetas estas... Unas veces para bien, pero no tanto como a uno le gustaría. Pero esa es otra película.
-¿Qué ve con los ojos de Delibes?
-Mira, Pacífico Pérez decía de su tío Paco que fue el hombre que le enseñó a mirar. Yo creo que con Miguel Delibes mirar es un aprendizaje continuo. Confiemos en que, pese a todo, se imponga ese espíritu Miguel Delibes en el planeta. Y el de gente como Machado, José Luis Sampedro, Sábato, Saramago... Gente como la gente, que dicen los argentinos.
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