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La biblioteca del monasterio emilianense de Yuso, en una imagen de las primeras décadas del siglo XX. Hauser y Menet
San Millán, cuna ancestral del saber vitivinícola

San Millán, cuna ancestral del saber vitivinícola

Localizados en la biblioteca del monasterio emilianense de Yuso 18 volúmenes sobre la vid y el vino, que fueron publicados entre los siglos XVI y XIX. Cilengua acaba de editar en un único libro los tratados de Louis Dussieux y de Jean Antoine Chaptal (1796)

Martes, 12 de febrero 2019, 07:31

El pasado 16 de noviembre, en un acto de homenaje al recientemente desaparecido Juan Bautista Olarte, Cilengua presentó en el monasterio emilianense de Yuso el libro titulado 'El tratado de la vid de Louis Dussieux y el tratado del vino de Jean Antoine Chaptal de 1796 conservados en la biblioteca de San Millán. Contextualización y estudio de la traducción de 1803'. La edición ha corrido a cargo del investigador riojano Miguel Ibáñez Rodríguez, profesor de la Universidad de Valladolid en su Facultad de Traducción del Campus de Soria.

El volumen, publicado por el Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española (Cilengua), es fruto de un proyecto de investigación mucho más amplio, que el profesor Ibáñez está desarrollando sobre los fondos que abordan el tema de la vid y el vino que conserva la Biblioteca de San Millán. Financiado por el Instituto de Estudios Riojanos (IER, la primera fase de este programa se desarrolló durante el curso 2017-18, con hallazgos de gran interés que se están analizando en la segunda fase del proyecto.

La novedad que ha aportado este plan investigador radica en la localización de 17 tratados sobre la vid y el vino en la biblioteca de San Millán, a los que hay que añadir el descubierto en su día por el padre Olarte, lo que da un total de 18.

«Hay otro vino clarete que se llama de tres noches, de pasto, de ojo de perdiz, y de mujeres paridas», indica un tratado del siglo XVII

La mayor parte de los fondos que nutren la biblioteca emilianense es de temática religiosa. Aunque, en menor número, también contiene publicaciones sobre temas artísticos, literarios y científicos. De ámbito científico, precisamente, se conservan 135 obras de matemáticas y ciencias naturales y 116 de medicina. A todos estos manuales, hay ahora que añadir los 18 tratados sobre la vid y el vino, de cuya existencia o bien no se tenía constancia o bien habían pasado desapercibidos.

La enología como ciencia

«Dichos tratados están dentro de libros de agricultura y agronomía, diccionarios enciclopédicos, publicaciones periódicas y memorias conservados en San Millán, lo que ha dificultado, sin duda, su localización. Sabemos que tratados como tales sobre la vid y el vino no surgen hasta los primeros años del siglo XIX ni en Francia, país pionero en la materia, ni en España. La razón es muy sencilla, hasta esas fechas, lo que hoy se conoce como las 'ciencias de la vid y el vino' no tenían entidad de saber independiente y, por lo general, se incluían dentro de la agronomía. De hecho, la enología como ciencia no surge los primeros años del siglo XIX», explica el profesor Miguel Ibáñez.

Los dos primeros ejemplares, cronológicamente hablando, que se hallan en la biblioteca de San Millán datan nada menos que del siglo XVI, otros dos corresponden al XVII, la gran eclosión en torno a la vid y el vino llega en el siglo XVIII con nueve tratados, mientras que los últimos cinco vieron la luz en el siglo XIX. Por lenguas, una decena de ejemplares están escritos en castellano, cuatro en francés, dos en italiano y otros dos en latín.

Entre los autores de los tratados que se conservan en la biblioteca emilianense, se encuentran el clásico Virgilio, eminente poeta romano y los agrónomos italianos Agostino Gallo y Cosimo Trinci. De los ensayistas españoles están el eclesiástico catalán Miguel Agustín, el agrónomo de Talavera de la Reina (Toledo) Gabriel Alonso de Herrera (humanista muy conocido, editado y traducido), el físico asturiano Francisco Cónsul Jove y el botánico valenciano Simón de Rojas Clemente.

Los autores más numerosos en Yuso en el capítulo de la vid y el vino son de origen francés, entre los que se encuentran los agrónomos Louis Antoine de Caraccioli (si bien de origen italiano), Noël Chomel, Pierre Le Lorrain, el Abate Rozier y Louis Dussieux, así como el célebre químico Jean Antoine Chaptal, conocido como el 'príncipe de los enologistas'.

El vino como medicina

Pese a que los escritores franceses son mayoría, algunas de sus obras se encuentran traducidas al castellano, al igual que otras del catalán y una más del latín.

En su 'Libro de los secretos de agricultura, casa de campo y pastoril', fray Miguel Agustín ya apuntaba, en el siglo XVII, el valor medicinal del vino: «Hay otro vino clarete que se llama de tres noches, y por otros nombres de pasto, de ojo de perdiz, y de mujeres paridas; y este se saca de la tina, o tinajas, después que ha hervido en ella tres días, y tres noches; y esto es en los años.... Este vino es muy saludable para el estómago...».

E, incluso, va aún más lejos el religioso catalán a la hora de aconsejar otros remedios: «Para hacer vino que conviene para los viejos, que son fríos y débiles, y para aquellos que se les disminuye el calor natural... tomaréis vino malvasía, azúcar blanco, de cada cosa cuatro libras, cociéndolo con fuego lento, hasta que sea como jarabe y lo conservaréis, y usaréis de él en el beber con dos partes de agua».

Montaje con la portada y varias ilustraciones del libro 'El tratado de la vid de Louis Dussieux y el tratado del vino de Jean Antoine Chaptal de 1796 conservados en la biblioteca de San Millán'. B.N.E.

Respecto a la edición de 'El tratado de la vid de Louis Dussieux y el tratado del vino de Jean Antoine Chaptal de 1796 conservados en la biblioteca de San Millán. Contextualización y estudio de la traducción de 1803' por parte de Cilengua, con prólogo del catedrático de viticultura de la UR Fernando Martínez de Toda, Miguel Ibáñez destaca la «combinación de tres elementos muy importantes para La Rioja: el vino, la lengua y la biblioteca de San Millán».

«El libro realiza interesantes aportaciones para la historia de la enología, pues se trata de los primeros textos en los que se recoge en España la ciencia enológica surgida en Francia, para el mejor conocimiento del español del vino en su diacronía con las primeras documentaciones de la voz enología en español y para la historia de la traducción científico-técnica», concluye Ibáñez.

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