Un país que no llama la atención en el corazón de Suramérica cautivó a Miguel Bergasa desde que hace tres décadas viajara hasta Asunción por primera vez para visitar a un amigo de universidad que había emigrado. En la capital paraguaya oyó hablar de menonitas ... que viven sin luz ni tecnología, de regiones aisladas a las que solo se llega navegando por un río, una nación que conservaba la huella colonial española y «gente superamable. Me atrajo documentar historias con imágenes», asegura Bergasa, que edita el fotolibro 'En el país de los guaraníes', con imágenes hechas entre 1983 y 2019.
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Con su particular acercamiento a los sujetos y su lenguaje clásico en blanco y negro Bergasa descubre universos ocultos para la mayoría de ojos, incluso nativos: El Chaco, Filadelfia, Trinidad, Nueva Durango... «Me gusta hablar con la gente, y los indígenas, campesinos y militares te contaban sus historias en las conversaciones. Una vez que rompes la barrera del desconocido, ante la cámara no se sienten intimidados», afirma. «No me interesa el folklore ni la miseria. Busco la gente, sin importar el estatus social. Lo que quiero es captar su dignidad y confrontar su mirada a la mía. No voy buscando el reportaje puro y duro. Busco a la persona».
El libro, presentado en Casa de América de Madrid, incluye uno de sus trabajos más largos, y quizás el más conocido, dedicado a distintas comunidades menonitas del interior de Paraguay. En un territorio próspero pero apartado se mantienen aferrados a una religión que les encierra en burbujas en las que hablan un dialecto antiguo alemán, desconocen el progreso, viven en algunos casos como en la edad media. Bergasa logró acercarse lo suficiente y ganarse su confianza.
«Se asentaron en 1927 allí, procedían de Canadá», explica el fotógrafo nacido en 1951. «En los ochenta encontré a tres colonias, de unos 15.000 habitantes. Yo buscaba los más ortodoxos, aislados de la luz y el progreso. Esa colonia se llama Nueva Durango, en el lado oriental. Los encontré y retrate en cinco ocasiones».
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Su interés se extendió a las misiones jesuitas que se asentaron en el país, hasta que «fueron expulsados. Quedan las ruinas y la imaginería de esa época en Trinidad, San Cosme y San Damián», recuenta Bergasa, cuya documentación también abarcó los asentamientos indígenas, de diferentes etnias que habitan en extensiones despobladas.
«En 2017 volví», dice Bergasa, cuyos trabajos documentales han sido vistos en TVE o revistas como 'Geo'. «Ahora muchos trabajan para esas colonias menonitas asentadas. No vi que su vida hubiese mejorado en estas tres décadas. Tenían motos, celular, parabólicas delante de sus chabolas, pero falta mucho por hacer».
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Después de medio siglo como fotógrafo y tres décadas explorando Latinoamérica, en especial Paraguay, Bolivia y México, Bergasa tenía miles de imágenes digitalizadas desde los formatos analógicos, en sus archivos. Con la ayuda del editor Chema Conesa, eligió las que componen su nuevo libro, y prepara otro sobre Bolivia. «Quiero cerrar el ciclo».
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