Una mesa en la antigua fábrica
Valgañón ·
Un viejo edificio del siglo XIX alberga hasta el domingo una creación artística realizada por trece alumnos y dos profesores de BudapestValgañón ·
Un viejo edificio del siglo XIX alberga hasta el domingo una creación artística realizada por trece alumnos y dos profesores de BudapestUna antigua fábrica de paños y muebles de Valgañón enmarca hasta este próximo domingo una obra artística realizada por trece estudiantes y dos profesores de la Moholy-Nagy University of Art and Design, de Budapest (Hungría).
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Todos ellos forman el equipo denominado 'Studio B' y ... hubieran participado en la primera edición del festival 'Más Madera' que la localidad riojalteña iba a celebrar el pasado año 2020, aplazado por la pandemia. La obra, una gran mesa rodeada de bancos, es un anticipo de la edición prevista para el próximo verano.
El artífice de esta iniciativa es Iker Pastor, un arquitecto vasco residente en Cataluña y asiduo de Valgañón, que exportó la idea de un festival francés en el que participó. Para plasmarla contactó con el Ayuntamiento y la asociación Virgen de las Tres Fuentes, cuya buena acogida fue el primer paso de un festival que incluía inicialmente cinco actuaciones y diversas actividades, con un enfoque popular. Todo estaba encarrilado, pero llegó el COVID-19 y echó por tierra lo organizado, aunque la intención se mantuvo incólume.
El equipo 'Studio B', uno de los cinco de Budapest –la conexión húngara es la amistad de Iker Pastor con un profesor de la universidad– que iban a participar en el festival, tenía una subvención y para no perderla se ideó el anticipo que puede verse estos días en la antigua fábrica, situado cerca de las piscinas municipales.
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La iniciativa, que no busca mucha difusión dado el estado del inmueble, recupera de nuevo este espacio, que fusiona a la naturaleza y al ser humano, por cuanto ambos se han apropiado de él.
De hecho, la creación artística partió de una reflexión que los alumnos realizaron sobre la naturaleza y el hombre, sobre si aún existían espacios naturales primigenios o no. «La conclusión fue que no, que por muy natural que nos parezca todo, al final ya está tratado por el hombre, explotado de alguna manera y el paisaje transformado», explica Pastor.
El escenario de la antigua fábrica sintetizaba esa idea, al encontrarse «en el límite entre lo urbano y lo rural, entre lo humanizado, que fue el edificio, y la naturaleza que lo había invadido». La idea era, «con una intervención mínima, domesticar el espacio, respetando la naturaleza que todavía queda en él». De ahí la altura de la mesa y sillas, que simboliza ese respeto a la vegetación que ha ocupado el suelo. «Es una adaptación poética a la naturaleza que se ha apoderado del edificio», resume Pastor.
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