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El escritor Víctor del Árbol, antiguo mosso d'esquadra y ganador del Premio Nadal en 2016.
«La mentira es más cómoda que la verdad», asegura Víctor del Árbol

«La mentira es más cómoda que la verdad», asegura Víctor del Árbol

«La desmemoria es uno de nuestros grandes problemas», asegura el escritor, que novela sobre el desarraigo, el odio y la culpa | «Las familias enfrentadas en 'El hijo del padre' podrían ser una metáfora de las dos Españas»

Miércoles, 24 de marzo 2021, 18:31

«Somos un país desmemoriado y eso es uno de nuestros grandes problemas». Así lo cree Víctor del Árbol (Barcelona, 1968), escritor, expolicía y ganador del premio Nadal en 2016 que regresa a la novela con 'El hijo del padre' (Destino). Se trata de un ambicioso 'thriller' que retrata la España del último siglo a través de cuatro generaciones de dos familia confrontadas, los Patriota y los Martín, señoritos y lacayos en la Extremadura profunda y emigrantes desarraigados en Cataluña. «Podrían ser una metáfora de las dos Españas», concede su creador.

Del Árbol presenta en la primera página el crimen sobre el que articula un relato negro en el que se pregunta si el odio y la culpa se heredan, y juega con la tensión entre verdades y mentiras. Diego Martín, respetado profesor universitario, confiesa el asesinato del enfermero Martin Pearce. «El resto es el porqué, el cómo y el cuándo», dice el escritor.

Raro ejemplo de triunfador, Martín «pudo coger el último ascensor social». Es el hijo de unos emigrantes llegados a la Barcelona de los 50 para trabajar en la industria, «con lo que supone de desarraigo, de reinvención del espacio íntimo y de conflictos familiares». Pero Martín logrará huir del mísero destino que le augura su «invisible» barrio obrero de Torre Baró y ocultar su pasado de hambre y mugre, pleno de secretos y traumas. Hasta que le estalle en la cara.

«Quiere olvidar sus orígenes, pero todos venimos de alguna parte», recuerda el autor. «La mentira es más cómoda. Nos permite mantenernos en nuestra zona de confort y la verdad nos obliga a actuar», asegura. «La verdad se vende como un acto de generosidad, pero la verdad que no se te pide es un acto de egoísmo, porque no existe una verdad, sino tu verdad», asegura Del Árbol, que fabula sobre «cuatro generaciones que transitan por el mismo dolor y la misma culpa».

Se pregunta también si es necesario matar al padre para ser uno mismo. Su protagonista «vive en un fingimiento continuo hasta que se desvela el secreto que oculta a todos, que su hermana Liria está ingresada desde hace años en un centro psiquiátrico». «Intenta huir de su procedencia, y se equivoca negando a su padre, a su abuelo y a su pueblo. Creyendo que todo cuanto tiene es producto de su esfuerzo. Le debe mucho a su progenitor, su propio carácter para empezar, y en vez de asumir ese pasado, lo niega. Como todos, quiere ser aceptado», apunta Del Árbol, que también creyó que había que matar al padre y hoy sabe «que hay que entenderlo».

Cataluña y España

Su protagonista «vive una vida perfecta de cara a los demás pero no sabe ni quién es», algo que, según Del Árbol, también nos ocurre como sociedad. «La desmemoria es un gran problema de este país. Hemos de avanzar sabiendo de dónde venimos, pero hoy parece que hemos olvidado el pasado», dice el escritor, que fue mosso d'esquadra y que destaca que el independentismo «no es un fenómeno de ahora».

«Los conflictos políticos, culturales y lingüísticos entre Cataluña y España existen desde el siglo XVIII, se recrudecen y siempre emergen», asegura. Ve actitudes, comportamientos y discursos políticos que parecen surgir espontáneamente «pero que son una repetición recurrente del pasado, como Vox». «Emergen, seguramente, porque existe un pensamiento enraizado en una parte de la sociedad que siempre ha pedido 'ley y orden', y existe otra parte que ha entendido como democráticas las ideas de la libertad o los derechos», plantea.

No quiere incidir en el tópico de las dos Españas e identificar a los Patriota y los Martín con esa dicotomía. «Ni una familia es franquista, muy conservadora y católica, ni la otra es republicana», advierte. «Simplemente una, minoritaria, nace con privilegios y otra, mayoritaria, quiere acceder a esos privilegios. Y esa brecha es el motor del cambio social». «Cuando profundizas en la intrahistoria familiar ves que tiene poco que ver con la ideología y más con el carácter, las simpatías y las antipatías que arrancan desde la niñez». Pero admite que los Patriota y los Martín «podrían ser una metáfora de las dos Españas».

«He intentado fijar un tipo de novela generacional», dice Del Árbol, que cita otras «novelas referenciales» que fijaron una época y retrataron un espacio geográfico: 'Últimas tardes con Teresa', de Juan Marsé, 'Donde la ciudad cambia de nombre', de Francisco Candel, o el clásico 'Los santos inocentes', de Miguel Delibes. Como ellos, trata de explicar «la vida de una generación como la mía, cuya patria chica era la calle, ese barrio invisible para la gran ciudad que se construyó a partir de la emigración en las periferias de Madrid, Bilbao o Barcelona».

Nombrado en 2018 Caballero de las Artes y las Letras de Francia, Del Árbol desearía «que la cultura fuera una patria universal». «Escribiendo sientes que formas parte de todo y el lector se puede ver reflejado en esa patria», plantea. Cree además que durante la pandemia la sociedad ha podido entender que «lo pequeño se hace grande, como la familia, los vecinos o un libro, y no los mensajes de una serie de personas que condicionan la realidad, que es subjetiva», subraya. «Hemos entendido que la realidad no es lo que nos dicen desde los discurso políticos. Es lo que está dentro de nosotros», concluye.

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