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Imágenes de 'Dios Padre con los ángeles cantores y músicos' durante la celebración de un simposio científico en Amberes sobre el cuadro, una vez completada su restauración. FOTOS CEDIDAS POR JOSÉ IGNACIO PASCUAL GARCÍA

El Memling de Nájera resucita en Amberes

El cura de Santa María la Real vendió las tablas flamencas por 3.000 pesetas. Hoy son la pieza estrella de la reapertura del Real Museo de Amberes

Pío García

Logroño

Domingo, 25 de septiembre 2022, 02:00

Esta es la historia de un cuadro –un cuadro bellísimo– que no está donde debería estar. Esta es la historia de un cuadro –un cuadro capital del arte flamenco– que durante muchos siglos permaneció en el altar mayor del monasterio de Santa María la Real, en Nájera, y que hoy se ha convertido en una de las piezas fundamentales del Real Museo de Bellas Artes de Amberes (Bélgica). Esta es, por lo tanto, la lamentable y oprobiosa historia de una fuga, de una pérdida, de una desaparición, de una nostalgia. Pero no es, conviene aclararlo pronto, la historia de un robo. En todo caso nos encontramos ante una versión triste y legal del timo de la estampita, un cóctel de incuria, ignorancia, necesidad y picardía.

El Real Museo de Bellas Artes de Amberes (conocido como el KMSKA, por sus siglas en flamenco) abrió ayer de nuevo sus puertas tras once años de cierre por obras. Se trata de una de las instituciones culturales fundamentales de Bélgica y se enorgullece de poseer una de las mejores colecciones de arte flamenco. Una de sus piezas fundamentales es un tríptico sobre tabla de Hans Memling titulado 'Dios padre con ángeles cantores y músicos'. En la parte central del tríptico aparece un majestuoso creador dando la bendición mientras que, en los laterales, aparecen diez ángeles tocando otros tantos instrumentos de la época pintados con todo detalle: un salterio, una tromba marina, un laúd, un violín, un arpa... El cuadro, de gran tamaño (162 x 672 centímetros), luce ahora con sus colores originales tras un complicadísimo proceso de restauración, ejecutado por Lizet Klaasen y Marie Postec, que se prolongó durante diecisiete años y que finalizó en 2017. Los visitantes que entren al Real Museo de Amberes podrán admirar la finura del pincel de Memling y, al leer el cartel explicativo, descubrirán que esta obra maestra fue pintada para iluminar el altar mayor del monasterio de Santa María la Real, en Nájera.

La historia de esta monumental tabla de Memling arranca a mediados del siglo XV. Según publicó en 2018 Bart Franzen, un documento que se guardaba en el Archivo Histórico Nacional, titulado 'Libro segundo de los censos', recogía que en «el 20 de julio del año 1483, don Gonzalo Cabredo, prior de Nájera, ya había encargado la elaboración de un retablo en Flandes». Gonzalo Cabredo, natural de Vergara, había sido monje en San Millán y fue nombrado prior de Santa María la Real en 1456 por el abad de Cluny. Tanto él como su sucesor en el cargo, Pablo Martínez de Uruñuela, acometieron importantes obras de restauración en la iglesia y en el monasterio. Tal y como recoge la investigación de Franzen, el retablo fue finalmente instalado en Nájera en 1494. Había costado 239.383 maravedíes. Era en aquel tiempo una suma muy importante, aunque probablemente incluyera el precio del traslado desde Flandes. El retablo de la capilla de don Álvaro de Luna en la catedral de Toledo, elaborado en los mismos años, se tasó en 105.000 maravedíes.

Desmontado en 1692

El cuadro de Memling lució en el altar mayor de Santa María la Real hasta el final del siglo XVII. El políptico del pintor flamenco fue desmembrado en 1692 para ser sustituido por un retablo barroco, esculpido por Francisco de la Cueva y Mateo de Rubalcaba, más del gusto de la época. Las piezas del retablo viejo fueron almacenadas en otros lugares del monasterio. Las tablas laterales, con los ángeles músicos, acabaron debajo del órgano. Jovellanos, en su viaje por La Rioja, quedó asombrado por su altísima calidad y sospechó erróneamente que podrían haber sido obra de Durero. Mal que bien, las tablas de Memling aguantaron en Nájera hasta finales del siglo XIX. Según relató Constantino Garrán en varios artículos publicados en este periódico en 1906, un anticuario madrileño, Rafael García, llevaba tiempo interesado en adquirirlos, aunque al principio el párroco, Eusebio de Duozorroza, se había negado a vendérselos. Tuvo más suerte con su sucesor, Cirilo Palacios de la Prada, que ante la necesidad urgente de dinero, decidió en 1885 entregar el tríptico a cambio de 3.000 pesetas (hoy serían más o menos unos 18.000 euros). Al padre Cirilo aquella suma le pareció una cantidad fabulosa, con la que pudo, entre otras cosas, arreglar el órgano y la sillería del coro.

El altar mayor, con el retablo barroco, a comienzos del siglo XX, y el Real Museo de Bellas Artes de Amberes.

Comenzó entonces el viaje de regreso a Flandes del tríptico de Memling, aunque por el camino fueron entrando y saliendo diferentes marchantes de arte. Rafael García escrutó el mercado internacional y acabó vendiendo las tablas catorce meses después a un tal Solomon, natural de Amsterdam, por 5.000 duros (unos 150.000 euros a precios de hoy), probablemente por encargo de Stephan Burgueois, uno de los grandes marchantes europeos de la época. Por el camino, un estudio publicado en 1893 por el historiador de arte Alphonse Jules ratificaba que el tríptico era obra de Hans Memling (h. 1440-1494), pintor cumbre del arte flamenco. Tras un confuso ir y venir de comerciantes e intermediarios, y después de que el museo de Bruselas rechazase su adquisición, el Real Museo de Bellas Artes de Amberes decidió comprar los cuadros por una cifra enorme, que provocó estupor y algunas dudas en la prensa de la época: 240.000 francos (hoy superaría los 1,4 millones de euros).

En apenas diez años, esas 3.000 pesetas que recibió el padre Cirilo se habían multiplicado por más de 80. Él pudo arreglar el órgano y la sillería del coro, pero Amberes se quedó para siempre con el fabuloso Memling de Nájera.

Fotograma del vídeo de restauración, con Lizet Klaasen. L. R.

Una restauración paciente que ha llevado más de 16 años

La reapertura del Museo de Amberes permitirá descubrir las tablas de Memling en su esplendor original, tras un complejísimo proceso de restauración que ha durado más de 16 años. Los trabajos finalizaron en 2018 y tanto en un video del museo ('The Memling restoration, a marathon') como en un libro bellamente editado ('Harmony in bright colors') puede comprobarse la laboriosidad y la delicadeza de la faena de los restauradores. No fue una tarea fácil. Las tablas estaban muy dañadas y en muchos lugares habían perdido el color original. Y además eran piezas de enorme tamaño. «Lo que más tiempo llevó fue la limpieza de la superficie. Estaba muy sucia», rememora la restauradora Lizet Klaasen en el vídeo. «Lo que más me emociona es su tamaño, su monumentalidad. Todavía me siento maravillada cuando me coloco frente a ellos», añade.

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